Este palacio afrancesado, de dos plantas y cuerpo superior con techumbres de pizarra y elegantes mansardas, fue construido entre 1866 y 1870 por el arquitecto puertorriqueño Mariano Andrés Avenoz…
C/Montalban, 13. 1880. Rehabilitado en 1941. Actualmente es Museo de Artes Decorativas.
Este palacio afrancesado, de dos plantas y cuerpo superior con techumbres de pizarra y elegantes mansardas, fue construido entre 1866 y 1870 por el arquitecto puertorriqueño Mariano Andrés Avenoz…
Arco de la armería. Edificado por Felipe IV estaba situado entre la actual catedral de la Almudena y el palacio Real
" El territorio que hoy contemplamos es el resultado de la sedimentación de todas las actuaciones que, desde la prehistoria a nuestros días, han dejado en él su marca." Arturo Soria
C/ General Arrando c/v Zurbano. Joaquín Saldaña, 1913. Actual Instituto de la Ingeniería de España.
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El Museo Lázaro Galdiano abrió sus puertas al público el 27 de enero de 1951 tras haber sido inventariados sus fondos por Emilio Camps Cazorla (1903-1952) cumpliendo el deseo de José Lázaro Galdiano de que su Colección sirviera para la formación y el disfrute de las generaciones futuras. La inauguración del Museo supuso para el público y los profesionales relacionados con la cultura una grata sorpresa tanto por la riqueza y variedad de las colecciones, como por la novedosa museografía empleada para su exposición. En efecto, la fructífera colaboración de dos destacados profesionales, como fueron José Camón Aznar (1898-1979) –primer director de la Fundación y del Museo– y Fernando Chueca Goitia (1911-2004) –arquitecto encargado de la reforma del palacio de Parque Florido– tuvo como consecuencia la creación de un espacio modélico para la época. Pese a ocupar las cuatro plantas de la antigua vivienda, no fue un proyecto que pretendiese recrear la casa como tal, sino exponer las diferentes colecciones siguiendo criterios museográficos, historiográficos y estéticos. Así, excepto la planta noble y dos estancias del segundo piso y una del tercero –que conservaron intacta su disposición y decoración originales–, el resto de los espacios fueron radicalmente modificados con el fin de lograr una puesta en escena que mostrara de forma ordenada y segura las numerosas obras de arte seleccionadas y, a la vez, lograra evocar el ambiente de la residencia del coleccionista. Primera etapa Durante esta primera etapa (1951-2001), el Museo expuso en su planta baja arqueología y artes decorativas (platería, esmaltes, joyería, bronces, marfiles…), así como una selección de obras de la escuela italiana. La planta noble estaba dedicada a la pintura española y europea de los siglos XV al XIX, junto a una sala destinada a la Armería, en la antigua entrada principal de la casa. La segunda planta exhibía obras representativas de las diferentes escuelas pictóricas europeas, desde el siglo XV al XIX, recorrido que concluía con una sala en la que destacaban las obras de Goya, además de una vitrina de relojes. La última planta mostraba una selección de las colecciones de medallas, monedas, armas, textiles…, planta clausurada unos años antes del cierre temporal del Museo en 2001. Comparativa entre las salas del Museo anteriores a la restauración y las actuales Segunda etapa Medio siglo después de su apertura, tanto el edificio como la instalación museográfica, sin reforma alguna durante este largo período, mostraban ya evidentes signos de envejecimiento. Esta situación llevó a la dirección de la Fundación –a cargo entonces de Araceli Pereda Alonso– a elaborar un ambicioso plan de renovación de sus instalaciones que se inició con la rehabilitación del edificio de la España Moderna –donde se ubican la Biblioteca, oficinas y el auditorio–, y culminó con la renovación integral del Museo, obra compleja desarrollada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, entre enero de 2001 y el 13 de febrero de 2004, fecha en que volvió a abrirse al público. La reforma del Museo, dirigida en su parte arquitectónica por Fernando Borrego y en la museográfica por Jesús Moreno y Asociados, supuso, además de la renovación completa de las instalaciones técnicas del edificio, un profundo cambio en cuanto a contenidos y distribución de los mismos, según el proyecto museológico de la entonces directora, Letizia Arbeteta Mira. A este respecto, cabe destacar, entre otras novedades, la justa y necesaria incorporación de información sobre el coleccionista, ausente en la anterior instalación. En la selección de obras se primó la calidad sobre la cantidad, siguiendo las pautas marcadas por los nuevos catálogos de las colecciones, encargados a destacados especialistas. Además, en la instalación se tuvieron muy en cuenta las cuestiones técnicas necesarias para la correcta conservación de las colecciones –control de temperatura, humedad, iluminación…–, y para la seguridad de las mismas (vitrinas, cámaras de vigilancia o alarmas). Destacar, por último, que los diferentes espacios del Museo fueron adaptados para garantizar la accesibilidad a todo tipo de visitantes. El Museo Lázaro Galdiano hoy El Museo muestra un total de cuatro mil ochocientas veinte piezas distribuidas en las cuatro plantas del edificio siguiendo un esquema sencillo, complementado con textos de planta y de sala, que permite conocer y disfrutar de la calidad y variedad de la Colección. La planta baja, antigua zona de servicio de la casa, presenta al visitante la figura de José Lázaro en sus diversas facetas: coleccionista de arte, admirador de Goya, editor y destacado bibliófilo, así como las claves que definen su colección: su apuesta por el arte español, el arte europeo traído a España y su pasión por la belleza. HIERONYMUS BOSCH: Meditaciones de San Juan Bautista Fines del s.XV | Óleo sobre tabla | Inv. 8155 La planta se completa con la deslumbrante Cámara del Tesoro, una de las mejores colecciones europeas de platería civil y joyas con piezas que abarcan desde el siglo III a. C. hasta finales del XIX. EL GRECO: San Francisco en éxtasis 1577-1580 | Óleo sobre lienzo | Inv. 2148 Esta planta presenta las claves interpretativas de la colección mediante una selección de obras de autores como Teniers, Mateo Cerezo, Lucas, Juan Hispalense, Sittow, Mengs, El Greco, Zurbarán, Cabezalero, Sánchez Coello, Reynolds, Walskappelle o Bosschaert, junto a piezas singulares como el Jarro tartésico, la Taza Aldobrandini o el Estoque de Tendilla. LUIS PARET: La tienda 1772 | Óleo sobre tabla | Inv. 2512 La planta primera, la zona noble del palacio, conserva íntegra la decoración y distribución original con los techos pintados por Eugenio Lucas Villamil, zócalos de mármol, madera o estuco y magníficos suelos de marquetería. Sus nueve salas muestran, en orden cronológico, una nutrida representación del arte español, desde el siglo XV al XIX: pintura, escultura, mobiliario y artes decorativas. DIEGO VELÁZQUEZ: Cabeza de muchacha Hacia 1624 | Óleo sobre lienzo | Inv. 1535 Entre las piezas expuestas destacan, por su número y calidad, la colección de tablas (obras de Blasco de Grañén, García del Barco, Maestro del Parral o Maestro de Astorga), el conjunto de orfebrería (mayoritariamente religiosa y de escuela castellana, aragonesa y valenciana), la pintura de los siglos XVI (El Greco o Sofonisba Anguissola), XVII (Velázquez, Zurbarán, Ribera, Pereda, Murillo, Carreño, Claudio Coello, Antolínez o Rizi), del XVIII (Meléndez, Bayeu, Inza o Paret) y de la de la primera mitad del XIX (Agustín Esteve, Zacarías González Velázquez, Vicente López, Federico Madrazo, Antonio Esquivel, Leonardo Alenza, o Eugenio Lucas), así como la magnífica colección de lienzos de Francisco de Goya (obras clave como El Aquelarre, Las Brujas o La Era, entre otras). JOHN CONSTABLE: El camino de East Bergholt a Flatford 1812 | Óleo sobre papel pegado a cartón | Inv. 1992 GIOVANNI A. BOLTRAFFIO: El Salvador adolescente Hacia 1490-1495 | Óleo sobre tabla | Inv. 2680 La segunda planta, antigua zona privada de la casa muy transformada en la reforma de mediados del siglo XX, ofrece una cuidada selección de obras de las escuelas europeas más importantes como la italiana, flamenca, alemana, holandesa, francesa e inglesa. Pese al predominio de la pintura sobre otras colecciones (con obras de Boltraffio, Samacchini, Clovio, Cavallino, Van Dornicke, Benson, Isenbrandt, Van Orley, Van Cleve, El Bosco, Quellinus, Teniers, Cranach, Maes, Roepel, Lely, Constable, Rommey o Stuart), hemos de destacar el interés y el valor de las colecciones de bronces, esmaltes, relojes, mobiliario, cerámica o platería civil. Asimismo, esta planta incluye un espacio dedicado a mostrar en exclusiva el exquisito conjunto de iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas, único en su género expuesto en nuestro país y una de las mejores colecciones de Europa en cuanto a miniaturas. L. CRANACH: El Niño Jesús adorado por S. Juan Bautista Hacia 1530-1540 | Óleo sobre tabla | Inv. 2911 Tercera Planta: el denominado “Gabinete del coleccionista” exhibe de forma novedosa, en vitrinas y cajones –que el público puede abrir– colecciones no representadas en el resto del Museo: armas, textiles, monedas, hierros, medallas o jaeces. Gran plato con las armas de Felipe III El Bueno Segundo tercio del s. XV | Cerámica de reflejo metálico | Inv. 124 Esta planta se completa con piezas de otras colecciones de las que sí se han podido ver ejemplares en las plantas anteriores: marfiles, cerámica, platería, esmaltes, vidrio, escultura, bronces y sigilografía. Aunque todas las colecciones aquí reunidas presentan obras de gran valor, hemos de destacar por su riqueza, rareza y singularidad los textiles, armas y monedas. GIACOMO MAGNOLINO: Espada 1486 | Plata dorada y esmalte | Inv. 3204 Proyectos expositivos con fondos de la Colección Además de prestar de forma habitual obras para muestras nacionales e internacionales, el Museo ha desarrollado proyectos expositivos formados exclusivamente con fondos de su Colección (1959-2012): Fundación Lázaro Galdiano. Exposición de Dibujos (Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 8 de noviembre de 1959 - ?) Arqueología en la Colección Lázaro Galdiano (Fundación Santillana. Santillana del Mar, 20 de febrero– 4 de abril de 1999) Goya: coetáneos y seguidores. Pinturas, dibujos y estampas de la Fundación Lázaro Galdiano (Museo Nacional de Bellas Artes, Chile, 31 de octubre de 2000 – 14 de enero de 2001) Obras maestras de la Colección Lázaro Galdiano (Fundación Santander Central Hispano, Madrid. 16 de diciembre de 2002 - 9 de febrero de 2003) El arte de la joyería en la Colección Lázaro Galdiano (Caja Segovia. Torreón de Lozoya, 10 de febrero – 21 de abril de 2003) Grandes maestros del Museo Lázaro Galdiano (Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 14 de octubre de 2003 – 7 de enero de 2004) Goya y lo goyesco en la Fundación Lázaro Galdiano (Caja Segovia. Torreón de Lozoya, 16 de junio– 31 de agosto de 2003 ) Maestros de la pintura española en la Colección Lázaro Galdiano (Fundación Caja Navarra. Archivo General de Navarra, Pamplona, 18 de diciembre de 2003 – 15 de enero de 2004) El capricho en el arte: los cinco sentidos (Fundación Bancaja. Casa Garcerán, Segorbe, 22 de abril – 23 de mayo de 2004 / Glorieta de Sagunto, 1 de junio – 4 de julio de 2004) Goya: imaginación romántica y disparates en la Fundación Lázaro Galdiano (Fundación Caja Navarra. Sala de Cultura Castillo de Maya, Pamplona, 21 de abril – 5 de junio de 2005) Arte, lujo y sociabilidad. La colección de abanicos de Paula Florido (Fundación Lázaro Galdiano. 25 de mayo – 16 de agosto de 2009) Eugenio Lucas Velázquez. Eugenio Lucas Villamil. Colección Lázaro (Caja Segovia. Torreón de Lozoya, 27 de junio – 4 de noviembre de 2012) Colección Lázaro: un Museo para el Coleccionismo Por último, destacar que desde hace dos años la Fundación es un centro de referencia del coleccionismo –como ha quedado definido en la marca de su plan estratégico: “Colección Lázaro: un Museo para el coleccionismo”– que se ha plasmado, hasta el momento, en los siguientes proyectos: ¿Qué hace esto aquí? Arte contemporáneo de la Fundación María José Jove en el Museo Lázaro Galdiano(Museo Lázaro Galdiano, 7 de abril – 20 de junio de 2011) Coleccionismo al cuadrado. La colección de Leandro Navarro en el Museo Lázaro Galdiano (18 de octubre de 2012 – 7 de enero de 2013) Bernardí Roig. El coleccionista de obsesiones (Museo Lázaro Galdiano, 25 de enero – 20 de mayo de 2013) La colección de Alicia Aza en el Museo Lázaro Galdiano (Fundación Lázaro Galdiano, 6 de marzo 7 de abril de 2013). Biografía de José Lázaro Galdiano José Lázaro Galdiano nació en Beire (Navarra) en 1862 en el seno de una hacendada familia; cursó el bachillerato en Sos del Rey Católico para después seguir estudios de Derecho en Valladolid, Barcelona y Santiago de Compostela, obteniendo la licenciatura en esta última universidad. Se estableció en la Ciudad Condal en 1882, donde alternó sus estudios con el desempeño de un empleo en la secretaría del Banco de España y con su actividad como cronista de sociedad y crítico de arte en La Vanguardia. En Madrid emprendió su aventura editorial más destacada, La España Moderna (1889-1914), revista en la que colaboraron los literatos más destacados del momento –Pardo Bazán, Galdós, Clarín, Valera, Zorrilla, Campoamor, Menéndez Pelayo, Cánovas, Unamuno, entre otros muchos– y en cuya editorial, del mismo nombre, publicó clásicos de la literatura occidental nunca antes traducidos al español. Su temprana afición por los libros y el arte le llevó a convertirse en experto bibliófilo –Lázaro consiguió reunir una biblioteca de más de 20.000 volúmenes, entre manuscritos (cerca de 900) e impresos, que incluye ejemplares inestimables– e infatigable coleccionista de todo tipo de objetos artísticos, afición que también compaginó con su lucrativa faceta como marchante de arte. En 1903 se casó en Roma con Paula Florido y Toledo, rica dama argentina, tres veces viuda, iniciando poco después, en 1904, la construcción de su residencia, Parque Florido, palacio destinado desde 1951 a museo de sus colecciones. Enviudó en 1932, año en que comienza a viajar solo y a residir durante años fuera de España, principalmente en París y Nueva York, capitales en las que formó nuevas colecciones luego incorporadas a la que había dejado en Madrid. Murió en su residencia de Parque Florido el 1 de diciembre de 1947 dejando como único heredero de todos sus bienes al Estado español. Un año después se creó la Fundación Lázaro Galdiano, entidad que gestiona el Museo, la Biblioteca, el Archivo y edita la prestigiosa revista de arte Goya. José Lázaro Galdiano coleccionista Su inclinación por el arte comenzó en Barcelona, ciudad a la que llegó en 1882, y desde ese momento surgió su “pasión” por coleccionar que no cesaría a lo largo de toda su vida. A finales de 1888 Lázaro se trasladó a Madrid y aquí, junto a la actividad editorial, dedicó tiempo e ilusión en la formación de su gran colección de arte. Pronto encontró acomodo para su instalación en su residencia de la Cuesta de Santo Domingo, según Rubén Darío la mejor puesta que existía en España, y más tarde en la de la calle de Fomento. Poco después de contraer matrimonio en 1903 con Paula Florido, eficaz colaboradora en la conservación e incremento de sus colecciones, comenzó a construir Parque Florido, que se inauguró en 1909. La Colección es la unión de las tres colecciones que reunió Lázaro durante más de sesenta años dedicados con tesón e ilusión a la búsqueda de obras artísticas hasta formar una Colección de colecciones de más de 12.600 piezas que el Museo guarda y exhibe desde 1951. La colección de Madrid A ella pertenecen las obras adquiridas por Lázaro desde sus años juveniles en Barcelona hasta 1936, como las pinturas, dibujos y obra gráfica de Goya, Murillo, Velázquez, El Greco o El Bosco, la colección de primitivos españoles y flamencos, entre las que destacan las tablas de Blasco de Grañén, el Maestro de Ávila, Benson o Isenbrandt, sin olvidarnos de la magnífica tabla lombarda del Salvador adolescente, la Espada del segundo conde de Tendilla o la monumental escultura de Cristo atado a la columna, del escultor florentino Michelangelo Naccherino. La colección de París Formada durante la década de los años treinta, aunque las compras se acentuaron a partir de 1936, año en que Lázaro se trasladó a vivir a la capital francesa alternando con largas estancias en Roma, se da por cerrada a finales de 1939. Está compuesta por pinturas, piezas de mobiliario, libros y objetos artísticos entre los que destaca el conjunto de cerámica italiana, algunos pequeños bronces, medallas, armas de fuego o esmaltes. Entre las importantes pinturas adquiridas por Lázaro en esos años se encuentra el retrato de una joven dama atribuido aSofonisba Anguissola, el San Lorenzo de Bernardo Cavallino o el retrato de Juan III de Portugalpintado por Antonio Moro. La colección de Nueva York Lázaro llegó a Nueva York en diciembre de 1939 y allí permanecerá hasta mediados de 1944. En este corto periodo de tiempo formó una colección de más trescientas obras, principalmente de objetos artísticos que trasladó a Madrid en enero de 1947. A ella pertenecen la Taza del cardenal Ippolito Aldobrandini o la Madonna Cernazai que fuera de la Colección Hearst. En resumen, en la Colección Lázaro conviven piezas significativas de la historia de la pintura y de la escultura, con importantes objetos artísticos que acentúan la variedad de artes suntuarias, joyas, textiles, platería, arqueología, mobiliario, numismática, marfiles… uno de los grandes valores de la Colección. José Lázaro Galdiano, bibliófilo y editor José Lázaro Galdiano fue uno de los más notables bibliófilos españoles de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX. Su colección de libros sólo se conocía en círculos de aficionados o libreros y, después de su muerte, únicamente algunos estudiosos e investigadores han consultado la Biblioteca de la Fundación que lleva su nombre. Por eso, hasta hace poco, esta afición, en la que obtuvo logros tan notables, era una de las facetas más desconocidas de su personalidad. Podemos decir que merece el calificativo de bibliófilo no sólo por haber reunido un conjunto considerable de libros, sino también porque en él hallamos las notas que adornan al buen aficionado: la elección de ejemplares raros, bellos e interesantes, la conservación con exquisito cuidado de sus libros y, finalmente, por la suerte que ha corrido su biblioteca, permanecer unida, el logro más deseable para el buen bibliófilo. Gracias a una larga vida, medios económicos notables, conocimiento de la materia y verdadera pasión por los libros logró una biblioteca selecta y nutrida en una época en la que los grandes libreros y propietarios particulares acudieron a él ofreciéndole joyas bibliográficas que atesoró con veneración porque las consideraba reliquias de los grandes ingenios españoles y el reflejo de la estética de siglos pasados. Su pasión por el arte y por los libros, iniciada a temprana edad, no decayó a lo largo de su vida, como ocurrió con otra de las empresas más destacadas que emprendió con entusiasmo y con un claro afán cultural: a partir de los veintiséis años se encargó de la dirección de La España Moderna, editorial en la que se publicaba también una revista mensual con el mismo nombre. Esta labor le ocupó tiempo y le exigió un gran esfuerzo, pero le dio merecido renombre de editor y como tal fue admirado en círculos literarios y por estudiosos de los más diversos temas que llenaron las páginas de su publicación desde 1889 a 1914. Las firmas de prestigio que intervinieron en los 312 números publicados eran garantía de prestigio y no tanto de rentabilidad, aspecto que no descuidó pero que le preocupaba tanto como el primero. Clarín, Zorrilla, Galdós, Unamuno, Zola y muchos otros mantuvieron relaciones literarias y a veces amistosas -hasta ahora poco conocidas- con el editor en una etapa tan significativa para la cultura española. Fuente: http://www.flg.es/
“#PuertadelSol. Desfile de 1859 en conmemoración del levantamiento del 2 de Mayo”
Que algo queda. Las fotografías estan realizadas en su mayoría entre los años 2012/2013.
El eje madrileño aún conserva algunos de los palacetes que un día llenaron sus aceras; aquí, sus curiosidades e historia
Sumamos a la Fototeca HUM la triste realidad de todos los tiempos, retratada en este caso por el fotógrafo Otto Wunderlich entre 1917 y 1919. Gran calidad de imagen donde hasta la amarga expresión es evidente. "Mozo de Cuerda (Schlafend) [Sueño]" (entre 1917 y 1919) Autor de la fotografía: Wunderlich, Otto (1886-1975) © mecd-FPH- Archivo WUNDERLICH Nº de inventario: W-00349 © 2015 Eduardo Valero García-HUM 015-009 FOTOTECA © 2015 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 Al hombro la cuerda que nivela el equilibrio de la melopea. Pitillo exiguo adosado al hombre derrotado, agotado de cargar el peso ajeno e infortunio propio. Encerada de sol y de sudores la parpusa, accesorio indispensable en el conjunto de andrajos que conforman su uniforme. Mozo de cuerda o de cordel anónimo que desde la juventud del XIX va transitando polvos, barros y empedrados. Descansa los huesos sobre el estaño y redime trago a trago el pecado de gastar un jornal en morapio. De una bodega sale venerando aún a Dioniso, y busca en el adoquinado el apoyo necesario para la casi imposible verticalidad. Sin alma va de tanto trajinar, y sin alma queda inmortalizado en el vidrio gelatinado del fotógrafo Otto Wunderlich. Mozo de cuerda o de cordel, apostado en las esquinas y en las plazas y plazuelas a la espera del cliente necesitado; después, el ajuste de precio: fórmula magistral de cálculo del volumen de los bultos por el peso y distancia a recorrer. En el compendio de historias Paseo por Madrid o Guía del Forastero en la Corte (1815), se dice que merecían la misma confianza que los criados “sin amo fijo” (lo que hoy conocemos como asistentas del hogar). Los describe como gente honrada y de la que se podía fiar. La primera noticia conocida, donde se menciona la sacrificada profesión de mula humana –dignificada con el título de “mozo”-, aparece en el Diario Noticioso del martes 31 de octubre de 1758, al referirse a un hurto: “El día 24 de este faltó, en la casa del Excelentísimo Marqués de Villafranca, un Vestido de Corte, que se compone de basquiña […] con falda, jubón, y casaca, todo de crespón negro, aforrado en tafetán sencillo del mismo color; estas alhajas las traía a casa de dicho Excelentísimo Señor, desde el Retiro, un Mozo de cordel, y las entregó á una muger que estaba en la escalera junto a la Portería de las criadas; la muger se fue con todo, y hasta ahora no ha aparecido; se da este aviso al Público, para que la persona á quien llegaran á vender dichas alhajas, ó supiere algo de ellas, se sirva dar su aviso á la Portería de las criadas de casa de dicho Excelentísimo Señor, donde darán algún agradecimiento.” En los años 30 del siglo XX otros medios de tracción –como el Taxi-, relegarán al mozo de cuerda a mozo de estación. Finalizamos... "Observando en la Iglesia á un mozo de cordel, que por darse golpes de pecho, se los daba en la barriga, dijo á un amigo que le acompañaba. Con extraña devoción golpes se da en la barriga, porque su gran aflicción á hacer sin duda le obliga de las tripas corazón." [1] Bibliografía [1] SALAS, FRANCISCO GREGORIO, firma como F. G. S. Epigramas. (1788) Diario de Madrid. Nº. 278, pp. 1005-1006 Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor. En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2015) "Fototeca: Mozo de cuerda o de cordel. Madrid, 1917", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ • Citas de noticias de periódicos y otras obras, en la publicación. • En todas las citas se ha conservado la ortografía original. © 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-009 FOTOTECA ISSN 2444-1325
Esta es la segunda parte del repaso que hemos hecho a tan importante calle de Madrid, división obligada por la extensión de la entrada.
La historia de #Madrid y los madrileños de otros tiempos
C/ Agustín de Betancourt, 1 y 3. Joaquín Saldaña, 1913. Actualmente sede del Liceo Italiano y Consulado de Italia.
Tal día como ayer, un 27 de octubre pero de 1945, fallecía en nuestra ciudad uno de los arquitectos y urbanistas más importantes para Madrid: Antonio Palacios. Por este motivo hemos decidido hacerle un pequeño homenaje recordando una de sus obras más añoradas de Madrid, que a punto estuvo de ser reconstruida: el Templete de la Red de San Luis. Palacios, a pesar de ser todo un símbolo en la capital, era madrileño de adopción. Nacía en 1876 en Porriño, Pontevedra, municipio que va a cobrar importancia en este artículo. Sin embargo, se convirtió casi en una imagen del Metro de Madrid a partir de 1917 al ser el encargado de diseñar el interior de las primeras estaciones construidas, así como de organizar accesos, e incluso fue el creador del célebre logotipo de Metro en forma de rombo. Templete de la Red de San Luis Aún hoy en día se puede ver algo de este original diseño en estaciones como la de Bilbao, en la parte de la línea 1, o en la clausurada de Chamberí, hoy centro de interpretación del Metro (Andén 0). En 1919, junto con la inauguración del Metro de Madrid por Alfonso XIII, se abría un templete en la Gran Vía cuya construcción había finalizado un año antes. Se trataba del acceso principal a la estación de metro de Gran Vía, en la intersección entre la calle de la Montera y la propia Gran Vía, el espacio conocido como Red de San Luis. De hecho, en aquel entonces la estación se llamaba “Red de San Luis”. El acceso albergaba un ascensor que comenzó a prestar servicio el 18 de noviembre de 1920. Sin embargo, su uso no era gratuito, algo impensable en la actualidad. Al igual que hoy tenemos una amplia variedad de billetes (sencillo, combinado, 10 viajes…), en aquel entonces existía el llamado “billete de ascensor”, que permitía su utilización por un coste adicional de 5 céntimos de peseta. Posteriormente se añadió otro elevador, y parece el templete llegó a dar servicio a unos 30.000 pasajeros al día. Templete de la Red de San Luis con la calle de la Montera al fondo. Años 50 del siglo XX El mismo, a pesar de estar realizado en granito, material tan visible en las calles de Madrid, tenía una marquesina de cristal y hierro para proteger a los usuarios de Metro de las inclemencias del tiempo mientras esperaban al ascensor. Su planta rectangular y su influencia art decó hicieron que se convirtiera pronto en un símbolo de la plaza y del suburbano. La entrada se hacía por la zona más cercana a la Gran Vía, mientras que la salida era por un arco de medio punto hacia la calle de la Montera. Por este motivo, la parte del monumento orientada a Montera no estaba cubierta por la marquesina. Templete de la Puerta del Sol No se trataba del único templete de la capital. En la vecina Puerta del Sol existía otro que hacía las mismas funciones, e igualmente construido por Antonio Palacios. Su marquesina, en plano horizontal a diferencia de la de la Red de San Luis, que estaba inclinada, era uno de los elementos más reconocibles de la céntrica plaza madrileña. En 1933, una orden de la Dirección General de Ferrocarriles decretó el desmantelamiento de ambos templetes. Por una parte se desinstaló el de la Puerta del Sol, pero por otra, tras una entrevista entre el Ministro de Fomento y Miguel Otamendi (ingeniero considerado como uno de los impulsores del Metro de Madrid), se decidió mantener el de la Red de San Luis, añadiendo el segundo ascensor antes comentado. Con motivo de nuevos accesos a la estación de Metro, el 6 de diciembre de 1969, el Templete de Gran Vía dejó de dar servicio, y un año más tarde el alcalde Carlos Arias Navarro ordenó su desmantelamiento, una triste decisión para nuestra ciudad. Templete de la Red de San Luis en Porriño, Pontevedra. Fotografía de la Mancomunidade da Área Intermunicipal de Vigo Poco después, en 1971, el monumento fue donado a la localidad de Porriño, municipio natal de nuestro célebre arquitecto. A pesar de no conservar todos los elementos (la marquesina desapareció), es aún posible contemplar este importante icono en un parque público del mencionado pueblo pontevedrés. Pero la historia no acaba aquí. Este artículo es de “El Madrid que no fue”, así que de hecho, la parte que nos interesa es la que comienza ahora. En ese lugar, entre 1832 y 1868 se había ubicado la Fuente de los Galápagos, inaugurada para conmemorar la jura como princesa de Asturias de la que sería Isabel II, y ubicada hoy en el Parque del Retiro. A finales de los años 90 del siglo XX, lo que había en la Red de San Luis era una fuente con esculturas de aves que movían sus alas, pero que fue modificada con el paso de los años y los grupos escultóricos se eliminaron, con lo que la fuente carecía de interés. Fuente de la Red de San Luis, construida en 1972. En la fotografía, aún se aprecian las esculturas de aves que después se eliminaron. Es por ello que se decidió volver a instalar el Templete en el lugar original. El Ayuntamiento de Madrid se puso en contacto con el de Porriño para recuperar la donación… pero el municipio gallego se negó, al haber recibido ese monumento como un regalo. De hecho, ya se había convertido en un elemento importante de la localidad, recordando así a su ilustre vecino. Las negociaciones no llegaron a buen puerto, y Porriño no permitió la vuelta del Templete a Madrid. Años más tarde, en septiembre de 2008, el entonces alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, anunció la remodelación del entorno Montera-Fuencarral. Comenzaba así en 2009 la peatonalización parcial de la calle Fuencarral (desde la calle Hernán Cortés hasta la Gran Vía) y de la Red de San Luis, para dar así continuidad a la zona peatonal de la calle de la Montera. Ambas se unirían por un gran paso de cebra que atravesaría la mencionada Gran Vía. Sin embargo, de lo que más se habló de esa futura remodelación, fue de un elemento que se prometía volvería a las calles de Madrid: el Templete de Antonio Palacios. Puesto que el original estaba destinado a no abandonar Galicia, Gallardón anunció la reconstrucción de uno que, a imagen del original, se convirtiera en un auténtico símbolo. Una réplica que haría justicia a un lugar que había sido maltratado con el paso del tiempo. Proyecto del Ayuntamiento de Madrid para la peatonalización de la Red de San Luis, con la construcción de la réplica del Templete La pregunta era obvia: ¿para qué serviría este nuevo monumento? Y es que los accesos a la estación de metro Gran Vía eran ya numerosos, con lo que no era necesario uno más. Se barajaron dos opciones. Por una parte, este icono se convertiría en Taquilla Último Minuto. Es posible que la existente en ese momento en la vecina plaza del Carmen se hubiera trasladado a este nuevo espacio, para vender entradas de teatro a última hora a un precio inferior al habitual. Por otra parte, se planteó la utilización de este lugar como nueva Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Madrid, añadiéndose a las múltiples ya existentes (Plaza Mayor, Callao, Cibeles, Paseo del Arte…). Los vecinos, principales afectados por esta reconstrucción, se mostraron mayoritariamente partidarios a esta réplica, que vendría a sustituir esa original que aún muchos recordaban. Red de San Luis en la actualidad tras la peatonalización Durante ese mismo 2009 acabaron las obras de peatonalización. Montera y Fuencarral cambiaban su aspecto para hacerlo más amable con el entorno, y se inauguraba por fin la nueva Red de San Luis con un nuevo elemento… un olivo. Increíblemente, el Ayuntamiento de Madrid modificó su idea original de construir una réplica del Templete de Antonio Palacios para plantar un olivo en el lugar en que se había ubicado el original y las fuentes ya mencionadas. El Consistorio madrileño alegó que la reconstrucción de la réplica del Templete no había sido más que una idea, no una promesa en firme, y que las arcas de la ciudad no pasaban por su mejor momento. Además, la comisión de patrimonio denegó la recreación al no admitir la reproducción de obras antiguas, algo que causó la indignación de más de un madrileño en aquel momento. Antonio Palacios se quedó, por tanto, sin su pequeño homenaje, y la zona tendrá que esperar para poder ver cumplido su sueño de tener de nuevo aquel símbolo del Metro de Madrid. Otro proyecto fallido en este “Madrid que no fue”.