My name is Aleks Reba, and I'm a creative director from Germany. On my free time, I used to create different kinds of art (illustrations, photography). I also combine different techniques.
En Diseño Humano el Generador es uno de los 4 tipos de energía de la Carta de Rave. Su estrategia es esperar para responder. ¿Quieres conocer más?
¿Qué tenemos en común y qué nos separa de los animales? ¿Somos un animal más? Las humanidades clásicas, basadas en el excepcionalismo humano, han dado paso a las posthumanidades, que incluyen los estudios animales, así como otras perspectivas que desafían la noción tradicional del sujeto humano, como los estudios de género, poscoloniales y decoloniales, la ecocrítica o la teoría queer. Pensarnos en nuestra relación con los animales tiene consecuencias filosóficas en ámbitos como la ciencia, los afectos, el trabajo y el desarrollo de políticas concretas de salud y de alimentación; todas ellas, zonas de contacto entre humanos y animales. Sobre estos encuentros, aunque nunca reparemos en ello, edificamos nuestro mundo. Este ensayo imprescindible aglutina parte de los conocimientos desarrollados hasta ahora por quienes se han acercado a la relación humano-animal, y los vincula con la historia, los movimientos políticos y sociales, las nuevas concepciones del género, de la ciencia y del conocimiento. Los argumentos, contradicciones, contextos e incluso tabúes que acoge este debate interdisciplinar ayudan a imaginar y a matizar unos presupuestos éticos posibles sobre los que replantear nuestra relación con los animales y, en último término, con nosotros mismos.
Juro por Tutatis que había decidido no escribir sobre ello al tocar el campo de lo privado. Sin embargo, es demasiado tentador abstenerse de comentarlo ya que da materia y tema suficiente como para ejercitar el buen hábito de cavilar, así como para un artículo muy interesante. Entonces, he pensado que si no cito el dónde, el cuándo, el porqué, el cómo, ni, por supuesto, el quién, si no tan solo el qué, salvaguardo totalmente lo que se debe proteger. Incluso, si así se prefiere, puede entrar en el terreno de lo imaginario. Eso no quita ni añade nada, pero, como en las fábulas de Samaniego, siempre aporta más que resta. Así pues, escenifiquen ustedes aqueste cuento como bien gusten. Y érase una vez un alguien que te plantea que porqué leches tienen que ser verdad los descubrimientos científicos en genética, en física cuántica, en neurología, o incluso la teoría de la evolución de Darwin, y que porqué creer en lo que diga la ciencia. Y lleva razón, nadie tiene porqué creerlo y todo el mundo puede ponerlo en duda. Nadie está obligado a ello, faltaría más… Pero el busilis de la fábula está en que tal alguien es persona religiosa, creyente, practicante, confesante y beligerante. Por supuesto, también nadie tiene porque dudarlo y todo el mundo tiene todo el derecho del mundo, faltaría más también. La enorme incongruencia estriba en una, más que aparente, ausencia de toda lógica. ¿Cómo se puede creer en dogmas que no han sido probados ni de coña y no en descubrimientos científicos demostrados?, ¿cómo no creer en los descubrimientos y hallazgos de la ciencia y sí en esto-es-asi-porque-lo-digo-yo?.. La ciencia, que es cuantificable y medible, precisamente es fiable porque es falible. Misterios de la evolución mental humana, sin duda. La ciencia se equivoca todos los días y todos los días rectifica, y se corrige, y es precisamente por eso por lo que es más creíble y confiable que dogmas inamovibles sin más cánon que la órden de creerlo. Es más, me atrevería a aventurar que cuando a ese mismo personaje del cuento samaniegano le enferma un familiar cercano, seguro que lo traslada al hospital y no al templo, que se lo lleva al médico y no al cura. Y solo cuando la ciencia asume su incapacidad o limitación, solo entonces, acude a que lo alto le resuelva el problema que no ha podido resolver aquellos en los que no cree. O sea, y para entendernos, en lo que en teoría no creemos lo ponemos en primer lugar, y en lo que creemos sobre todo, juega de reserva. Deberíamos pues plantearnos qué clase, tipo o calidad de fé es de la que presumimos o decimos tener y defender. Si intelectual o integral. Si es total o superficial. Si es trabajada o prestada, propia o inoculada… Es posible, solo digo posible –nada de dogma-, que sea algo tan sencillo como la simple definición de la fé. Puede ser que solo sea que lo que entendemos por fé no sea la auténtica, la genuína fé… Puede ser, o no, que la fé no sea lo que interesadamente nos han hecho creer que es. Porque creer sin ver, es creer sin comprender, sin entender. Y lo que no se entiende ni se comprende, puede aprenderse, pero no razonarse, y eso es como negar una facultad que el propio Dios ha concedido al ser humano. Absurdo. Se enseña el conocimiento, no la ceguera; se aprende en libertad, no con dirigismo. Mucho menos bajo la amenaza y el chantaje. Para poder ver bien la luz hay que ponerla encima de todo y no debajo de nada, porque entonces veríamos distorsionado lo que deberíamos ver sin artificios. Por supuesto, no estoy dogmatizando, sino todo lo contrario, estoy antidogmatizando. A menudo se me acusa de ser dogmático, y, es curioso, lo hacen los que niegan el diálogo y el análisis parapetados tras sus inyectados dogmas. El candil bajo el celemín. Tenemos un concepto erróneo de compartir. Compartir es abrirse, no cerrarse, es debatir, no catequizar, es analizar, no sermonear. Yo solo intento abrir cauces al diálogo, aún apasionadamente, sí, pero diálogo donde no se aporten seguridades sin posibilidades, creencias sin conocimientos, ni fés ciegas sin fés razonadas. Un espacio abierto, sin muros y sin dogmas absolutos. Solo eso… ¿Qué no es posible?.. Pues entonces cada cual siga su camino y le acompañe su diós. Yo tengo el mío, que, aunque no crea del todo que soy su imagen y semejanza, si que tengo por seguro que no lo fabrico a imagen y semejanza mía.
Per consolidare la conoscenza dello schema corporeo possiamo proporre queste schede didattiche.
Existe mucho debate sobre los peligros de la inteligencia artificial (IA) , aunque poca gente comprende qué es y cómo funciona en realidad. Más allá del uso que podamos hacer de esta herramienta creada por y para personas, la verdadera pregunta en los tiempos de la IA sería: ¿Qué significa ser humano?.
En esta página puedes aprender el vocabulario relacionado con el cuerpo humano. Además, hay muchas actividades con las que puedes aprender y practicar.
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A los tres años de edad la pequeña Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena , su segunda esposa, perdió al mismo tiempo a su madre y su rango. Ambos sucesos fueron obrados por su padre que hizo decapitar a su esposa acusada de adultera y declaro bastarda a su propia hija. Pero aunque alejada de la corte , la niña tuvo buenos maestros con los que, gracias a su inteligencia natural, pudo adquirir una cultura bastante amplia y una sólida formación clásica. Cuando contaba con unos diez años de edad, por obra de la bondadosa Catalina Parr, sexta esposa de su padre, retornó Isabel a la corte, protegida por esta reina que, poco después, logró que el rey Enrique hiciera reconocer ante el Parlamento la legitimidad de Isabel y la de su hermanastra mayor, María. Durante esos últimos años del reinado de su padre, Isabel mantuvo una fuerte unión con el heredero de la corona, el niño Eduardo, quien, como ella, era luterano, mientras que María era católica. Y entonces, la religión contaba mucho. Tras la muerte de Enrique VIII asumió el trono el principito Eduardo VI, de tan sólo diez años, por lo que fue dominado por su tutor y sus favoritos, que gobernaron por él. Y su débil constitución lo llevó a morir tempranamente, cuando sólo contaba con dieciséis años. Isabel se sintió otra vez aislada, sobre todo por las diferencias religiosas con la nueva reina, su hermanastra María. Se dice que, no obstante, se negó a tomar parte en la conspiración católica encabezada por Tomás Wyatt; pero, sin embargo, resultó sospechosa de connivencia con los conspiradores y, tras la desarticulación de la conjura, la soberana la hizo encerrar en la Torre de Londres. Siempre aferrada a la realidad y oportunista, Isabel aparentó profesar nuevamente el catolicismo, y fue liberada y recibida en la corte. Entre conspiraciones, Isabel es coronada... María, la soberana hija de Catalina de Aragón, se había casado ya, casi cuarentona, con su tío Felipe II, por el que experimentaba un gran amor no correspondido; pero en vano había intentado tener hijos, pese a atribuirse varios embarazos que no fueron sino producto de la histeria y la hidropesía. Muy resentida su salud, murió entonces María sin dejar herederos y subió al trono Isabel. A los veinticinco años comenzó Isabel l un reinado que se prolongó durante más de cuatro décadas y durante el cual se sentaron las bases del imperio británico. La corona le fue ceñida en un período pleno de circunstancias adversas para su reino: otros pretendientes al trono conspiraban contra ella; a los grandes enfrentamientos religiosos se sumaba la debilidad económica del Estado; y para colmo, Inglaterra se hallaba envuelta en una sangrienta guerra con Francia. Por eso, en un primer momento, se evaluó la conveniencia de un enlace matrimonial con el viudo Felipe II, de quien se dice que estaba enamorada, enlace que fortalecería el papel de ambos países en el ámbito europeo. Pero la casi pactada unión se frustró porque, según los informes presentados al rey católico, Isabel tenía algo que la incapacitaba para el matrimonio, posiblemente una malformación genital, lo que motivó el rechazo español a la proposición inglesa. Si ese casamiento se hubiera efectuado, quizá Isabel no se habría inclinado tanto al anglicanismo, al que declaró religión oficial, comenzado casi de inmediato la persecución de los católicos y los calvinistas, lo que provoco su excomunión por obra del Papa Pío V. Quizá también de resultas de la comprobación de su estado físico, fue que Isabel declaró ante el Parlamento, que deseaba verla casada y con descendencia, que era su firme propósito el de permanecer soltera. Y el logro de tal decisión fue lo que condujo a que esta reina fuera llamada la Reina Virgen, lo que en realidad no parece haber sido cierto a pie juntillas, ya que se comentaba que otorgó su “íntimo afecto” a buen número de favoritos (entre los que se destacan Robert Dudley, primer conde de Leicester, sir Walter Raleigh y Robert Devereux, segundo conde de Essex). Los primeros devaneos de Isabel, siendo aún una adolescente, fueron con Tomás Seymour, joven hermoso, apuesto, tan hábil con la palabra como con las armas, pero ambicioso y carente de escrúpulos. Este acarició la esperanza de casarse con Isabel. pero debido a la oposición que halló en su hermano mayor, regente del reino, desvió sus atenciones hacía la viuda Catalina Parr, con la que al fin se casó. Al quedar prontamente viudo, volvió otra vez su atención a la quinceañera Isabel y se dice que, aprovechando la promiscuidad que entonces imperaba en todas las grandes casas “solía ingresar al amanecer en el dormitorio de ésta, y luego de apartar las cortinillas del lecho, la despertaba besándola, la acariciaba, le hacía cosquillas, fingía querer entrar en su lecho, la hacía levantarse medio desnuda, la perseguía a través de la alcoba, le daba grandes palmadas en el trasero y todo concluía entre risotadas”. "La Iglesia anglicana, consolidada por Isabel I, nació de un tácito compromiso entre el catolicismo y el calvinismo surgido en el continente europeo. Si bien su doctrina ponía el acento en la responsabilidad individual y en la interpretación personal de la Biblia, el sistema jerárquico establecido fue un calco de la jerarquía católica, así como las devociones y la liturgia apenas se diferenciaron de las romanas: similares cometidos de obispos y sacerdotes -con la única diferencia de que a los anglicanos se les permitía el matrimonio-, realismo de los sacramentos, conservación de las festividades de los santos y de los días de ayuno y abstinencia. Esta síntesis de catolicismo y calvinismo ha creado tensiones a lo largo de la historia del anglicanismo" Si tras estos preliminares la niña conservó su virginidad, es un misterio de la historia. Lo cierto es que esta buena acogida lo decidió a encabezar un complot para casarse con Isabel y acceder al trono inglés, pero fue descubierto y decapitado junto con sus principales cómplices. E Isabel no vaciló en escribir al regente desmintiendo enérgicamente “los rumores que circulan, altamente perjudiciales para mi honor . Y el epitafio que pronunció con respecto a su pretendiente ejecutado fue: “Hoy ha muerto un hombre de mucho ánimo y muy poco juicio”. Pero este episodio la sosegó y así no se oyeron mentar públicamente otros amoríos hasta que, ya coronada reina, y después de declarar ante el Parlamento que estaba casada con su reino y que no le faltaban hijos, ya que consideraba a todos sus súbditos como tales, se entregó a un marcado coqueteo con lord Robert Dudley, joven con el que había ya simpatizado cuando ambos coincidieron como prisioneros en la Torre de Londres. Era el tal Robert un mozo apuesto, siempre vestido con lujo a la última moda, bravo duelista, hábil jugador de pelota, amante del arte y buen tañedor de laúd, es decir, un perfecto cortesano. Aunque Isabel negó toda relación íntima por él, lo cierto es que lo había hecho su caballerizo mayor, cargo que le permitía gran familiaridad con ella; le había asignado habitaciones muy cercanas a las suyas, y a las que acudía a cuidarlo si enfermaba; lo colmaba de gracias y de regalos; se entristecía claramente cuando él se alejaba, y le hacía tremendas escenas de celos. Por tanto, no era extraño que se lo considerara su amante. Pero si Dudley pretendía llegar al casamiento con la reina debía desembarazarse de un serio obstáculo: su esposa. Y paradójicamente, ésta murió al caer por una escalera. Isabel se negó a creer en un crimen de su favorito pero, toda intención de boda, si la hubo, quedó trunca. Ella manifestó: “Se ha dicho que sólo amaba a Sir Robert Dudley porque estaba casado, pero ahora no lo está y yo no me caso tampoco . Y hasta pretendió, tiempo después, hacerlo casar con su prima María Estuardo, entonces reina de Escocia. Y quizá para consolarlo por el rechazo de aquélla, lo hizo conde de Leícester. Le guardó siempre un rinconcito en su corazón, ya que tras la muerte del favorito, guardó, entre lágrimas, un papel doblado en un precioso cofrecito, encabezándolo: “Su última carta”. Los favoritos de la Reina: Walter Raleigh,pirata a quien la soberana ennoblecíó otorgándole el dictado de Sir, colmó de elogios a la que decía amar en poesías amorosas que le dedicaba bajo el apodo de Cintia. Por algunos años fue su favorito hasta que, ya próximo a la cuarentena, fue desplazado por el veinteañero conde de Essex. Sintiéndose quizá ya ajeno al ámbito real, Sir Walter se casó con una amiga de la reina, llamada también Isabel; pero la orgullosa soberana, que no admitía el menor acto independiente de su voluntad, hizo que el “rebelde” pasara la noche de bodas encerrado en la Torre de Londres. Luego fue desterrado definitivamente de la corte, pero siguió demostrando su adhesión a la reina fundando en tierras americanas la colonia a la que, en su honor, llamó Virginia. Su otro gran favorito fue Robert Devereux, conde de Essex, del que se apasionó. Robert contaba con veinte años, y era un jovenzuelo apuesto, de hermoso semblante, bailarín elegante, apasionado cazador e hijastro del desaparecido Dudley. Decían las malas lenguas: “Milord de Essex no se marcha de casa de la reina antes de que los pájaros de la mañana hayan comenzado a cantar”. Pronto sería caballerizo mayor y caballero de la Jarretera; pero no consiguió la reina domesticarlo a su gusto pues el joven trataba de probarse en empresas heroicas y además era arrogante y orgulloso. Y la violencia de su carácter le hizo declarar en público, cuando ya había perdido el favor de la soberana: “Su Majestad es ahora una vieja tan cochambrosa y retorcida de espíritu como de cuerpo’. Esta fue una puñalada que Isabel no pudo soportar y, en consecuencia, obró la ruina del que fuera su último amor. Pero como Essex fuera sumamente popular, Isabel tuvo que demorar su venganza. El conde encabezó un golpe de Estado para ponerse a la cabeza del Consejo Real, pero sólo halló su ruina. Denunciado el complot, Essex fue declarado traidor y el tribunal que lo juzgaba lo condenó a la pena establecida para tal caso: horca seguida de castración, destripamiento y descuartizamiento. Pero Isabel moderó la pena, contentándose con que lo decapitaran. Con esto comenzó la verdadera vejez de la reina. Isabel era una verdadera autócrata pero tuvo la inteligencia de saber rodearse de un excelente equipo de consejeros y colaboradores. Aunque todo lo decidiría por sí misma durante su reinado, supo apoyarse en sus ministros pero, siempre absolutista y vanidosa, atribuyó sus éxitos a sí misma y sus errores a esos ministros. Durante su reinado se pactó la paz con Francia; se inició el desarrollo industrial y económico inglés; prosperó el comercio nacional; se restableció la confianza en la moneda del país; se inauguró la Bolsa Real de Londres y la Cámara de Comercio. Todo ello otorgó prosperidad sobre todo a la nobleza y a la alta burguesía. Pero lo que resultó novelesco fue el apoyo que la reina prestó a los piratas, algunos convertidos en corsarios y, los más exitosos, ennoblecidos, cuyos saqueos a los galeones españoles o cuyo tráfico negrero, apuntalaban las finanzas reales. Pero el gran problema de Isabel fue su prima católica, María Estuardo, la destronada reina de Escocia que se refugiara en Inglaterra y a la que ella hiciera encarcelar en la Torre de Londres, debido a que los católicos la consideraban la verdadera reina de Inglaterra cuyo trono habría usurpado la entonces soberana. Tras dieciocho años de reclusión en diversos castillos y prisiones, se descubrió un complot para asesinar a Isabel y suplantarla por la prisionera a raíz de lo cual la reina, que no vacilaba en seguir el método de su padre, hizo decapitar en la torre londinense a la infortunada María. Este hecho dio pie al católico Felipe II, afectado durante años por los ataques de los piratas de Isabel, para declarar la guerra a Inglaterra y hacer preparar una gran escuadra, a la cual se titulará la Armada Invencible, para invadir las islas británicas. “La invencible” fue vencida por tres factores: la inutilidad del rey para dirigirla, los contratiempos climáticos y la acción de los marinos ingleses, a muchos de los cuales la piratería había convertido en excelentes marinos y luchadores plenos de artimañas. Tras la derrota de esta armada, Inglaterra se impuso como potencia marítima. Y no debió poco de esa supremacía al pirata ennoblecido, Sir Francis Drake, al que los españoles llamaban “el Dragón”, y quien fue el primer inglés en dar la vuelta al mundo, cuya primacía correspondía al español Sebastián Elcano. "Las bases de una gran potencia: La derrota española de 1588 file el hecho fundamental para que Inglaterra, favorecida por las brillantes dotes de estadista de Isabel I, se convirtiese en una gran potencia naval y colonial. Previamente, la reina puso orden en el caos financiero que dejó María Tudor. El proceso expansionista había empezado en 1555 con la creación de la Compañía de Moscú a raíz del descubrimiento y la explotación de los grandes bancos de pesca de Terranova. Una flota mercante cada día más grande abrió rutas comerciales, que incluyeron el ignominioso tráfico de esclavos africanos. La corona no vaciló en usar barcos piratas, capitaneados por Hawkins, Drake, Frobisher y otros, que no dieron tregua en las rutas comerciales que explotaban España y Portugal en el Atlántico sur y el Caribe. En 1584. sir Walter Raleigh fundo la primera colonia inglesa en America del Norte, en Virginia •nombre elegido en homenaje a Isabel, llamada la Reina Virgen, y en 1600 se creó la Compañía de las Indias Orientales. El capital obtenido se invirtió en nuevas empresas comerciales, industriales y financieras por acciones, lo que llevó a crear la bolsa de Londres, en 1571" Veamos ahora cómo era la vida de la corte inglesa bajo el reinado de Isabel I la reina se había erguido como dueña absoluta del poder, convirtiéndose casi en un ídolo, Todo se centraba en ella, que no gustaba oír mencionar a sus padres ni hablar de sucesores. Para ella sólo existía su presente, que estaba constituido por su poder, su gobierno y su nación. Orgullosa y muy vanidosa, siempre se presentaba con ropas fastuosas y sumamente alhajada, y los cortesanos le debían rendir la mayor pleitesía, saludándola genuflexos (es decir, inclinados reverentemente y con la rodilla en tierra). Los servidores le presentaban las viandas de rodillas o las colocaban en esa posición en la mesa aun cuando ella no estuviera presente. Cuando en las grandes solemnidades se mostraba en público, lo hacía precedida por un gran séquito de magnates y caballeros que lucían todo el esplendor de sus insignias, órdenes nobiliarias y condecoraciones sobre sus ricos vestuarios y desfilaban con la cabeza descubierta en señal de reverencia a su majestad. Tras ellos iban los portadores de las insignias de su poder: el cetro, la espada desenvainada y el gran sello real. Y ella cerraba el cortejo luciendo un riquísimo atuendo sobre el que portaba una magnífica capa, recamada con perlas y piedras preciosas, mostrando la imagen de un verdadero ídolo. La muchedumbre congregada a su paso o en la capilla a la que se dirigía profería al unísono, la exclamación: iDios salve a la reina! Pero quizá el mayor galardón de su reinado haya sido la pléyade de grandes pensadores, poetas y dramaturgos que produjeron, en su época, el florecimiento de la literatura inglesa y entre los que se destacan personalidades tan ilustres como Edmund Spenser, Christopher Marlowe, Ben Johnson y William Shakespeare. Ya al final de su reinado, la popularidad de Isabel disminuyó a causa de sus grandes gastos y su abuso del poder real. Además, su último favorito, Robert Devereux, dirigió una conspiración contra ella, por la cual la reina ordenó decapitarlo. Desconsolada por esa pérdida pasó sus últimos años tristemente sola y enmascarándose casi para ocultar una vejez que detestaba. Murió, negándose a hacerlo, en un lecho, sobre cojines y almohadones, rodeada por sus cortesanos más fieles, a los setenta años de edad, y tras cuarenta y cinco años de reinado. PARA SABER.... LA REFORMA INGLESA empezó cuando el rey Enrique VIII (1491-1547), se divorció de su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536), para casarse con Ana Bolena (h 1507-36). Al no concederle el divorcio el papa Clemente VII (1478-1534), Enrique VIII rompió con la iglesia católica romana y se erigió como jefe supremo de la iglesia protestante de Inglaterra. COMPROMISO RELIGIOSO Al igual que su padre, Isabel I (1533-1603) fue una reina protestante. Esto significaba que ella, no el Papa, era la cabeza de la iglesia de Inglaterra. A pesar de ello, su política religiosa respetó el compromiso adquirido entre el catolicismo romano y el protestantismo. PROBLEMAS FINANCIEROS La Inglaterra isabelina sufrió una inflación muy alta, el precio de la comida era más elevado que los sueldos. Al mismo tiempo, muchos campesinos no tenían modo de ganarse la vida al cambiar el sistema de propiedad de la tierra, de campo abierto a granjas parceladas (enclosuré). Los que quedaban excluidos se apiñaban en el campo y en las ciudades, sometidos a unas condiciones paupérrimas. LEYES SOBRE LOS POBRES Isabel estableció varias medidas para combatir la pobreza y los delitos menores. Las leyes isabelinas sobre los pobres diferenciaban a la gente enferma e indefensa de los maleantes bien alimentados o vagabundos. Los pobres sin ningún recurso eran ayudados por la caridad local mientras que los vagos eran azotados o marcados con hierro candente. LA CORTE Y EL PROGRESO REAL Isabel I propició que los nobles más poderosos vivieran en su corte con el fin de vigilarles de cerca e impedir las rebeliones. Si sus cortesanos se casaban sin su permiso eran tratados como traidores. Siempre otorgó gran importancia a su aspecto y vestía muy bien, como puede verse en los retratos que de ella nos han llegado. También solía pasar temporadas en casas de campo de importantes nobles. LA REINA VIRGEN En un principio, la decisión de no contraer matrimonio preocupó mucho a los ministros de Isabel I. Aunque tenía sus favoritos, como Robert Dudley (1532-88), decidió permanecer soltera y se la conoció como la Reina virgen. Es posible que estuviera influenciada por el destino de su madre, Ana Bolena, decapitada por orden de su marido Enrique VIII. Al ser soltera, se podía dedicar por entero a Inglaterra. Su largo reinado proporcionó gran estabilidad al país. No tuvo descendencia. http://www.portalplanetasedna.com.ar/isabel1.htm
Exercício de correspondência. - Apostilas
Parece ser, o eso se rumorea al menos, que se está gestando un partido de corte regionalista en Murcia. No sería el primer intento, si bien es posible que, desde las actuales circunstancias, esta vez el intento cuajara. Yo no me considero partidario de las formaciones políticas que pueden devenir en nacionalismos corraleros que terminan mirándose su propio ombligo. Nunca me han gustado. Sin embargo, reconozco su relativa utilidad. Desgraciadamente, esta región nuestra ha padecido el resultado de los regionalismos ajenos y su influencia desde el centralismo en sus propias carnes, fuesen las siglas que fuesen las que estuviesen en Madrid, sin distinción alguna. Todas han maltratado desde el gobierno a sus pupilos murcianos por igual, en beneficio de otras fuerzas regionalistas foráneas. Es triste reconocer su necesidad por las regalías que obtienen de los partidos que castigan a sus propios, pero así son las cosas en la política española. Murcia no es una región de fuerte sentimiento regionalista. Lo prueba el hecho simple y simplón de que toda una región confunde su personalidad con la de su capital, cuando la realidad es que un murciano es mucho más que un huertano. Algo más variado y múltiple. Sí… lo sé, esto puede parecer una simplicidad, pero lo simple siempre demuestra lo complejo. El que ahora pueda tener cierto sentido el que la maceta del regionalismo político no se seque, se debe quizá a los dudosos tiempos de indefinición territorial que vivimos. El abanico parlamentario que parece dibujarse facilita otras visiones distintas, otras concepciones diferentes. Si persiste el actual modelo, un partido de sentimiento regional no desdice del resto, visto lo visto. Otra cosa es si se avanza en el modelo confederal de Estado. Si Murcia termina por ser una pequeña nación federada es un tanto absurdo que tenga a su vez un partido de corte ombliguero, salvo que el federalismo sea histórico y constitucional (muchísimo más real que el político) y solo lo conformen los siete reinos institucionales de nuestro escudo nacional, que son los que formaron la unidad de España, en cuyo caso Murcia sería una región del histórico reino de Aragón, y entonces, sí que necesitaríamos un cantonalismo trompetero que anunciase que somos herederos políticos de Antonete Gálvez… Por cierto, que si así se llevara a cabo, podríamos ser, como Gran Bretaña, otro Reino Unido II europeo...Mola… En Eurovisión tendrían que distinguir entre Royaume Uní Brithis y Royaume Uní Spanish… thri point. ¡Qué ilu, MariPilu..!. Y es que, bromas aparte, el estado federal que propugna el Psoe como solución al problema territorial que tiene nuestro país no es, en absoluto, una mala idea. Más bien lo contrario, se darían las máximas competencias a todos por igual, sin agravios comparativos de comunidades históricas, puesto que todas serían históricas. Sin discriminaciones de tipo histórico. Café para todos. El problema, si acaso, estaría en que 17 estados de entidad artificial y artificiosa sería un auténtico disparate, una asanada. Como lo es ahora. Lo lógico, lo de sentido común, lo razonable, es que sean los históricamente auténticos. Entonces sobrarían 10 comunidades, entre ellas la propia Catalunya, que volvería a la corona de Aragón, que es la verdadera historia. Pero como son como son, yo propongo que se le cambie el nombre por Catalagón, y que conserven cuanta estelada, barrada, burrada o burretina… perdón, barretina y butifarra quieran, y que se hermanen la Montse y la Pili, pues, a la postre, Virgen, como madre, ná más que hay una… Y entonces, sí, desde estas tierras mursiyanas arrebatadas a la corona mora de Graná, como el que tenía un tío allá, quizá que un PRM tenga algún sentido y pueda servir de algo, como partido charnego reivindicativo… O si las cosas siguen como están, que nos tratan como al tontolpueblo, pues también, pero, de momento, yo creo que lo prudente es esperar a ver cómo leches se va a organizar el circo. Si a todos los animales nos dan agua, pos fale, pero si nos burrean, como ahora y siempre, pues en vez de maullar como gatos habrá que rugir como leones…. Vamos, digo yo.
Seguramente, en el día a día no eres consciente de la cantidad de movimientos simultáneos que deben producirse para que puedas desplazarte de forma fluida.
Los proyectores tenemos un aura penetrante, y se le llama así porque penetra el centro G, en el centro de la identidad de la persona, con el fin de conocerla a un nivel más profundo. Así que nuestra aura comienza como una esfera, y termina en punta enfocada en el otro.
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Este flipbook me encanta, tiene colores vivos y muy bonitos, en él, hemos tratado de resumir los sentidos de una manera sencilla y divertida. Grapamos todos menos la portada que va pegada. IMPRIMIR El niño está sacado del siguiente enlace: https://www.myeasybee.com/products/boy-puppet-black-white-color-it En el sobre guardamos el oído. El oído está sacado del siguiente enlace: https://www.actiludis.com/2014/08/08/soy-todo-oidos-el-oido-interno/ Los diferentes colores muestran los distintos tramos del oído.