La piedra, en comparación con otros materiales de construcción, presenta la ventaja de tener mayor durabilidad, por ello ha sido ampliamente utilizada en la construcción durante siglos. Todas las construcciones están sometidas a la acción de una serie de agentes externos que condicionan su evolución a lo largo del tiempo. Estos agentes son conocidos como factores de alteración y se definen como aquellos parámetros capaces de provocar cambios perjudiciales en ciertas propiedades, manifestándose en formas de indicadores de alteración a través de determinados mecanismos. Por tanto, estos factores de alteración condicionan el comportamiento de los materiales en una obra. Particularizando para el caso de la piedra, los factores de alteración los podemos considerar de dos clases; por un lado, los externos, que condicionan en gran medida las transformaciones que sufren los materiales que constituyen la obra. Y, por otro, la propia estructura y los materiales de la pieza, que conforman los factores intrínsecos de alteración y que dependen de las características del material pétreo, definiendo su evolución natural. Entendemos por alteración el cambio de propiedades que experimenta la piedra cuando, ante variaciones del medio que la rodea, evoluciona hacia situaciones de nuevo equilibrio. Cuando la alteración conduce a una pérdida de propiedades la llamamos degradación, y cuando se incluye esta degradación en un contexto más amplio, como es un edificio o una unidad de este, se denomina patología. En este contexto, las patologías son problemas inherentes asociados al proceso constructivo y a la evolución de las propiedades de los materiales, que pueden aparecer en el edificio con posterioridad a su ejecución. Así, la piedra natural puede sufrir alteraciones originadas por diferentes factores de alteración como el ataque de distintos agentes agresores y sus combinaciones: agua, sales, organismos, acción antrópica… Los factores causantes pueden agruparse en seis apartados: Factores intrínsecos. Factores ambientales. Factores de uso. Factores biológicos. Factores de tensión. Factores incompatibles: tipo de material, cálculo, selección, colocación… Estos últimos son los más susceptibles de poder ser minimizados, permitiendo detectar: Defectos del material pétreo: por causas naturales, de extracción, de transporte o de colocación. Elección inadecuada del material: tipo, acabado, tratamiento o uso. Dimensionamiento incorrecto del producto: por desconocimiento de las características físicas o mecánicas. Defectos de ejecución: mano de obra no cualificada, sistemas de colocación inadecuados (anclajes, morteros, etc.). Falta de mantenimiento o mantenimiento inadecuado. Cada uno de los factores citados por separado o su combinación producen mecanismos que originan dentro de un edificio patologías que se pueden manifestar de diferente forma y que se conocen como indicadores de alteración, a modo de desprendimientos, roturas, fisuras, oxidaciones, deficiencias ornamentales…; pudiendo contribuir a la ruina de la obra o a problemas estéticos de muy diversa índole. Por tanto, el conocimiento y el asesoramiento previo en el uso de un producto tan noble, bello y duradero como la piedra natural en el proceso constructivo permite disfrutar de un material considerado casi eterno, pero que puede perder su valor funcional, artístico o estético debido a la alteración de sus características iniciales, producto en algunos casos de un proceso patológico predecible. Juan José Tejado Ramos y José María Ávila Macías. Instituto Tecnológicode Rocas Ornamentales y Materiales de Construcción (Intromac). Fuente: Revista BIA
El estudio de arquitectura y diseño londinense William Tozer Architecture & Design firma esta reforma de una vivienda unifamiliar de estilo victoriano. Me gusta el contraste entre las partes an…
Image 8 of 20 from gallery of Ixi’im Restaurant / Jorge Bolio Arquitectura + Lavalle + Peniche Arquitectos + Mauricio Gallegos Arquitectos + Central de Proyectos SCP. Photograph by Eduardo Calvo Santisbón
This is a pair of antique French doors from the Directoire period (1790s to Early 1800s). The wood is most likely poplar. The doors have magnificent, hand forged ironwork on the interior side. The locking system, called cremone, has two round knobs which are attached to vertical rods: one moves the rod upward, while the other sends it down into the rings attached to the doors' frames. The thick iron hinges are attached with large C and S scroll decorative strapping. The exterior sides of the doors have raised wooden diamond point decoration on the bottom panel, typical of the Directoire period. The middle panel is adorned with a raised horizontal diamond point. The top rectangular panel is offset by a raised Directoire panel with a bronze plated letter slot. The other door has a knocker in the shape of a fist. And finally, the diamond shaped iron filets surrounding these panels are in fact what affixes the bolts to the interior iron strapping. The backings of the interior side appears to be pine. The doors were stripped and clean, formerly a deep blue.
To most people, an infinity pool is something that only exists at top of the line vacation resorts. In fact, over the last several years, these very cool