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Lugar que en la teología corresponde al tratado “De los Ángeles» Considero al tratado de los como uno de los temas más difíciles de desarrollar, dejando de lado el de la Santísima Trinidad, por su complejidad y por ser seres puramente espirituales que están más allá de la metafísica y se elevan a lo puramente teológico y espiritual. Por otro lado siempre ha existido en el hombre un deseo innato en estudiar a estos espíritus puros en lo que más se pueda para comprender su forma ser y de de obrar. La ignorancia de la existencia de estas criaturas puramente espirituales es causa, en la actualidad, de muchas desviaciones, desvaríos y aberraciones que nos conduce a inventar una “supuesta” serie de extraterrestres de formas y figuras propias de la imaginación humana y del delirio de las mentes habidas de encontrar en ello un mórbido deseo que alimente o llene el hueco que ocupaba Dios en otras épocas de la humanidad. Hemos llegado, por otro lado, a un paganismo más radical e inhumano peor que aquel paganismo antiguo que tenía una razón de ser el de colmar un deseo religioso en el cual encontraban su razón de existir, pero el de ahora no tiene razón de ser ni de existir que conduce al nihilismo o sea al suicidio porque en él se encuentra la nada y, como se dice en teología, “la nada, nada es”. Quien, con la gracia de Dios, quiera entrar en el estudio de este tema tan elevado deberá pedir necesariamente la luz divina que ilumine su entendimiento y tener paciencia ante los escollos que se encuentre porque esta ante el umbral de lo más abstracto que la mente humana haya conocido dejando de lado, como ya dije, el tratado de Trinitatis donde la mente toca la eternidad de la substancia más simple y más abstracta por excelencia que es Dios mismo. Sin más por decir sedo el lugar a la introducción general de Santo Tomas aconsejando que en este tema recurran a quien esto escribe en las dudas que tengan siempre con el afán de esclarecer y rehuyendo la crítica en sí misma y la curiosidad ociosa: INTRODUCCION AL TRATADO DE LOS ANGELES Lugar que en la teología corresponde al tratado “De los Ángeles» Entre las pruebas para demostrar la existencia de Dios, admirable y sabiamente compendiadas por Santo Tomás en las llamadas cinco vías, la cuarta nos lleva al conocimiento de la existencia y perfecciones de la primera Causa por la existencia y perfecciones de sus múltiples efectos. De ahí que para llegar al conocimiento de Dios, posible a la razón humana con la sola luz natural, puedan y deban considerarse esos, efectos. De ahí que para llegar al conocimiento de Dios, posible a la razón humana con la sola luz natural, puedan y deban considerarse esos efectos. Fuera de la fe, es este el único medio a nuestro alcance, basado en la objetiva realidad de las cosas, medio, por lo demás, legitimo, fundándose en las Sagradas Escrituras y en la tradición patrística, ha sido además sancionado por el magisterio de la Iglesia, la cual reiteradamente lo propugna hasta llegar a la solemne definición del Concilio Vaticano primero: “Si alguno dijere que la luz natural de la humana razón no puede conocer con certeza, por medio de las cosas creadas, al Dios único y verdadero, Creador y Señor nuestro, sea anatema” (Denz., n. 1806) Por eso después de considerar a Dios en sí mismo, como autor y primera causa de las cosas creadas, lógicamente viene a tratar de las criaturas, con cuyo conocimiento se perfecciona el que de Dios es dado tener naturalmente en este mundo, y, siguiendo el orden establecido en la división general de la SUMA TEOLOGICA, al tratado de Dios Uno y Trino debe seguirle la consideración de los seres creados, y entre todos primeramente, después de la creación en general el tratada dé los ángeles que encuadra perfectamente en la consideración de Dios como primer principio eficiente del mundo, consideración que cae de lleno dentro de la Primera Parte, en el apartado correspondiente a la distinción de las criaturas como se indica en el prólogo a Ias cuestiones 44 y 50. Dios, uno en esencia y, por sus operaciones ad intra, trino, en personas, es por sus operaciones ad extra primera causa eficiente de todo cuanto existe y tiene entidad positiva. Siendo, pues, los ángeles entidades positivas que entre todos los seres creados tienen el supremo grado de perfección, siguese que después de tratar de Dios en sí mismo, de su existencia, naturaleza, operaciones y de su bienaventuranza, y supuesta asimismo la producción por Dios de las criaturas, se trate de la distinción de éstas entre sí, no sólo en general ni en cuanto consideradas como buenas o malas, sino también en particular, en cuanto se distinguen en espirituales, corporales y mixtas, consiguientemente de los ángeles. Importancia de este tratado No han faltado incluso teólogos que han hecho menor aprecio de este hermoso tratado de los ángeles, basándose; como indicaremos, en que creen ser poco lo que la revelación divina nos dice acerca de ellos y en que parece no ser mucho lo que la pura razón puede demostramos. Sin embargo, para el llamado con razón Doctor Angélico por antonomasia y para sus mejores discípulos y comentadores es este tratado verdaderamente egregio, y en él Santo Tomás, con su penetración de un genio, no sólo llega a la sublimidad angélica en el raciocinio, sino que establece, por decirlo así, y desarrolla toda la trama de su sistema Intelectualista realista, sentando o más bien haciendo acertada aplicación en cada caso de las doctrinas y principios metafísicos y psicológicos que integran el todo orgánico del insuperable sistema tomista. Tuvo siempre para nuestro Santo un atractivo especial el estudio de los ángeles, dé los que se ocupa en muchas de sus obras y sobre los que compuso hasta un tratado peculiar. Impedida por la enfermedad de asistir al coro para cantar a imitación de los ángeles, Ias divinas alabanzas, escribió un opúsculo (edic. MANDONN1;T, París 1927, t. I, páginas. 70-144) sobre los ángeles o substancias separadas, dedicado a su compañero Fr. Reginaldo de Priverno, en cuyo prólogo, que, además del celo del teólogo, refleja el alma del santo, escribe: "Puesto que no podemos participar de las sagradas solemnidades de los ángeles, no debemos dejar pasar vanamente el tiempo de la devoción, sino más bien compensar con el estudio lo que falta a la ocupación de salmodiar las divinas alabanzas Tratando, pues, de manifestar las excelencias de los ángeles, parece conveniente empezar par aquellas cosas que la humana conjetura juzgó acerca de ellos, de tal forma que, aceptando cuanto encontremos conforme con la fe, refutemos lo que repugna a la doctrina católica" (edíc. cit., p. 70) No estará de más dar a conocer en esta Introducción, de una manera sucinta y breve, los principales lugares, distintos de la SUMA TEOLÓGICA, en las que el Angélico Doctor trata de los ángeles y en los que expone la doctrina que aquí nos enseña, salvo ciertas modificaciones en que su mentalidad sufrió alguna evolución, perfeccionándose hasta plasmarse en la doctrina definitiva de este tratado, como, se hará notar oportunamente. Dejando a un lado los comentarios a la Sagrada Escritura, en los cuales muchas veces el texto bíblico, le daba ocasión para Indicaciones breves sobre los ángeles véase, por ejemplo, In Isaíam, cap, 3; In Job, cap. 4, lect, 3; In Joannem, cap, 18, lect. 6; Ad Romanos, cap. 8, lect. 38; capitulo 13. lec 9; Ad Ephesios 8, cap. 1, lec. 10; cap. 13, .lect. 10; Ad Hebr., cap, 1, Iect. 13; 1, ad Corinthios, cap, 1, lect, 11 y 21; 'cap. 2, lect. 3; cap. 6, Iect, 3; cap. 13, lect.: 1; cap. 15; Il od. Cor., .ca, .p. 11, Ject. 14); Y haciendo caso omiso, también de no pocos lugares de sus obras en los que ocasionalmente se ocupa de las substancias espirituales, cuyas citas sería demasiado prolijo enumerar, limitémonos a reseñar las obras y lugares en que más de intento se ocupa de los ángeles el santo Doctor, bien sea bajo este nombre, bien bajo el de substancias separadas, intelectuales, inmateriales, espirituales, etc. El elenco de obras escritas por Santo Tomás, tan rico y variado en títulos y sujetos, no es menos expreso y abundante en doctrina sobre los ángeles, de los que no será una exageración afirmar que trata en la mayor parte de sus obras de carácter dogmático y apologético e incluso en no pocas de índole filosófica. La siguiente relación, confirmará sobradamente la veracidad de nuestro aserto Scriptura super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lontbardi (1254-56), de los que el libro 1 dedica la cuestión 3 y 4 de la distinción 37 al estudio del lugar y movimiento local de los ángeles respectivamente con tres artículos, en cada cuestión, cuyos títulos y contenido son los mismos que los seis artículos de las cuestiones 51 y 56 de la SUMA TEOLOGICA. Esta larga aunque somera síntesis podrá bastar por sí sola para darnos a conocer el aprecio grande en que tenía y la importancia que el Angélico Doctor 'daba al estudio de los ángeles. Mas independientemente de la autoridad del Santo, es evidente la importancia de este tratado, con el cual conocemos mejor a Dios y penetramos más hondamente en la constitución del universo al mismo tiempo que podemos llegar a conocer, con la ayuda que en ello nos presta la fe, cuales deban ser nuestras relaciones con esos seres superiores que quienes Dios se sirve en sus relaciones con el mundo y si desde este punto de vista resulta importante este tratado en todo momento, no lo es menos en estos tiempos, en que el más grosero materialismo trata de negar no sólo los más preciados y nobles valores del espíritu, sino la existencia misma de todo lo que trascienda la materia.
Собор бесплотных сил - 03012020-59.jpg
La sinaxis del general de los ejércitos celestiales, el Arcángel Miguel, y los otros poderes incorporales del cielo, los arcángeles: Gabriel, Rafael, Uriel, Salatiel, Jehudiel, Baraquiel y Jeremiel…
Saint Michel Archange Fête le 29 septembre Le 8 mai, l'Église honore l'archange saint Michel en souvenir de son Apparition sur le mont Gargan. La fête du 29 septembre fut établie un peu plus tard pour rappeler la Dédicace de la basilique construite...
Amadísimo Arcángel Gabriel, Arcángel de la pureza y la resurrección, te amo, te bendigo y te doy las gracias por lo que significas para mí. Carga estos mis decretos con tu amor cósmico y provéeme de tu ayuda, te doy las gracias. Amadísimo Arcángel Miguel, en nombre de la Divina Misericordia de Dios, invocó tu presencia y la de tus legiones de ángeles azules para que protejáis a mis seres queridos y a mí, te doy las gracias. Amadísimo Arcángel Rafael, Arcángel de la curación, de la consagración, te amo y te bendigo, séllame en tu llama de curación y ayúdame a estar consciente únicamente de la perfección, te doy las gracias. Así sea.+ Gracias Arcángeles míos, Miguel, Gabriel y Rafael por los deseos que se que me vais a conseguir, y gracias a mi Ángel de la Guarda que siempre a mi lado esta. Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias y pedir tres deseos imposibles. Repetir todo durante tres días seguidos.
DE LAS JERARQUIAS y COROS ANGELICOS. En los artículos anteriores hemos tratado sobre el número de los ángeles y su diferencia entre sí, es decir, que un ángel no es igual que el otro, esto en virtud de la perfección divina y dl universo, pues cuanto más diferentes sean entre si mas se resalta la omnipotencia del creador y su perfección divina. Pero no se ha comentado de las jerarquías que Dios ha establecido entre ellos lo cual cada jerarquía cuenta con miríadas y miríadas de ángeles lo que hace aun más complejo conocer su número por parte de nuestra inteligencia. Nos apresuramos a advertir al lector que la doctrina que vamos a exponer en este artículo no es de fe, ni ha sido enseñada expresa o formalmente por la Iglesia. Tiene, sin embargo, un sólido fundamento en la Sagrada Escritura y en la tradición católica y ha sido aceptada comúnmente por los teólogos. Rechazada no sería, pues, una herejía formal, pero sí una manifiesta e insensata temeridad. Sin embargo, en su exposición tendremos mucho cuidado en distinguir lo cierto de lo dudoso y la doctrina común de las simples opiniones particulares de los teólogos o tratadistas. Empezaremos con unas sencillas nociones previas en torno a la terminología. a) La palabra jerarquía (de! griego lspóc, sagrado, y ápX1Í, poder) significa potestad sagrada. Se refiere, por consiguiente, a todos aquellos que tienen mando o autoridad sagrada sobre sus subordinados. Por extensión, un tanto abusiva, se aplica también a los que ejercen mando o autoridad política, militar, etc. b) Se entiende por órdenes o coros angélicos los distintos grados que pueden distinguirse dentro de las jerarquías angélicas, en la forma que explicaremos más abajo. A continuación exponemos en forma de conclusiones la doctrina comúnmente admitida entre los teólogos católicos. Conclusión la Los ángeles se distribuyen convenientemente en tres jerarquías: suprema, media e ínfima. Para probar esta conclusión no puede invocarse la Sagrada Escritura ni e! magisterio oficial de la Iglesia, ya que nada nos dicen acerca de ella. El primero en hablar de jerarquías angélicas fue e! Pseudo-Dionisio Areopagita en su clásica obra De caelesti hierarchia. Su clasificación fue aceptada, en general, por los Padres y teólogos posteriores, dado e! enorme prestigio del falso Dionisio, al que identificaban con e! discípulo de San Pablo, del que nos hablan los Hechos de los apóstoles (cf. Act 17,34), que fue el primer obispo de Atenas y murió mártir, siendo canonizado por la Iglesia. La crítica posterior ha demostrado que las obras atribuidas a San Dionisio Areopagita no son suyas, sino de un autor neoplatónico de fines del siglo IV. Para justificar de alguna manera la triple jerarquía angélica descrita por el Pseudo-Dionisio, el Doctor Angélico razona del siguiente modo: P. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR «Han de distinguirse en los ángeles tres jerarquías. Hemos dicho que los ángeles superiores conocen la verdad de modo más universal que los inferiores 2. Esta acepción universal del conocimiento admite tres grados en los ángeles, puesto que pueden considerarse bajo tres aspectos las razones de las cosas sobre que son iluminados los ángeles. a) El primer aspecto es en cuanto que tales iluminaciones proceden del primer principio universal, que es Dios; y este modo compete a la primera jerarquía, que se extiende inmediatamente hasta Dios y que está situada como «en la antecámara de Dios, según la expresión de Dionisio. b) El segundo aspecto es en cuanto que tales razones dependen de las 'causas universales creadas, que en alguna manera ya son múltiples; y este modo de iluminación corresponde a la segunda jerarquía. c) Por último, según que estas razones son aplicadas a las cosas singulares en cuanto dependen de sus propias causas; y este modo es propio de la ínfima jerarquía. Esto se aclarará plenamente cuando tratemos en particular de cada uno de los órdenes o coros angélicos. Conclusión 2. Existen nueve órdenes o coros angélicos, que reciben los nombres de serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. Esta conclusión es mucho más firme y segura que la anterior, puesto que los nombres de esos nueve coros angélicos constan expresamente en la Sagrada Escritura; aunque no puede decirse que sea una verdad de fe, puesto que la Sagrada Escritura no declara que cada uno de esos nombres corresponda a un orden de ángeles distinto de todos los demás órdenes, ni niega la existencia de algún otro orden además de los nueve enunciados. Es, pues, una doctrina seria y probable, pero de ningún modo un dogma de fe expresamente revelado. He aquí algunos textos bíblicos en los que van apareciendo los distintos coros angélicos que hemos enumerado: «Había ante El serafines, cada uno con seis alas (ls 6,2). «Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén un querubín, que blandía flamante espada (Gen 3,24). «Porque en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El» (Col 1,16). «Por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Eph 1,21). El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo..., dijo: Que el Señor te reprenda (ludae 9). «Una vez sometidos a Él los ángeles, las potestades y las virtudes, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios» (1 Petr 3,22). En cuanto a las diversas funciones y oficios que corresponden y desempeñan cada uno de estos nueve órdenes o coros angélicos, nuestro desconocimiento es casi total, ya que nada puede afirmarse con fundamento en la Sagrada Escritura. La tradición cristiana está muy dividida en este asunto y, por lo mismo, no puede esta hacerse tampoco un argumento firme a base de ella. El gran San Agustín reconoce paladinamente su ignorancia sobre esta cuestión. He aquí sus propias palabras «Que hay en el cielo tronos, dominaciones, principados y potestades, lo creo firmemente; que se distinguen entre sí, no me cabe la menor duda; pero en cuanto a decir qué son y en qué se diferencian entre sí..., confieso que lo ignoro totalmente. Sin embargo, a título de curiosidad, recogemos a continuación la opinión de San Gregorio Magno y la del Pseudo-Dionisio Areopagita, que fue el verdadero creador de esta teoría sobre las jerarquías angélicas. SAN GREGORIO MAGNO. Para San Gregorio Magno, la diferencia de los nombres con que se designan los nueve coros angélicos no se refiere a la naturaleza de los ángeles, sino a sus diversos oficios o funciones. Estas funciones son las siguientes: 1. Los ángeles anuncian las cosas de menos importancia. 2. Los arcángeles, las de gran importancia o trascendencia. 3. Las virtudes realizan los milagros. 4. Las potestades mantienen a distancia a los espíritus perversos y les impiden tentar a los hombres a medida de sus deseos. 5. Los principados presiden a los ángeles buenos, disponen lo que éstos han de hacer y dirigen los ministerios divinos que han de cumplir. 6. Las dominaciones dominan de una manera trascendente el poder de los principados. 7. Los tronos asisten a los juicios divinos, sirven de asiento a Dios y son los ejecutores de sus decretos. 8. Los querubines contemplan más de cerca la claridad de Dios y poseen la plenitud de la ciencia. 9. Los serafines, más cerca todavía de su Creador, son como un fuego incomparablemente ardoroso e incandescente de amor. Todas estas funciones de los ángeles, desde la más pequeña hasta la más alta, son para el hombre un ejemplo que debe procurar reproducir en su vida. Esta es la conclusión práctica que saca San Gregorio de la exposición que acabamos de citar. EL PSEUDO-DIONISIO AREOPAGlTA. Como ya hemos dicho, se debe a este autor desconocido la teoría completa sobre la jerarquía celestial. Con gran ingenio y agudeza mental imaginó una organización del mundo angélico armoniosamente coordinada según una escala descendente, que va desde los serafines hasta los simples ángeles. Según él, todos los espíritus angélicos son de la misma naturaleza y no difieren más que por el lugar que ocupan. Pero este lugar les ha sido designado por Dios en razón del orden sagrado de que han sido revestidos, de la ciencia que poseen y de la acción que ejercen. La finalidad de la jerarquía angélica no es otra que "la mayor semejanza y unión con Dios posible. Por lo mismo, cada orden o coro angélico debe, según su .capacidad, imitar a Dios, hacerse su colaborador y poner de manifiesto en sí mismo la eficacia de la acción divina. En cuanto a la pureza, la iluminación y la perfección recibida de Dios, cada orden o coro se aprovecha en primer lugar personalmente, y después las comunica al orden o coro inferior, y éste al siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al último. Sin explicar la razón de ser de cada uno de los nueve coros, el Pseudo-Dionisio, según la enseñanza que pretende sacar de San Pablo, se contenta con una simple descripción. Divide los nueve coros en las tres jerarquías superpuestas de las que hemos hablado en la conclusión anterior, distribuyendo tres coros angélicos a cada una de ellas en la siguiente forma: PRIMERA JERARQUIA. Es la más cercana a Dios, la más inherente y la más unida al Ser divino. La componen los siguientes coros: 1º Los serafines, espíritus incandescentes de fuego y amor, con el que inflaman a los demás. 2º Los querubines, llenos de ciencia divina, que reflejan y con la que iluminan a los demás. 3º Los tronos, cuyo nombre designa un estado eminente. SEGUNDA JERARQUIA. Ocupa un lugar intermedio y sirve de enlace entre la primera, que está en contacto con Dios, y la tercera, en contacto con las criaturas humanas. Está formada por los siguientes coros: 1º Las dominaciones, espíritus libres de toda opresión que, sin el menor temor servil permanecen solícitos ante Dios están continuamente a su servicio y dominan a los espíritus angélicos inferiores. 2º Las virtudes, que, dotadas de una fuerte e invencible virilidad. que manifiestan en todos sus actos deiformes, impiden cualquier disminución de la luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que necesitan. 3º Las potestades, que incapaces de abusar tiránicamente de su poder y siempre invenciblemente dirigidos hacia las cosas de Dios, prestan a los demás ángeles un concurso bienhechor, TERCERA JERARQUÍA. Es la más alejada de Dios y la más próxima al hombre, sobre el que ejercen de continuo su benéfica influencia. Está compuesta por los siguientes coros: 1º Los principados que dirigen las obras ministeriales que han de ejecutarse por orden de Dios. 2º Los arcángeles, encargados de anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales. 3º Los ángeles, que anuncian las cosas de menor importancia. Estas tres jerarquías están unidas las unas a las otras por un punto de contacto entre el último coro de cada una de ellas y el primero de la siguiente, y, dentro de cada una, el coro intermedio sirve de enlace entre el primero y el tercero, como el eslabón de una cadena de la resurrección serán iguales a los ángeles en el cielo (cf. Le 20,36). Tratándose, en efecto, del orden angélico, lo que se refiere a la simple naturaleza es algo puramente material; lo que constituye aquel orden de una manera completiva y perfecta son los dones de la gracia, que dependen de la liberalidad de Dios y no de la naturaleza. Pueden, por tanto, los hombres merecer, mediante los dones de la gracia, tanta gloria que vengan a igualarse con los ángeles en cualquiera de los grados angélicos. Y esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que los hombres bienaventurados son elevados a los órdenes o coros de los ángeles. Comentando esta sublime doctrina, el cardenal Cayetano aclara que no todos los hombres serán elevados a los coros de los ángeles, sino que algunos ascenderán sobre los mismos ángeles, como la Virgen María; otros se mezclarán con ellos, como los apóstoles y los grandes santos; y otros, en fin, quedarán bajo todos los ángeles, como puede racionalmente creerse de los niños que vuelan al cielo inmediatamente después del bautismo (o sea, sin haber contraído todavía ningún mérito personal) y de otros muchos que no alcanzaron en este mundo el grado de gracia de los ángeles inferiores.
DE LAS JERARQUIAS y COROS ANGELICOS. En los artículos anteriores hemos tratado sobre el número de los ángeles y su diferencia entre sí, es decir, que un ángel no es igual que el otro, esto en virtud de la perfección divina y dl universo, pues cuanto más diferentes sean entre si mas se resalta la omnipotencia del creador y su perfección divina. Pero no se ha comentado de las jerarquías que Dios ha establecido entre ellos lo cual cada jerarquía cuenta con miríadas y miríadas de ángeles lo que hace aun más complejo conocer su número por parte de nuestra inteligencia. Nos apresuramos a advertir al lector que la doctrina que vamos a exponer en este artículo no es de fe, ni ha sido enseñada expresa o formalmente por la Iglesia. Tiene, sin embargo, un sólido fundamento en la Sagrada Escritura y en la tradición católica y ha sido aceptada comúnmente por los teólogos. Rechazada no sería, pues, una herejía formal, pero sí una manifiesta e insensata temeridad. Sin embargo, en su exposición tendremos mucho cuidado en distinguir lo cierto de lo dudoso y la doctrina común de las simples opiniones particulares de los teólogos o tratadistas. Empezaremos con unas sencillas nociones previas en torno a la terminología. a) La palabra jerarquía (de! griego lspóc, sagrado, y ápX1Í, poder) significa potestad sagrada. Se refiere, por consiguiente, a todos aquellos que tienen mando o autoridad sagrada sobre sus subordinados. Por extensión, un tanto abusiva, se aplica también a los que ejercen mando o autoridad política, militar, etc. b) Se entiende por órdenes o coros angélicos los distintos grados que pueden distinguirse dentro de las jerarquías angélicas, en la forma que explicaremos más abajo. A continuación exponemos en forma de conclusiones la doctrina comúnmente admitida entre los teólogos católicos. Conclusión la Los ángeles se distribuyen convenientemente en tres jerarquías: suprema, media e ínfima. Para probar esta conclusión no puede invocarse la Sagrada Escritura ni e! magisterio oficial de la Iglesia, ya que nada nos dicen acerca de ella. El primero en hablar de jerarquías angélicas fue e! Pseudo-Dionisio Areopagita en su clásica obra De caelesti hierarchia. Su clasificación fue aceptada, en general, por los Padres y teólogos posteriores, dado e! enorme prestigio del falso Dionisio, al que identificaban con e! discípulo de San Pablo, del que nos hablan los Hechos de los apóstoles (cf. Act 17,34), que fue el primer obispo de Atenas y murió mártir, siendo canonizado por la Iglesia. La crítica posterior ha demostrado que las obras atribuidas a San Dionisio Areopagita no son suyas, sino de un autor neoplatónico de fines del siglo IV. Para justificar de alguna manera la triple jerarquía angélica descrita por el Pseudo-Dionisio, el Doctor Angélico razona del siguiente modo: P. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR «Han de distinguirse en los ángeles tres jerarquías. Hemos dicho que los ángeles superiores conocen la verdad de modo más universal que los inferiores 2. Esta acepción universal del conocimiento admite tres grados en los ángeles, puesto que pueden considerarse bajo tres aspectos las razones de las cosas sobre que son iluminados los ángeles. a) El primer aspecto es en cuanto que tales iluminaciones proceden del primer principio universal, que es Dios; y este modo compete a la primera jerarquía, que se extiende inmediatamente hasta Dios y que está situada como «en la antecámara de Dios, según la expresión de Dionisio. b) El segundo aspecto es en cuanto que tales razones dependen de las 'causas universales creadas, que en alguna manera ya son múltiples; y este modo de iluminación corresponde a la segunda jerarquía. c) Por último, según que estas razones son aplicadas a las cosas singulares en cuanto dependen de sus propias causas; y este modo es propio de la ínfima jerarquía. Esto se aclarará plenamente cuando tratemos en particular de cada uno de los órdenes o coros angélicos. Conclusión 2. Existen nueve órdenes o coros angélicos, que reciben los nombres de serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. Esta conclusión es mucho más firme y segura que la anterior, puesto que los nombres de esos nueve coros angélicos constan expresamente en la Sagrada Escritura; aunque no puede decirse que sea una verdad de fe, puesto que la Sagrada Escritura no declara que cada uno de esos nombres corresponda a un orden de ángeles distinto de todos los demás órdenes, ni niega la existencia de algún otro orden además de los nueve enunciados. Es, pues, una doctrina seria y probable, pero de ningún modo un dogma de fe expresamente revelado. He aquí algunos textos bíblicos en los que van apareciendo los distintos coros angélicos que hemos enumerado: «Había ante El serafines, cada uno con seis alas (ls 6,2). «Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén un querubín, que blandía flamante espada (Gen 3,24). «Porque en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El» (Col 1,16). «Por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Eph 1,21). El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo..., dijo: Que el Señor te reprenda (ludae 9). «Una vez sometidos a Él los ángeles, las potestades y las virtudes, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios» (1 Petr 3,22). En cuanto a las diversas funciones y oficios que corresponden y desempeñan cada uno de estos nueve órdenes o coros angélicos, nuestro desconocimiento es casi total, ya que nada puede afirmarse con fundamento en la Sagrada Escritura. La tradición cristiana está muy dividida en este asunto y, por lo mismo, no puede esta hacerse tampoco un argumento firme a base de ella. El gran San Agustín reconoce paladinamente su ignorancia sobre esta cuestión. He aquí sus propias palabras «Que hay en el cielo tronos, dominaciones, principados y potestades, lo creo firmemente; que se distinguen entre sí, no me cabe la menor duda; pero en cuanto a decir qué son y en qué se diferencian entre sí..., confieso que lo ignoro totalmente. Sin embargo, a título de curiosidad, recogemos a continuación la opinión de San Gregorio Magno y la del Pseudo-Dionisio Areopagita, que fue el verdadero creador de esta teoría sobre las jerarquías angélicas. SAN GREGORIO MAGNO. Para San Gregorio Magno, la diferencia de los nombres con que se designan los nueve coros angélicos no se refiere a la naturaleza de los ángeles, sino a sus diversos oficios o funciones. Estas funciones son las siguientes: 1. Los ángeles anuncian las cosas de menos importancia. 2. Los arcángeles, las de gran importancia o trascendencia. 3. Las virtudes realizan los milagros. 4. Las potestades mantienen a distancia a los espíritus perversos y les impiden tentar a los hombres a medida de sus deseos. 5. Los principados presiden a los ángeles buenos, disponen lo que éstos han de hacer y dirigen los ministerios divinos que han de cumplir. 6. Las dominaciones dominan de una manera trascendente el poder de los principados. 7. Los tronos asisten a los juicios divinos, sirven de asiento a Dios y son los ejecutores de sus decretos. 8. Los querubines contemplan más de cerca la claridad de Dios y poseen la plenitud de la ciencia. 9. Los serafines, más cerca todavía de su Creador, son como un fuego incomparablemente ardoroso e incandescente de amor. Todas estas funciones de los ángeles, desde la más pequeña hasta la más alta, son para el hombre un ejemplo que debe procurar reproducir en su vida. Esta es la conclusión práctica que saca San Gregorio de la exposición que acabamos de citar. EL PSEUDO-DIONISIO AREOPAGlTA. Como ya hemos dicho, se debe a este autor desconocido la teoría completa sobre la jerarquía celestial. Con gran ingenio y agudeza mental imaginó una organización del mundo angélico armoniosamente coordinada según una escala descendente, que va desde los serafines hasta los simples ángeles. Según él, todos los espíritus angélicos son de la misma naturaleza y no difieren más que por el lugar que ocupan. Pero este lugar les ha sido designado por Dios en razón del orden sagrado de que han sido revestidos, de la ciencia que poseen y de la acción que ejercen. La finalidad de la jerarquía angélica no es otra que "la mayor semejanza y unión con Dios posible. Por lo mismo, cada orden o coro angélico debe, según su .capacidad, imitar a Dios, hacerse su colaborador y poner de manifiesto en sí mismo la eficacia de la acción divina. En cuanto a la pureza, la iluminación y la perfección recibida de Dios, cada orden o coro se aprovecha en primer lugar personalmente, y después las comunica al orden o coro inferior, y éste al siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al último. Sin explicar la razón de ser de cada uno de los nueve coros, el Pseudo-Dionisio, según la enseñanza que pretende sacar de San Pablo, se contenta con una simple descripción. Divide los nueve coros en las tres jerarquías superpuestas de las que hemos hablado en la conclusión anterior, distribuyendo tres coros angélicos a cada una de ellas en la siguiente forma: PRIMERA JERARQUIA. Es la más cercana a Dios, la más inherente y la más unida al Ser divino. La componen los siguientes coros: 1º Los serafines, espíritus incandescentes de fuego y amor, con el que inflaman a los demás. 2º Los querubines, llenos de ciencia divina, que reflejan y con la que iluminan a los demás. 3º Los tronos, cuyo nombre designa un estado eminente. SEGUNDA JERARQUIA. Ocupa un lugar intermedio y sirve de enlace entre la primera, que está en contacto con Dios, y la tercera, en contacto con las criaturas humanas. Está formada por los siguientes coros: 1º Las dominaciones, espíritus libres de toda opresión que, sin el menor temor servil permanecen solícitos ante Dios están continuamente a su servicio y dominan a los espíritus angélicos inferiores. 2º Las virtudes, que, dotadas de una fuerte e invencible virilidad. que manifiestan en todos sus actos deiformes, impiden cualquier disminución de la luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que necesitan. 3º Las potestades, que incapaces de abusar tiránicamente de su poder y siempre invenciblemente dirigidos hacia las cosas de Dios, prestan a los demás ángeles un concurso bienhechor, TERCERA JERARQUÍA. Es la más alejada de Dios y la más próxima al hombre, sobre el que ejercen de continuo su benéfica influencia. Está compuesta por los siguientes coros: 1º Los principados que dirigen las obras ministeriales que han de ejecutarse por orden de Dios. 2º Los arcángeles, encargados de anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales. 3º Los ángeles, que anuncian las cosas de menor importancia. Estas tres jerarquías están unidas las unas a las otras por un punto de contacto entre el último coro de cada una de ellas y el primero de la siguiente, y, dentro de cada una, el coro intermedio sirve de enlace entre el primero y el tercero, como el eslabón de una cadena de la resurrección serán iguales a los ángeles en el cielo (cf. Le 20,36). Tratándose, en efecto, del orden angélico, lo que se refiere a la simple naturaleza es algo puramente material; lo que constituye aquel orden de una manera completiva y perfecta son los dones de la gracia, que dependen de la liberalidad de Dios y no de la naturaleza. Pueden, por tanto, los hombres merecer, mediante los dones de la gracia, tanta gloria que vengan a igualarse con los ángeles en cualquiera de los grados angélicos. Y esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que los hombres bienaventurados son elevados a los órdenes o coros de los ángeles. Comentando esta sublime doctrina, el cardenal Cayetano aclara que no todos los hombres serán elevados a los coros de los ángeles, sino que algunos ascenderán sobre los mismos ángeles, como la Virgen María; otros se mezclarán con ellos, como los apóstoles y los grandes santos; y otros, en fin, quedarán bajo todos los ángeles, como puede racionalmente creerse de los niños que vuelan al cielo inmediatamente después del bautismo (o sea, sin haber contraído todavía ningún mérito personal) y de otros muchos que no alcanzaron en este mundo el grado de gracia de los ángeles inferiores.
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