Para hablar del verdugado antes hay que saber qué era el verdugo (como vocablo textil, claro). El verdugo fue un aro rígido de mimbre, alambre o madera que iba forrado de tela o de guata (sabemos además que el verdugo era una vara estrecha y larga de un material flexible que se usaba para azotar). Briales con verdugados cosidos a la falda. H. 1470-1480. El festín de Herodes, Pedro García de Benabarre, Barcelona, ©Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona (detalle). Saya verdugada. H. 1480-90. Nacimiento de San Juan Bautista, Retablo de San Juan Bautista, Domingo Ram, ©The Metropolitan Museum of Art, Nueva York (detalle) Esta moda comenzó hacia 1468 gracias a la reina Isabel de Portugal. Según dicen (esto está por confirmar) la prenda se confeccionó para disimular su segundo embarazo, necesitaba una falda bien holgada. Creó estilo por los reinos de Castilla y Aragón. La prenda no quedó exenta de la censura, llegándose a prohibir bajo pena de excomunión en Valladolid. Por lo visto las mujeres hicieron caso omiso de tales amenazas porque el uso de verdugos, y por tanto de verdugados, perduró hasta los años 40 del siglo XVII. Hernando de Talavera (monje jerónimo, confesor y consejero de Isabel la Católica) dice del verdugado. “Demuestra por doze razones que aquel traje descomulgado de caderas e verdugos es muy malo e, por consiguiente, muy de cuidamente reprobado y vedado. Es, lo quarto, hábito desonesto e muy desvergongado porque muy ligeramente descubre e demuestra los zancajos e las piernas, las quales partes, la naturaleza e uso común e universal de todo el mundo desde el principio del, quiso que las mugeres traxiessen guardadas, occultas e cubiertas.” Por supuesto la reina hizo caso omiso a los buenos consejos de su confesor. Posteriormente, los verdugos fueron cosidos a las faldillas y encima se llevaba un traje abierto (brial, saya...). Verdugos sobre faldilla; falda del brial levantada. 1490. Decapitación de San Juan Bautista, Maestro de Miraflores, retablo sobre la vida de San Juan Bautista, Madrid, ©Museo del Prado, Madrid (detalle) A finales del siglo XV estos aros fueron sustituidos por cercos de tela, siendo por lo tanto más flexibles, esto permite que la falda quede ahuecada pero no rígida. Verdugos de tela sobre la falda del brial. 1492-95. El Cancionero, Pedro Marcuello, Museo Condé Chantilly, Francia (detalle) También, aunque excepcionalmente, se exageró la zona de las caderas por medio del uso de postizos (caderas postizas). Faldilla con verdugos tapada parcialmente por una saya o brial; debajo seguramente lleve la cadera postiza. H. 1488. El Cancionero, Pedro Marcuello, Museo Condé, Chantilly, Francia (detalle) Se llegó a imitar los verdugos poniendo adornos que dieran el pego. Falda de una saya con adornos que imitaban verdugos. H. 1480. Nacimiento de la Virgen, Pedro García de Benabarre, Barcelona, ©Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona (detalle) Por 1490 desaparecen los verdugos para resurgir en la década de los años 20 del siglo siguiente en forma de verdugado, es decir, haciendo referencia a una falda interior con verdugos. Hacia 1525 las mujeres del común siguen llevando faldas con verdugos al descubierto, mientras en las mujeres de clase alta las faldas son interiores. 1525. Libro de los cincuenta romances 1540-47. Códice de trajes (Manuscrito), ©Biblioteca Nacional, Madrid, España (detalle) Silva de varios romances, edición de 1587, impreso por Hubert Gotard, Barcelona (detalle) (imagen obtenida aquí) Vasquiña levantada enseñando verdugado. 1601. Viaje de la emperatriz María desde Praga, Hans van der Beken, Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid (detalle) (imagen obtenida del libros de Carmen Bernis) A la basquiña y falda de sayas con el verdugado debajo se las llegó a llamar alcuzas por asemejarse al cacharro de cocina destinado a guardar el aceite. Se necesitaba aprendizaje para andar con él. Cuando se arrodillaban, los aros se notaban. hacia 1620. Isabel de Borbón, futura reina de España, Rodrigo de Villandrando, ©Museo del Prado, Madrid En los años 30 del siglo XVII surge el guardainfante, de origen francés, impulsado por la clase social de a pie. El guardainfante francés era una estructura de mimbre puesto a la altura de las caderas, pero en España se complicó. Será un armazón realizado con aros de madera, ballena, alambre o hierro unidos entre sí con cintas o cuerdas que se cubrían con mimbre, crin y otros materiales para enfatizar las caderas. Encima se colocaba varias faldas. H. 1665. Infanta Margarita de Austria, Juan Bautista Martínez del Mazo, Museo del Prado, Madrid En el siglo XVIII aparecerá el tontillo, hecho con ballenas o cañas para ahuecar la falda en los costados. 1789. Reina María Luisa, Francisco de Goya y Lucientes, Museo delPrado, Madrid Más imágenes en FACEBOOK Bibliografía: Astor Landete, Marisa: Indumentaria e Imagen - Valencia en los siglos XIV y XV. Valencia.1999. Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria Medieval Española. Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956. Bernis Madrazo, Carmen: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos: I. Las Mujeres. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC 1975. Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid: Instituto Diego Velázquez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), 1962. Bernis Madrazo, Carmen: El traje y los tipos sociales en el Quijote. Madrid: Visor, 2001. Descalzo Lorenzo, Amalia: Apuntes de moda desde la Prehistoria hasta época moderna. Revista del Museo del Traje, ISSN 1888-4555, Nº. 0, 2007. Hernando de Talavera: El Tratado sobre la demasía en vestir y calzar, comer y beber. Teresa de Castro: Revista Espacio, Tiempo, Froma, Serie III, Historia Medieval, 14, 2001. Soláns Soteras, María Concepción: La moda en la sociedad aragonesa del siglo XVI. Institución “Fernando el Católico” (C.S.I.C.). Colección Estudios. Zaragoza. 2009. Enlace de interés: http://www.spanishseamstress.org/kingdom-as-2010/
If necessity is the mother of all inventions… then figuring out how to stay warm is as good a catalyst as any. Our ancient ancestors created a simple yet highly effective technology that kept people warm, and enabled them to migrate to otherwise uninhabitable corners of the globe. Our ancestors figured out that sandwic
Blockbuster shows and occasional auction records can seem at odds with the lukewarm interest from collectors
Hi guys! So when I first started living history back all the way in 2010, I was never a big fan of Regency clothing, I just didn’t see the appeal to it. From what I saw, everything was white and, l…
Eugenio de Blaas también conocido como Eugenio de Blaas o Eugen von Blaas, nació el 24 de julio en la localidad italiana de Albano, cerca de Roma en 1843 de padres austriacos. Su carrera se vio enriquecida por una familia talentosa y artística. Su padre Carl von Blaas, fue uno de los más notables pintores de retratos
Uidentifisert, Kjoleliv. 1780-tallet (søm), ca. 1750 (stoff)
1632 Tuscan painter XVII century - Mattias de' Medici
One of my Christmas gifts this year was the book shown above, about the Shakespeare-Oxford connection. I'll review it later this winter, but by coincidence I encountered a nice post this week at A Polar Bear's Tale which featured five paintings of seventeenth-century ladies wearing similar collars, including this "Portrait of a Woman" (1628) by Michiel Jansz van Miereveldt: Was there any practical purpose for such an elaborate collar? Inquiring minds want to know. First stop: Wikipedia - The ruff which was worn by men, women and children, evolved from the small fabric ruffle at the drawstring neck of the shirt or chemise. They served as changeable pieces of cloth that could themselves be laundered while keeping the wearer's doublet from becoming soiled at the neckline. The discovery of starch allowed ruffs to be made wider without losing their shape. Later ruffs were separate garments that could be washed, starched, and set into elaborate figure-of-eight folds by the use of heated cone-shaped goffering irons. Ruffs were often coloured during starching, vegetable dyes were used to give the ruff a yellow, pink or mauve tint. A pale blue colour could also be obtained via the use of smalt, though for an unknown reason Elizabeth I took against this colour and issued a Royal Prerogative "Her Majesty's pleasure is that no blue starch shall be used or worn by any of her Majesty's subjects." At their most extreme, ruffs were a foot or more wide; these cartwheel ruffs... required a wire frame called a supportasse or underpropper to hold them at the fashionable angle... I suppose in an era when washing-up was not very meticulous, the removable collar did protect other clothing from stains. For "goffering irons" I had to retreat to the OED: to flute or crimp, from the French gaufrer "to stamp figures on cloth." And "smalt" is also of French derivation (ultimately related to the smelting of ores), and refers to a deep blue glass colored by cobalt oxides. For those interested, the starching process is explained in detail, with pix, at Elizabethan Costume. Detailed instructions on how to actually make the ruff are explained here. "The ruffs, or collars, framed the face and dictated the hairstyles of the age which were generally short for men and swept up look was required for women."