En su día fue Tony Bruis Slot, ahora Gerard Piqué ha reencarnado una de las imágenes que más daño ha hecho y seguirá haciendo al madridismo: una 'manita' que simboliza la supremacía incuestionable del FC Barcelona y la vergüenza más absoluta del Real Madrid. Tal y como dijo Pep Guardiola en rueda de prensa, los culés deben disfrutar este momento. Sería de tontos no aprovechar partidos como el de este 5-0 tal y como se merece, el propio espíritu de este deporte lo pide. Todos sabemos que la imagen que Guardiola debe dar, como técnico ejemplar que es, es la que ofreció en el postpartido: moderación, respeto y humildad. Pero eso no se le puede pedir a los jugadores. Los protagonistas del encuentro, los artífices del orgasmo barcelonista, los que hicieron realmente posible la humillación deportiva de unos jugadores merengues que sólo podían ver pasar la pelota por delante de sus narices y acabar recogiendo el balón del fondo de la portería; a ellos no se les puede pedir contención en sus emociones. Piqué no faltó al respeto a nadie, sólo expresó el sentimiento que a todos los culés del mundo les afloraba desde dentro. Esa mano en alto hará mucho daño entre los madridistas, pero no pasa de ser una celebración de una noche mágica en la que un equipo pasó por encima de otro.