Los árboles tienen memoria, pero están incapacitados para hablar. Ver, oír y callar podría ser su mantra. Pero su corteza habla por ellos. En el caso de la foto de arriba, este pino de la especie Bristlecone revela las atrocidades que puede cometer el hombre. En 1960, un universitario le arrancó parte de su tronco para después exponerlo en un casino de Nevada (EEUU). Aquel chico no tuvo en cuenta que estaba diseccionando uno de los árboles más antiguos del mundo con más de 5.000 años de vida.