Cada uno de nosotros al menos una vez se ha encontrado con el comportamiento ambiguo de otros padres. Cuando un adulto desconocido le hace comentarios a tu amado hijo, le quita un juguete o intenta convidarle una barra de chocolate, que nunca debería comer, un verdadero guerrero despierta en cualquier mamá o papá. Dan tantas ganas de atacar al agresor con la pala de plástico que uno tiene a mano.