Tenemos un amigo Carlos, lo podéis encontrar en Instagram como connaranja, que me sigue en las redes sociales, y siempre me dice que a ver cuando le enseño a cocinar algo porque le gusta todo lo que ve en mi blog. No sabía qué "enseñarle" a cocinar, pues él no cocina y repostería, menos aún. Así que al final, pensé en unas galletas, pues son ideales para la gente que empieza a cocinar al no llevar mucha complicación. Como él es muy deportista, diseñé unas galletas especiales, con harina integral, chocolate y frutos secos para darle energía para todos sus retos deportivos. Así que una mañana de este verano, Carlos se metió en mi cocina y le salieron unas galletas riquísimas. Resultó un alumno aventajado, lo reconozco, bien aplicado. Así que por una vez en mi blog, esta vez no he cocinado yo. Lo único que yo hice fue controlar el horno, ¡¡y me pasé un pelín en el horneado!! ja, ja, vaya desastre, el alumno resultó de 10 y la profe, un poco distraída (porque no fue en lo único que metí la pata al explicarle la receta, pero eso lo dejo para él y para mi). Y seguimos viajando por Portugal y esta vez toca el turno de Lisboa, la ciudad de las siete colinas. Como lugar más representativo, he elegido la Praça do Comércio, una de las plazas más importantes de la ciudad, con vistas al Tajo, donde está siempre llena de turistas, y coronada por el Arco de la Rua Augusta. Siento que la foto no le haga justicia, pero no me di cuenta que apenas había hecho fotos a este lugar tan importante para los lisboetas. Y si Lisboa es famosa, gastronómicamente hablando, por su bacalao, sus pasteles de nata no se quedan atrás. Encontrarlos es fácil, hay locales exclusivos a su venta como este que os muestro en las fotos, pero, además, los venden en cualquier local donde vendan comidas, está en los desayunos de los hoteles y hasta te lo ponen en la comida del avión. Este típico pastelito, está por tooooodas partes. Y hay que reconocer que está riquísimo. Otra cosa que podemos encontrar en los sitios más céntricos y en muchos locales, es el Pastel de bacalao, una especie de croquetón, con queso o si él. Estas tiendas, que están repartidas por varios lugares, es ultra moderna , muy curiosa. El dichoso croquetón no es nada barato, a 4 euros la pieza, y sinceramente, no me gustó nada, aunque os confieso, que a mí no me gusta el bacalao, pero mi catador oficial de bacalao me dijo que tampoco le pareció nada del otro mundo. Y no a la altura del pastel de nata pero casi, podéis encontrar tiendas donde venden conservas, sobre todo de sardinas, que por cierto, están riquísimas. Nosotros nos trajimos varias como souvenirs y damos fe de que son muy ricas y suaves de sabor. Esta es de la marca Comur. Las tiendas de Conservas, son monísimas, muy vintages y cuidando el detalle al máximo. Otras de Comur, esta vez comercializadas como 1942. Como ésta que hay en una plaza muy importante que da paso a la famosa Rúa Augusta, con temática circense, muy grande, curiosa de ver de verdad. O Mundo Fantástico das Conservas Portuguesas. Todas estas tiendas están totalmente orientadas al turismo, porque si las veis in situ, os aseguro que os queréis llevar todas las latas incluso aunque no os gusten las sardinas. Aunque, en realidad, encontraréis otros tipos de pescados en conserva. Las latas las encontráis a un precio desde 5 euros y de ahí para arriba, pero si vais a sitios menos turísticos, podéis encontrar precios más económicos y con la misma calidad. Hasta anchoas del cantábrico Made in Spain El Consorcio. Y también podemos encontrar paellas y jamón serrano. Otro país más donde encuentro sin dificultad el jamón serrano. Y si famosos son los pasteles de nata, los que sin duda más conocemos todos, son los Pastéis de Belém. En realidad son los mismos, sólo que los de Belém, son los pioneros y tienen la marca registrada. Entrar en su local, significa hacer una gran cola, y sinceramente, después de estar todos los días atiborrada de pastelitos de nata, la cola me tiró para atrás. Pero cosas del destino, al salir de comer de un local cercano, de repente no encontré cola, así que ahí me metí a por mis pastelitos de Belém, je, je. Y nada más salir yo de comprar, la cola de nuevo. Como veis, venden más cosas, pero no vi a nadie que llevara algo distinto que no fueran los famosos pastelitos. Y aquí la prueba de que al final los compré. Como veis el packaging que llevan los pastelitos es importante y los acompañan con un sobrecito de azúcar glas y canela. Si me preguntáis si hay diferencia entre los pasteles de nata y los de Belém, pues bueno, tal vez si. No encontré tanto la diferencia en la crema y si más, en el "hojaldre", que sinceramente era tan hojaldrado, se veían tan bien las miles de capas, que me pareció más que era una masa philo, más que un hojaldre. Muy, muy crujiente, le daba un toque más volátil a la masa. Y ya que estamos en materia de comidas, aquí va unas sugerencias gastronómicas si visitáis Portugal en general. Esta ensalada, la de pulpo, me la pedía varios días, en todos los sitios que la comí el pulpo estaba super tierno. Hay muchos tipos de ensaladas (que por cierto, casi ninguna lleva lechuga pero se llaman ensaladas) pero esta es rica de verdad. No podían faltar las sardinas, muy muy grandes (por lo menos las de por aquí son más pequeñitas), pero ricas y acompañadas siempre de guarnición. Bacalhau com Natas, realmente rico hasta para mí, que no me gusta el bacalao, tiene un sabor sutil a bacalao y el sabor de la crema está muy bueno. Recomendado. Bacalao Lagareiro, otra receta estupenda. Todo el bacalao que probamos en Lisboa fue de 10, fresco y lomos bastante grandes, sin duda, su fama es bien merecida. Comer en un restaurante lisboeta, viene a costar más o menos lo que un menú por aquí, por lo menos donde yo vivo, entre 20-25 euros por persona, con todo recién hecho y pescado fresco, eso sí, dependerá de si pedís postre o no, de la bebida y demás, pero el precio es bastante similar al de España. Y también podéis encontrar otras opciones, claro está, como el restaurante de Jamie Oliver, que por cierto, teníamos prácticamente al lado de nuestro hotel, pero que no visitamos, pues ya llegábamos tarde y nos apetecía cenar algo más ligero que comer comida italiana. Aún así miramos su carta y de precio está genial, así que comer en un restaurante de un chef tan famoso, no os va rascar el bolsillo. Donde recaíamos a cenar algo ligero todos los días fue en este lugar Cister, estaba al lado de nuestro hotel, los camareros son super amables, y el precio super bueno. Es una pastelería, bueno, allí casi todo son pastelerías pero donde tienen mesas para desayunar, comer o cenar. El café de este local está muy bueno, tan sólo sesenta céntimos y los pasteles muy ricos. Sus hamburguesas son distintas y más ligeras y baratísimas. Eso sí, podéis pediros la hamburguesa de la casa, pero todo parecido con una típica hamburguesa es nulo, pero muy rica. Y por último, un licor estrella de Lisboa, Ginja, un licor dulce de guindas. Cuando paseas por el barrio de Alfama, que recuerda un poco a las calles empinadas del Albaicín de Granada, con sus escaleras y sus cuestas, pero que te salen mujeres ancianas vendiéndote la Ginja casera, y que te recuerda a Combarro, en Galicia, cuando también salían las mujeres mayores de sus casas intentando vender a los turistas su crema de orujo, no dejas por menos de sonreír de qué distintos y qué iguales somos cuando en diferentes países, ves costumbres similares. Y aquí ponemos punto final a mi viaje por Portugal, espero que no sea el último viaje a este país. Suerte tenéis amig@s bloguer@s cuando decís que tenéis a este país a un pasito y lo visitáis de vez en cuando. También me podéis acompañar a un viaje gastronómico por Sintra, Londres, Manchester, York, Budapest, Praga y Viena. INGREDIENTES: 12 galletas PREPARACIÓN: 30 min REPOSO: 30 min COCCIÓN: 12 min -125 gr de chocolate negro para postres -50 gr de pistachos pelados -25 gr de orejones (3 ó 4) -100 gr de panela (o azúcar moreno en su defecto) -100 gr de mantequilla sin sal -1 huevo -100 gr de harina integral -50 gr de harina de trigo común -1 cucharadita de levadura química en polvo -50 gr de chips de chocolate blanco (o trozos de chocolate) 1. Trocear y fundir el chocolate negro para postres en el microondas poco a poco y removiendo cada vez que lo saquéis del microondas hasta que quede sin grumos. Reservar. 2. Picar los pistachos y los orejones en trozos no muy pequeños. Reservar. 3. Mezclar en un bol la panela junto con la mantequilla fría cortada en trocitos. Incorporar el huevo y el chocolate fundido. Mezclar bien con ayuda de una espátula. 4. Añadir los dos tipos de harina junto con la cucharadita de levadura en polvo. Mezclar. 5. Incorporar la mayoría de los pistachos troceados y los chips de chocolate blanco. Dejaremos unos pocos para decorar. Integrar bien con las manos. 6. Formar una bola con la masa, envolver en papel film trasparente y dejar reposar en la nevera media hora. 7. Precalentar el horno a 180º C. Forrar una bandeja con papel de horno. Coger porciones de unos 40 gr y formar las galletas. Para ello, primero haremos una bola que luego aplanaremos en la bandeja con la palma de la mano. Dejar las galletas separadas entre sí, al hornear suelen crecer. Os saldrán unas 12 galletas aprox. 8. Decorar con los trozos reservados de chocolate blanco, pistachos y los orejones. Hornear 12 minutos con calor arriba y abajo a 180º C. Calientes estarán muy blandas, así que retirar con cuidado y dejar enfriar en una rejilla. NOTA: Podéis utilizar la harina que deseéis, incluso ponerla toda integral, o cambiar el tipo de harina, como de espelta, avena.... Si no tenéis chips de chocolate blanco podéis hacerlos en casa. Fundir poco a poco el chocolate blanco en el microondas e ir removiendo cada vez que lo saquéis del microondas. Introducir en una manga pastelera con una boquilla pequeña redonda. En una bandeja forrada con papel de horno hacer pequeños montoncitos. Meter en la nevera hasta que endurezcan.