Tardes de siesta de andar vagando por las esquinas y los cordones seguir el curso del agua turbia que arrastra tierra por los zanjones. De andar buscando pequeñas piezas formas extrañas chapas tablones plásticos raros cartones bolsas tornillos tuercas gordos bulones. De ir acopiando maderas grandes lonas y hules y viejos trapos y alzar la casa en lo alto del árbol que da ciruelas en el verano. De hallar la horqueta que todos quieren y pinta justo para la hondera el mimbre largo o el plumerillo que hará de látigo o caña de pesca. El mármol blanco hecho pedazos cinco guijarros muy bien pulidos para el dinenti o la payana que disfrutamos siendo chiquillos. La caña larga cortada en cuatro engrudo hilo y una tijera papel liviano y bien colorido trapo bien largo para el cometa. Andar guiando por las veredas con un alambre largo y doblado aquella rueda de bicicleta que no tenía ni un solo rayo. Aquel carrito con rulemanes que era empujado por la calzada tracción a sangre de los amigos que disfrutaban a carcajadas. Juegos caseros de mucho ingenio pocos recursos y escasa monta muy divertidos y placenteros en los recuerdos quedó su impronta. Olor a tarde en patios baldeados paredes largas baldosas rotas jardines amplios y bien cuidados geranios grandes macetas rojas. Ir por la vida sin más apuro que el de aguardar la próxima siesta cuando en las casas de nuestro barrio la gente duerme o se despereza. Andar de novio con la aventura que en cada tarde tiene su dueño inolvidable girón del tiempo fue nuestra infancia sin un apremio. Ruben Edgardo Sánchez, 15 de abril de 1994 http://www.mundopoesia.com/foros/temas/nuestra-infancia.486963/