Las personas con una apariencia perfecta no existen, y los estándares de belleza cambian tan rápido que ni siquiera queda tiempo para entender qué es bello y qué es feo. Solo hay 2 opciones: ocultar y enmascarar tus características especiales, o reconciliarte con ellas, dejando de perseguir un ideal inalcanzable y, francamente, aburrido.