Si hemos conocido la fuente de salud que nos puede llevar a vida eterna, no podemos dejar de acudir a ella en nuestros tiempos de necesidad, tal vez no entendamos completamente su función y efecto, pero por fe hay que aferrarnos a que la fuente haga en nosotros su purificación. La mujer samaritana recibió una enseñanza de nuestro Maestro.