En nuestros artículos hemos aludido en numerosas ocasiones a la necesidad que tiene todo autor de desarrollar una escritura consciente. Es decir, concebir tu obra de manera intencional, de modo que esta no sea fruto del azar o de la improvisación, sino de una práctica reflexiva y de un proceso de escritura consecuente. La escritura consciente requiere de al menos tres cosas: Erradicar la escritura impulsiva, terminar con la costumbre de lanzarse a escribir apenas se tiene un vislumbre de la historia, sin un plan previo bien tramado que la sostenga. Disponer de unos buenos conocimientos de los elementos y