Los diaguitas habitaron entre los ríos Elqui y Choapa desde el siglo V, y su tradición cerámica de recipientes y jarros-pato tenía su razón de ser en satisfacer necesidades prácticas como la cocción y almacenamiento de agua y alimentos, pero también para rendir culto a los dioses y a los difuntos. Su rica tradición alfarera y cerámica, revelan un complejo imaginario y lenguaje precolombino en donde predominan las figuras zoomorfas y los motivos y ornamentos geométricos de triángulos, rombos, volutas, escalas ordenadas simétricamente de tres o más colores y superficies finamente bruñidas. Estas piezas se realizan utilizando la misma técnica y diseños ancestrales. Son modeladas a mano y pintadas cuidadosamente. El resultado es de colección; fuentes, jarros, vasos y vasijas de complejas geometrías y colores robados al desierto. Son objetos decorativos y utilitarios, pero donde sea que estén, nos resultan cargados de belleza, reminiscentes y de un aura única casi mágica. Puco es el nombre que daban los diaguitas a este tipo de cuencos y esta es una reproducción arqueológica fiel de ese imaginario y lenguaje precolombino. Mide 9 cms de alto y 21 cms de diámetro.