La regla de “cuanto más caro, mejor” no funciona siempre. Por ejemplo, cuando compramos cosméticos costosos, no solo pagamos por los componentes que contienen, sino también por la marca. En los estantes de las farmacias comunes se pueden encontrar excelentes alternativas a estos con los mismos ingredientes activos, pero a mitad de precio. Y, en algunos casos, el efecto será incluso mejor que con el uso de cremas caras.