La capital donostiarra no deja de reinventarse. Y eso, sumado a su elegancia, modernidad y a sus imprescindibles –de La Concha a los pintxos–, hacen que en esta ciudad palpitante sea fácil sentirse feliz. Ahora son los nuevos hoteles y restaurantes o las creaciones artísticas más innovadoras las que acaparan nuestra atención.