Desde que Rosa Montero irrumpió en el periodismo en los setenta, se ha hecho notar por la calidad de su escritura, de sus artículos, de sus novelas y por su lucha en favor de la mujer de todas a quienes se les impide alzar la voz. De ahí que apoye sus movimientos, como la huelga del 8 de marzo convocada por asociaciones feministas, a la que se suma por convencimiento y por considerarlo un deber.