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Treinta dias con el silencioso jose “Un hombre llamado José, de la casa de David” (Lc 1, 27) Cuando, antes de que naciese Jesús, el ángel del Señor se apareció en sueños a José, le llamó por su título de nobleza: José, hijo de David. Dos evangelistas, San Mateo y San Lucas, nos dan la genealogía que establece que José procedía de la casa real de David. No tiene nada de extraño que los evangelistas se basaran en documentos ciertos para establecer su descendencia, ya que entre los hebreos se consideraba como un deber el conservar la lista de los antepasados. Es sabido que había en el Templo una comisión permanente encargada de examinar y de rectificar los árboles genealógicos de sacerdotes y levitas. Era obligatorio, además, presentar pruebas de pertenencia a tal o cual familia si se quería recuperar los bienes patrimoniales en la época del jubileo, y si se pertenecía a la casa de David, de la cual había de nacer el Mesías, esa obligación era más estricta todavía. Es natural, pues, que José y María se hubiesen preocupado, tanto o más que otros, de conservar cuidadosamente sus tablas genealógicas para probar que Jesús era, en efecto, un descendiente directo de David. Que el Mesías debía nacer en la casa y familia de David era algo tan claramente expresado en las profecías, que nadie dudaba de ello. ¿De quién ha de ser hijo el Mesías?, preguntará un día Jesús a los fariseos. ¡De David!, contestarán todos al unísono. Y, de hecho, será con ese título como muchos se dirigirán a él: ¡Jesús, hijo de David! En unas enumeraciones que se diría tomadas de las actas notariales, San Mateo y San Lucas nos dicen quiénes fueron, a través de José, los antepasados de Jesús. Lucas, al parecer, utilizó los archivos familiares guardados en Nazaret, mientras que Mateo debió de tener a su alcance documentos oficiales conservados en Belén. Por otra parte, así como Mateo coloca su genealogía al comienzo de su Evangelio, mostrando cómo Jesús desciende de Abraham, Lucas pone la suya tras el bautismo del Señor y adoptando un sistema ascendente, se remonta hasta Adán, padre del género humano. Es evidente que una y otra genealogía difieren notablemente; sólo dos nombres aparecen tanto en una como en otra: los de Salatiel y Zorobabel. Desde tiempos remotos, los cristianos se han preguntado el por qué de esas divergencias'. Según San jerónimo, juliano el Apóstata negaba la verdad de los relatos evangélicos basándose en ellas. Por eso, desde esa época, e incluso antes, se trató de resolver tal dificultad. Se han formulado muy diversas hipótesis. Desde el siglo III, se viene invocando la doble filiación usada por los hebreos, natural y legal. Según la llamada "ley del levirato", si un hombre casado moría sin dejar hijos, su pariente más próximo debía casarse con la viuda, y los niños nacidos de ese matrimonio llevar el nombre del difunto. Eso explicaría, por ejemplo, que las dos genealogías difieran en el nombre del padre de José, Helí según Lucas y Jacob según Mateo, pues se supone que había nacido de un matrimonio levirático; tras un segundo casamiento de su madre, José habría tenido como padre natural a Helí, quedando como padre legal Jacob, el esposo difunto. Esta hipótesis pareció a muchos tan seria que fue adoptada por la mayor parte de los Padres de la Iglesia. Otra hipótesis, bastante más tardía, dice que San Lucas nos habría transmitido la genealogía de María y San Mateo la de José, pero tal explicación sólo es convincente en apariencia, pues se basa en un texto evangélico que no parece autorizarla. Una tercera, solución, más simple, se presenta como mucho más probable. Como los orientales no tenían una concepción tan estrecha de las genealogías como nosotros, que sólo tenemos en cuenta los ascendientes directos, incluían también a los parientes colaterales, lo que dejaba una cierta libertad para componer el árbol genealógico. Al remontarse a los orígenes, además de saltarse varias generaciones, se permitían una serie de bifurcaciones a derecha e izquierda, escogiendo los nombres de quienes les parecían más ilustres o más santos, de esta forma podían establecer varias genealogías en apariencia discordantes. Cuando San Lucas transcribió la lista genealógica que le suministraron, no podía ignorar la de San Mateo, y aunque debió constatar sus aparentes divergencias, no se inquietó por ello, sabiendo bien lo que pasaba en aquellos tiempos con los árboles genealógicos. Se habría extrañado mucho si alguien le hubiese dicho que, con el paso de¡ tiempo, esas divergencias iban a constituir una piedra de escándalo para algunos... Sea como sea, una y otra lista muestran que José era el último eslabón de la cadena antes del nacimiento de Jesús. ¿Resulta acaso sorprendente que se nos haya transmitido la genealogía de Jesucristo a través de José y no de María, teniendo en cuenta que José no tuvo nada que ver en su nacimiento? La respuesta es que, aparte de que no era costumbre entre los hebreos establecer la genealogía de las mujeres, los evangelistas, al darnos la de José, establecen también la de María, ya que, probablemente, su linaje era el mismo, dado su parentesco. Con todo, los evangelistas no se preocupan de eso. Aunque afirman claramente la virginidad de María, es normal que, en virtud de las ideas de la época, sólo se refieran al origen oficial de Jesús, a su descendencia de David por José. En él, y sólo en él, ven la auténtica genealogía legal de Cristo. Jesús había sido concebido y engendrado por María en tanto en cuanto era esposa de José, el cual era de la Casa de David, y eso les basta para que Jesús pueda llamarse hijo de David. Se cuidan, eso sí, de precisar además que, como María concibió a su hijo siendo virgen, José se limita a recoger el fruto de esa fecundidad virginal. «Si se pudiera demostrar —dice San Agustín— que María no descendía de David, bastaría con que el padre legal de Cristo sí descendiera para que Cristo fuese legítimamente hijo de David» (De cons. Evang. II, 1, 2). Y el mismo San Agustín escribe: "No temamos trazar la genealogía de Jesús por la línea que desemboca en José, pues si es esposo-virgen también es padre virginal. No temamos colocar al marido por delante de la esposa, según el orden de la naturaleza y ¡a ley de Dios. Si separásemos a José para mencionar sólo a María, nos diría con razón: "¿Por qué me apartáis de mi esposa?". “¿Por qué no queréis que la genealogía de Jesús desemboque en mí?". “Porque tú no has engendrado por obra de la carne", le diríamos. Y él respondería: "¿Acaso María ha engendrado por obra de la carne? Lo que es obra del Espíritu Santo se ha obrado para los dos". Cuando consideramos las cuarenta generaciones enumeradas en la genealogía de José, constatamos que cubren dos mil años de historia. Se ha dicho que todo lo que hay de gloria, de virtud, de fe y de piedad en el pueblo de Israel viene a concentrarse en Cristo, heredero de las promesas divinas, pero sería más exacto decir que si los antepasados de José llevan en efecto el sello de una elección divina, siguen no obstante siendo plenamente humanos. No todo fue glorioso en esa ascendencia patricia. Hay reyes y pastores, guerreros y poetas, constructores y nómadas. Hay nombres ilustres y nombres oscuros. Hay santos, pero hay también pecadores, como esas cuatro mujeres de las que tres no eran ciertamente irreprochables. Y es que era preciso atestiguar que Jesús, quien se llamaría a sí mismo "hijo del hombre" y que venía a expiar los pecados de los hombres, empezando por los de su pueblo, pertenecía realmente a la raza humana, cuya herencia asumía; que ocupaba su puesto en la humanidad. Si el nombre de tres mujeres pecadoras se intercala en la genealogía no es tan sólo, como se suele decir, para poner más de relieve, por contraste, la pureza y la santidad de Aquella cuyo nombre purísimo estalla al final como radiante aurora: María, de quien nació Jesús; es también para dar a entender, desde la primera página del Evangelio, que Jesús vino a salvar a todos, hombres y mujeres, judíos y gentiles, justos y pecadores. Así, pues, José, al final de la genealogía, es como la llave que cierra el Antiguo Testamento y abre el Nuevo. Pertenece a la vez a ambos: es el último de los Patriarcas del Antiguo y el primero de los santos del Nuevo. Por otra parte, Dios, al venir a este mundo, escogió como padre un heredero de diecinueve reyes, para que éstos aprendieran que son depositarios de una gran responsabilidad. Pero este descendiente de reyes que nunca pensó en hacer gala de su noble origen, vivió en la pobreza para dar a entender al mundo que en el reino de los cielos la pobreza es la primera de las noblezas, y que se convierte, cuando se la acepta sin reticencias, en medio seguro de participar de las riquezas divinas.
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¿QUÉ ES EL SANTUARIO? Las Escrituras contestan con claridad a esta pregunta. La Palabra “SANTUARIO”, tal cual la usa la Biblia, se refiere, en primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés, por…
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“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”. Apocalipsis 21:1-7 INTRODUCCIÓN La muerte es un evento por el cual todos los seres humanos tenemos que pasar y generalmente es algo en lo que casi no se piensa y en muchos casos no se tiene un conocimiento exacto de lo que esto representa. Algunas religiones han tratado de dar una explicación de lo que es la muerte, pero lo cierto es que un conocimiento errado de ella no nos puede ayudar a prepararnos para la eternidad. Por ejemplo, lo Testigos de Jehová enseñan que después de la muerte el alma es aniquilada totalmente y ya no hay más memoria del sujeto lo cual es un error. Los hinduistas creen que después de la muerte viene la reencarnación, de tal forma que un ser humano puede reencarnar una y otra vez. Algunos creen que después de la muerte solo se vaga por allí o incluso afirman que no hay infierno. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la muerte da paso a la eternidad y nuestra alma pasa ya sea al infierno o al cielo. La Biblia habla ampliamente del infierno, y esto es así porque el deseo del Señor es que todos procedamos al arrepentimiento para escapar de la condenación eterna. Dios ha preparado un lugar muy hermoso en el cielo para todos sus hijos, pero de este lugar se nos da muy pocos detalles, son obstante, en estos versículos podemos deslumbrar un poco lo que será la eternidad con Dios, una eternidad realmente gloriosa. Una eternidad de gloria I. NUESTRA ETERNIDAD SERÁ UN LUGAR DONDE TODAS LAS COSAS SERÁN HECHAS NUEVAS. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. En primer lugar, vemos que nuestra eternidad será un lugar donde todas las cosas serán hechas nuevas: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Este mundo definitivamente es hermoso, el contemplar sus recursos naturales, la vida animal, las estrellas del cielo y tantos lugares nos habla de la obra maravillosa de Dios la cual se deja ver en el libro de Génesis: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo Guardase”, (Génesis 2:4-15); pero lamentablemente este mundo poco a poco va siendo destruido por el mismo hombre. La contaminación, la sobrepoblación, la extinción de algunas especies animales, la deforestación y en general la misma maldad del hombre hace que este mundo que era ideal para vivir se vaya deteriorando hasta que finalmente sea destruido: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”, (2 Pedro 3:10). II. NUESTRA ETERNIDAD SERÁ UN LUGAR DE CONSTANTE COMUNIÓN CON DIOS. “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” En segundo lugar, la eternidad será un lugar donde mantendremos una comunión contante con el Señor. Tal y como lo dice Juan llegará el día cuando pasaremos a la presencia de Dios y estaremos delante de su gloriosa presencia habitando juntos y conoceremos a nuestro Redentor: “No habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”, (Apocalipsis 22:4-5). III. NUESTRA ETERNIDAD SERÁ DE GOZO, SIN PENAS NI DOLOR. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. En tercer lugar, en la eternidad tendremos un gozo que jamás terminará, y ya no habrá más muerte, dolor, llanto, dolor o cualquier pena. En este mundo pasamos muchas dificultades y adversidades, pero debemos comprender que un día todo esto quedará en el olvido ya que Dios enjugará todas nuestras lágrimas y nuestro gozo será completo: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”, (Malaquías 4:2). IV. NUESTRA ETERNIDAD SERÁ UN LUGAR DONDE NO PADECEREMOS NECESIDAD. “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”. La eternidad será un lugar donde Dios nos sustentará gratuitamente. En este mundo tenemos que trabajar para ganarnos la vida y proveer para nuestro sostenimiento diario, pero un día estaremos delante del Señor y seremos saciados de manera gratuita. V. NUESTRA ETERNIDAD SERÁ EL MOMENTO DONDE RECIBIREMOS NUESTRAS RECOMPENSAS. “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”. Finalmente, la eternidad será un lugar donde seremos recompensados por todas nuestras obras. La Biblia nos enseña que Dios recompensara la obra de cada uno según lo que haya hecho. Por ello encontramos que se nos dice que heredaremos la Corona de Justicia (2 Timoteo 4:8), la Corona Incorruptible (1 Corintios 9:24-25), La Corona de Gozo (1 Tesalonicenses 2:19), La Corona Incorruptible de Gloria (1 Pedro 5:4) y La Corona de la Vida (Apocalipsis 2:10 y Santiago 1:12); aparte de ello en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis Jesús exhorta a las iglesias a permanecer fieles y recompensarlas por ello. Por ejemplo, a la Iglesia de Éfeso le dice: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida”, (Apocalipsis 2:7). A Esmirna: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”, (Apocalipsis 2:11), a Pérgamo: “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”, (Apocalipsis 2:17), a Tiatira: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”, (Apocalipsis 2:26); a Sardis: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”, (Apocalipsis 3:5); a Filadelfia: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios”, (Apocalipsis 3:12); y a Laodisea: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono”, (Apocalipsis 3:21). También encontramos las parábolas de las minas y los talentos en los evangelios que nos hablan de recompensas para aquellos que se esforzaron en trabajar para el reino de los cielos. En general, la muerte para el cristiano representa una gran victoria porque recibirá su recompensa por todo lo que haya hecho para Dios. CONCLUSIÓN. Por tanto, Dios nos promete una eternidad de gloria, pero para heredarla es necesario que renunciemos a nuestros pecados y seamos salvos por medio de la fe en Cristo porque de lo contrario solo nos esperara la condenación eterna.
Abraham había sido bendecido en todo y más con Isaac como su hijo. Abraham deseaba una buena esposa para Isaac entonces le encomendó una misión importante a uno de sus criados. Génesis 24. Esta misión consistía en buscarle una esposa que fuera de la ciudad de la familia de Abraham, el criado un poco asustado por esa misión algo difícil, confió y le pidió dirección o ayuda a Dios para poder encontrar a esa joven, vino el criado y tomó 10 camellos y muchos regalos para llevar a la futura esposa. Una vez que llegaron a una ciudad llamada Mesopotamia puso a los camellos a descansar y para que tomaran agua del pozo, que era el lugar donde llegaban muchas doncellas a sacar agua, el criado pidió una señal a Dios para saber cuál tenía que ser la esposa de Isaac, y esta señal consistía que la doncella o joven que le diera de beber agua a él y sus camellos esa era la escogida. Y Aconteció que antes que terminara de pedir esto a Dios apareció una bella joven llamada Rebeca de la descendencia del hermano de Abraham e hizo como lo había pedido. El hombre comenzó agradecer a Dios porque le había cumplido con la señal, le dio todos los regalos que llevaba y se fueron a la casa de Rebeca. El criado comenzó a contar todo lo que había ocurrido y la misión que le había dado Abraham al padre y hermano de Rebeca estos oyeron y como sabían que era de Dios dejaron ir a Rebeca con el criado para que fuera la esposa de Isaac. Isaac andaba en el campo cerca de un pozo cuando miro que venían varios camellos, Rebeca le pregunto al criado que quien era ese joven, el criado respondiéndoles le dijo que era su amo y así los dos se encontraron e Isaac tomo por mujer a Rebeca. Esta historia nos muestra que Dios le dio una buena esposa para Isaac, así mismo cuando ustedes están grandes si se lo piden de todo corazón a Dios él les dará una buena esposa. Dibujo para colorear y unir los puntos: Laberinto de la historia: Encuentra las diferencias: Si deseas descargar la historia da click en el siguiente enlace:Historia Una esposa para Isaac para descargar
II Reyes 2:8-15 La pregunta que se debe hacerse hoy, no debe ser, ¿dónde está el Dios de Elías?” Más bien, “¿donde está Elíseo?” Todo mundo está familiarizado con la historia del llamamiento y vida del profeta Elíseo. Elíseo había sido un agricultor próspero hasta el día que dejó todo por seguir al profeta Elías. El sirvió a Elías como su discípulo por muchos años. Estos fueron años de oscuridad para Elíseo, hasta aquel gran día cuando cayó sobre él, el manto de Elías. Cuando el volvió al Río Jordán, Elíseo pregunto, “Dónde está Jehová, el Dios de Elías?”Tomando en su mano el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas del Jordán y se dio cuenta que el poder de Dios que había estado sobre Elías, ahora estaba sobre él. Ahora, Elíseo ya no era ese impotente y oscuro sirviente de Elías, ahora era un potente profeta de Dios. Las proezas de Elíseo fueron muchas y poderosas y a veces espectáculos. El hizo mucho en favor de reino de Dios, pero había una razón por ello. Elíseo, no siempre fue una persona prominente. El llegó a ser grande por las elecciones que él hizo en su vida. Cuando él eligió dar su espalda a la seguridad económica de su finca, para seguir al profeta Elías, el se estaba humillando para ser ensalzado. Cuando él estuvo dispuesto para ayudar y atender a las necesidades de Elías”, él estaba preparándose para ser un líder. En el hecho de cuidar el profeta de Dios, el estaba acumulando un tesoro de sabiduría que no se podía haber encontrado en otro lugar. En atender a sus responsabilidades serviles que eran de un discípulo de un profeta, Elíseo sentó un fundamento para una gloriosa carrera. Ahora, mantos de hombres y mujeres grandes de Dios están cayendo. Hay poder en estos mantos, pero lamentablemente, en muchas ocasiones no hay un Elíseo para tomarlos. Los Elías de hoy están siendo llevado por el Señor sin quien reciba el doble porción de su espíritu. El mundo y el pueblo de Dios como ovejas perdidas tropiezan en la oscuridad porque no tienen profeta quien lo guía y los instruye. “¿Donde está Elíseo?” En muchos ocasiones estos Elíseos de mañana están ocupados con sus sueños de grandeza, que no pueden tomar tiempo para prepararse. Desprecian los trabajos serviles de un discípulo porque no quieren ensuciarse las manos, están planeando y buscando cómo pueden avanzar pronto en la vida o en el ministerio. Muchos de ellos se piensan muy listos para escuchar o aprender de los consejos de los profetas viejos. Prefieren guardarse en Betel, Jericó o cercas del Jordán donde hay más seguridad. Por estas y muchas otras razones, no están presentes, ni preparados para recibir estos mantos, el Poder y Gloria que Dios tiene para ellos. Hay iglesias que carecen pastores y ministros, hay campos misioneros que sufren por qué no hay un misionero. Hay Escuelas Dominicales que carecen maestros, hay sociedades en iglesias que sufren porque no hay nadie que quiere ser lider. La obra de Dios sufre por que los Elíseos no se han preparado para levantar los mantos que han caído. ¿Esta Ud. dispuesto para ser un Elíseo? ¿Esta dispuesto a dar la espalda a la seguridad de este mundo y dedicarse al servicio de Dios, y prepararse para ello? ¿Esta Ud. depuesto hacer lo que Dios y su obra pida de usted sea grande o pequeño? ¿Está Dispuesto a escuchar y recibir consejos de los siervos de Dios, aun cuando usted piensa que sabe más que ellos? Si esta depuesto, te esperan grandes cosas en el Señor. Frustración y vanidad le espera al que no se prepara. ¿Qué de usted? ¡Si quiere llegar a ser un Elías, primero tienes que ser un Elíseo!
La interrogante sobre lo que sucederá específicamente a la iglesia antes, durante y después del regreso de Jesús en gloria no es tratado claramente en las escrituras. De lo que podemos estar seguro…
Moisés
Debemos imitar el ejemplo de Jesús. Por eso, esforcémonos por desarrollar ocho cualidades que él manifestó.
El Shamir y el Templo de Salomón. Aparentemente no solo la construcción del Templo de Jerusalén Salomón, rey de Israel, contó con la ayuda del antiguo y leal amigo del rey David, el Rey Hiram I de …
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