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fr. e i., fortune; it., fortuna; a., glück, zufall; del lat. fortuna. Personificación simbólica de la suerte. Originariamente una diosa de las mujeres y de los oráculos, posteriormente fue equiparada con la griega Tyche y convertida en la encarnación de la variable fortuna de la humanidad. A menudo se la representaba con timón y cornucopia en la mano; de pie encima de una esfera o de una rueda, con una vela o con alas, movida de aquí para allá por el viento variable. En el cristianismo se concibió a esta voluble diosa de la Fortuna como expresión de la inescrutable providencia de Dios, pero se la valoró negativamente como oposición a las virtudes infalibles. Cf. Biedermann [1993: 200] Alegoría de la Fortuna, según un grabado de 1806 recogido en La mythología explicada para la inteligencia de todos, con algunos de sus atributos clásicos: esfera alada, cornucopia y ojos vendados. 1. Tyche, diosa griega de la Fortuna Tique (Τύχη). La Fortuna, o la Casualidad divinizada y personificada por una divinidad femenina. Desconocida en los poemas homéricos, adquirió más tarde gran importancia, que no dejó de crecer hasta época helenística. Siendo tan sólo una abstracción, no posee mito. Durante el sincretismo religioso de la época Imperial se identifica con Isis, representando Isitique el poder, mitad providencia, mitad casualidad, al que está sometido el mundo. Divinidad tutelar de las ciudades, se representa con corona de torres, al modo de las diosas poliadas. A veces es representada ciega. Cf. Grimal [2008: 518] Tyche con corona de torres. Moneda Siria del emperador Claudio (c.43-44 d.C.); moneda Lidia acuñada en tiempos del emperador Adriano (Tyche de Thyateira, c.117-138); moneda de Hierápolis-Castabala, Cilicia, acuñada en la época del emperador Cómodo (177-192) Tyche con corona de torres, monedas de Cilicia acuñadas en Tarso (MaximinoI, 235-238) y Hierápolis-Castabala (Volusiano, 251-253), y Tyche coronada llevando cetro y cornucopia, en una moneda frigia acuñada en Sebaste hacia la mitad del siglo III. "Tyche. Voz griega: TYXH, que significa fortuna, y con ella se halla significada en varias medallas Orientales, aunque con diferencia de tipos. En las de Éfeso se halla la expresión Ephesiorum Fortuna, ya con la ordinaria fórmula de una muger en pie con timón en la D. y cornucopia en la S., ya con una muger en pie, que tiene en la D. patera, y en la S. cornucopia, ya con Diana efesia sacrificando en ara, ya con muger coronada de torres en pie delante de ara, en la D. patera, en la S. cornucopia; y ya la misma teniendo en la D. un simulacro de Diana efesia. En las mismas se halla el mote Fortuna Ephesiorum, & Alexandrensium; y con él una muger coronada de torres con timón en la D. sosteniendo la cabeza con la S. y a los pies cornucopia. En las de Marcianópolis hay la inscripción Bona Fortuna Marcianopolitarum, con una muger en pie, que tiene en la D. balanza, y en la S. cornucopia. Las de Nicea suelen poner el epígrafe Bona Fortuna Nicaensium, y una muger sentada en rocas con timón en la D. En las de Melos hallamos sola la voz TYXH, sobre el tipo de un hombre con galea en pie, con el codo derecho reclinado en columna; y las de Tarso ponen una muger sentada en rocas, y a los pies río nadante. En Spanhemio leemos también TYXH KAPXEDONION, que pertenece a Cartago, pero no da otra noticia". Tomás Andrés de Gússeme, Diccionario numismático general, Vol.6 (Madrid, 1777). "Los griegos la llamaban Tychea, y este nombre la dan las monedas de Melos, y muchas otras. Homero la hace hija de Océano. Búbalo (1) fue el primer escultor que la representó, y la hizo una estatua para la ciudad de Esmyrna. Tenía una estrella en la frente, y en la mano el cuerno de la abundancia. Los Corinthios la llaman Acréa, porque tenía un templo en su ciudadela. Los Atenienses la habían hecho representar teniendo al niño Pluto en sus brazos. Del mismo modo nos la pintan las monedas de Melos. Confundíase frequentemente con el destino". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115. "Tyche o Fortuna. A esta diosa, que tuvo el mismo rango que Plutos, estaba encomendada la vigilancia y dirección de los destinos, tanto faustos como adversos. En Grecia se la edificaron templos en Elis, Corintho y Smyrna". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 2. Representaciones de la Fortuna en el Imperio Romano La Fortuna. Monedas deTrajano (bronce y plata: ) y Adriano (oro) recogidas en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (167-168) La Fortuna. Monedas de Antonino Pio (plata), Antonino Geta (plata) y una cornalina antigua, en en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (168-169) "Los Romanos, que primeramente se contentaban con ir a consultar la Suerte y la Fortuna en Ancio, adoptaron después esta Divinidad, y la consagraron muchos templos. Servio Tulio fue el primero que dio el exemplo. Los Romanos la daban diferentes nombres: la llamaban Varonil, Pacífica, Vírgen, Fortuna del pueblo Romano, Fortuna de Augusto &c., según las ocasiones en que la invocaban, o los atributos que la daban. El templo de la Fortuna en Roma fue erigido en tiempo de Anco Marcio a expensas de las Damas Romanas. Fulbio Flavio la elevó un magnífico templo baxo el nombre de Fortuna Equestre. El que hizo edificar Quinto Catulo estaba consagrado a la Fortuna del día. El de Nerón fue construido de piedras transparentes. Se la representa siempre baxo la figura de una muger, con el cuerno de la abundancia, un timón, una rueda y un globo; y así se ve en gran número de monedas. En muchas piedras grabadas y algunas monedas se ve confundida con Némesis, y algunas veces representada baxo los mismos atributos. Las alas son también símbolos atribuidos a la Fortuna por los Poetas, sin embargo de no hallarse monumento alguno que la represente alada. Los Romanos pretendían que la Fortuna, habiendo dexado a los Persas y Asyrios, volado ligeramente por la Macedonia, visto parecer a Alexandro, pasado a Egipto y a Syria, llegó en fin al monte Palatino, se quitó sus alas, arrojó su rueda, y entró en Roma para establecerse allí eternamente". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115-118. Estatua de la diosa Fortuna, en Il Vaticano descritto ed illustrato, vol.IV, de Erasmo Pistolesi (Roma, 1829. Tab. XVIII, p.100) "Deidad que presidía en todos los acontecimientos, y distribuía, según su capricho, los bienes y los males. Se ha observado que no era conocida en Grecia en la remota antigüedad porque no se encuentra su nombre ni en Homero ni en Hesíodo. Los poetas la pintan calva, ciega, en pie, y con dos alas a los dos pies, el uno sobre una rueda que da vueltas, el otro en el aire. Los antiguos la han representado con un sol y una media luna sobre la cabeza, para indicar que, como estos astros, la fortuna preside a todo lo que pasa en la tierra. La han dado también un timón, para indicar el imperio de la casualidad. Muchas veces en lugar de timón, tiene un pie en la proa de una nave, como presidente a la vez sobre la tierra y sobre los mares. Las medallas de los emperadores romanos la representan con diferentes calificaciones y atributos. En una medalla de Adriano, bajo el nombre de Fortuna Aurea, se ve una hermosa muger, alada, tendida, y con un timón a sus pies. Otra de Antonino Pio la ofrece bajo el título de Fortuna Obsequens, y bajo la forma de una muger hermosa en pie, apoyada con la mano derecha sobre un timón, y que con la izquierda tiene un cuerno de la abundancia. En otra de Comodo, la fortuna permanente, Fortuna maneus, está caracterizada por una dama romana, sentada, teniendo en la mano izquierda un cuerno de la abundancia, y con la derecha un caballo con su brida. La Fortuna victoriosa se apoya también sobre un timón, y tiene un ramo de laurel. En una medalla de Antonio Geta, la buena fortuna esta sentada, y se apoya en el brazo derecho sobre una rueda, y en la mano izquierda tiene también un cuerno de la abundancia. Algunas veces se substituye a la rueda un globo celeste, cuyo movimiento perpetuo anuncia igualmente la inconstancia. Pausanias hace mención de una estatua de la fortuna que había en Egina: tenía en sus manos un cuerno de la abundancia, y cerca de ella un cupido alado, para significar, dice, que en amor puede más la fortuna que el semblante. Entre los beocios, tenía a Pluto en sus brazos. En Esmirna llevaba la estrella polar sobre la cabeza, y un cuerno de la abundancia en la mano. Los romanos daban igualmente un culto solemne a la Fortuna. Julio Hostilio fue el primero que elevó un templo en su honor. En lo sucesivo se le levantaron hasta ocho en los muros de Roma. El más célebre de todos los de Italia, era el de Antio. (Ov. Fast. 6. Plut. de Fort. Rom. Civ. de divin. 2. Tit. Liv. 10. S. Agust. de Civit. Dei. Val. Max. 1, c. 5, Paus. 2. Horod. etc.). La mala fortuna se describe bajo la figura de una muger espuesta en una nave sin mástil y sin timón, y con las velas rotas por la violencia de los vientos. Los modernos la han representado sobre un globo lleno de aire. Gravelot la ha pintado sentada en un trono, sobre cuyas gradas hay esparcidos los atributos de todo lo que es objeto del anelo de los hombres: cerca de ella hay en cuerno de Amaltea, y el incienso que se exala de un braserillo indica las adoraciones del universo. En la ciudad de Este, en Tívoli, Zuccheri ha pintado la Fortuna a horcajadas sobre un avestruz: idea estraña cuyo sentido es difícil descubrir, pero sin duda significa que esta diosa favorecía casi siempre a los necios. Sulzer presenta la Fortuna sentada en un trono suspendido en los aires, y llevado por vientos contrarios: tiene en su mano una varilla mágica: su fisonomía representa todos los caracteres de la inconsecuencia, del capricho, de la insolencia y de la ligereza: en su seguimiento se encuentran la Riqueza y la Indigencia, el Despotismo y la Esclavitud, y delante de ella marcha la Seguridad, para indicar que la Fortuna, viene muchas veces sin ser esperada. En un cuadro del Guido en la galería del Capitolio, está representada corriendo sobre un globo, y haciendo rodar una corona con las estremidades de sus dedos". B.G.P. Diccionario universal de mitología o de la fábula, Tomo I. Barcelona, 1835, p.628-629. "En Italia antes de la fundación de Roma (se edificaron templos a la Fortuna) en Antium, y según Oracio en Prenesta, que era donde se celebraba su culto con más solemnidad. En Antium tuvo dos estatuas oráculas, que respondían por señas a las preguntas que se la dirigían, y su magnífico templo de Prenesta, según Montfaucón, daba también decisiones proféticas. Los Romanos la adoraron con mucha suntuosidad, dándola muchos nombres, de los que los principales fueron: Fortuna pública, equestris, bona, blanda, virgo, virilis, muliebris, etc. Sus atributos son el cuerno de la Abundancia y el Timón". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 3. La diosa Fortuna en la Edad Media: La Rueda de la Fortuna La Rueda de la Fortuna. Codex Buranus (c.1230), con las inscripciones regnabo, regno, regnavi y sum sine regno. La Rueda de la Fortuna. Roman de Renart (1275-1300) BnF MS Français 1581, fol.57. La diosa Fortuna, con un vestido largo de color naranja, aparece detrás de la rueda, que hace girar con sus manos. En la parte superior aparecen tres representaciones del zorro Renart, pero sólo el de la parte superior lleva corona y capa regias. A ambos lados aparecen dos figuras a caballo. En el eje horizontal una figura, con cáliz y hostia, se desliza hacia abajo; en el lado opuesto, un hombre barbado con una hoz asciende, representando ambas a la justicia y la industria. En la esquina inferior izquierda se representa una mujer sentada con una cruz, alegoría de la Caridad, como se lee en la inscripción y se identifica por las monedas que arroja al suelo, que recuerda las representaciones romanas de Largitas. En el extremo inferior derecho aparece la Humildad, oculta entre sus ropajes. Las cuatro figuras que aparecen en torno a la rueda forman un todo conceptual, pues los personajes a caballo de las esquinas superiores representan los pecados opuestos: Soberbia (hombre) y Codicia (mujer). En la parte inferior de la rueda se ve un hombre desnudo, aferrado al eje con una mano y sujetando la balanza de la Justicia con la otra, en el polo opuesto del entronizado Renart, símbolo todo ello de la injusticia social. Misal francés (Amiens, 1323) con dos ruedas de la fortuna que muestran grandes similitudes con la rueda de Renart. A la izquierda se muestran cuatro figuras humanas que representan otros cuatro estamentos sociales: Rey, Clérigo con cáliz, Campesino con hoz y Pobre, desnudo o con harapos. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda, en cuya cúspide se encuentra el rey Arturo. Iluminación de la Morte Artu (Francia, c.1316) British Library MS Add. 10294, fol.89. El poeta Lucano nos dice: "No podemos ir sino hacia donde da la vuelta el mundo, y la fortuna vuelve su rueda" (Historia, VIII. v. 1540: 168). La visión positiva de Tyche/Fortuna que tenían los antiguos se borró entre los Padres de la Iglesia, dirigidos por san Agustín. La Fortuna, para ellos, era ciega dispensadora de bienes terrenales e instrumento diabólico. La iconografía antigua de la diosa desapareció, convirtiéndose Fortuna en la señora ambivalente de los vaivenes de la vida, siendo su atributo más prototípico, durante siglos, la rueda que, girando, enaltece o hunde a todos los seres humanos. Tal fue la imagen que describió Boecio a mediados del siglo VI cuando imaginó la Fortuna como servidora de la Providencia Divina en su Consolación de la filosofía. La Fortuna, a la izquierda, hace girar su rueda con una manivela. Sobre ella la figura de un Rey que va cambiando de postura según el sentido de giro de la rueda, junto con las siguientes inscripciones: regnabo (ascendiendo), regno (sentado en lo más alto), regnavi (cayendo), sim sine regno (postrado en el suelo). Histoire ancienne jusqu´á César (Nápoles, 1325-1350) British Library MS Royal 20D I, fol.163v. La Fortuna, con los ojos vendados, da vueltas a su rueda. Guillaume de Lorris y Jean de Meung, Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XIV) Bodleian Library MS Douce332, fol.58r. La Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione philosophiae (Francia, c.1400) Bodleian Library MS Douce 298, fol.13v. La Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, c.1400) BnF MS Français 46, fol.13. "Gran dubda fue entre los sabios antiguos qué cossa fuesse la fortuna, ca algunos de los gentiles, como Boecio en el primero libro de consolació, escrivieron que la fortuna fuesse una señora, so cuyo mandado y señorío estavan todas las riquezas y bienes temporales, y esta señora llaman deesa. E dezía que a todos los hombres del mundo traýa puestos en una rueda, y que su condición della era no estar siempre de un tenor, antes de los hombres altos y grandes fazer baxos y pobres, y bolviendo la rueda, de los baxos y pobres fazer altos y grandes. [...] Según dize Boecio, que loco es el que piensa que la fortuna ha de estar de un tenor, que si está queda ya dexa de ser fortuna. Según lo qual la condición de la fortuna, es que no esté queda. E por esso la pintan con rueda, y los que están en alto pone en lo baxo, y los que están em baxo pone en lo alto. [...] Las riquezas temporales son de las principales cosas que son contadas entre bienes de fortuna, las quales crecen y disminuyen, según que dize Boecio en persona de la fortuna. Que los servidores que son los bienes temporales, siguen a la señora que es la fortuna, la qual viene con ello. Y por esso dize Boecio que la fortuna todo el mundo trae en una rueda mudable que de lo alto haze baxo, y de lo baxo alto, de los ricos pobres y de los pobres ricos". Pedro Díaz de Toledo, Glosas a los Proverbios de Séneca (CX y CXXXVI) y del Marqués de Santillana (XXI y LXXII). v. 1552: 55v, 66r, 183 y 220v. Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (París, c.1400-1425) BnF MS Français 172, fol.150. La Rueda de la Fortuna. Boccaccio, De casibus (París, c.1400-1425) BnF MS Français 226, fol.12v. La Fortuna hace girar su rueda, sobre la que aparecen cuatro aspectos de un mismo rey: ascendiendo (Regnabo), en su trono (Regno), cayendo (Regnavi) y en el suelo (Sim sine regno). Histoire ancienne jusqu´á César (París, c.1400.1425) British Library MS Stowe 54, fol.197. Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione Philosophiae (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 19A IV, fol.13v Francesco Petrarca, en el tercer cuarto del siglo XIV, escribía: "Piensas tú que como tu nao salida de las tempestades del mar reposa en el puerto, que assí tu amo libre de los cuydados de la vida, está ya seguro de los trabajos y nuedos? Pues no es assí que agora has de temer, mas no sabes que las cosas humanas no tienen firmeza? El que en la voluble rueda de la fortuna está asentado más alto, aquél está más cerca de caher" (De los remedios contra próspera y adversa fortuna, XC). La Fortuna, ataviada como reina, alada y con los ojos vendados, hace girar su rueda. Giovanni Boccaccio, De casibus virorum illustrium (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 20C IV, fol.1. "Ca tiempo haze las cosas y deshaze,/ y quando a fortuna plaze las dañosas/ se nos tornan provechosas y plazientes,/ y las útiles nuzientes contrariosas". Proverbios de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. v. 1558: D10v. La Rueda de la Fortuna. Miniatura de L´Épitre de Othéa, de Christine de Pizan (París, c.1410-1414) British Library MS Harley 4431, fol.129. "Los estados y riqueza que nos dexan a desora quien lo duda no les pidamos firmeza porque son de una señora que se muda, que bienes son de fortuna que rebuelve con su rueda apresurosa, la qual no puede ser una ni ser estable, ni queda en una cosa". Coplas de Don Jorge Manrique. v. 1558: P2. La Rueda de la Fortuna. Cecco d´Ascoli, L´Acerba Eta (Florencia, 1456) Bodleian Library MS Canon. Ital. 38, fol.25r. "Tus casos fallaces Fortuna cantamos,/ Estados de gentes que giras y troças,/ Tus muchas mudanças, tus firmezas pocas,/ Y los que en tu rueda quexosos hallamos,/ Hasta que al tiempo de agora vengamos./ Y hechos passados cobdicia mi pluma,/ Y de los presentes hazer breve suma./ De fin Apollo, pues nos començamos". Juan de Mena, El labyrintho, I, 2 (v. 1552: 5v) La Rueda de la Fortuna. Christine de Pisan, Épitre d´Othéa (Francia, c.1450-1475) Bodleian Library MS Bodl. 421, fol.52v. A finales del siglo XV la tradición se conserva intacta, como vemos en el Amadís de Gaula, la obra cumbre de la literatura medieval fantástica en castellano: "Catad que muy presto podría hazer que la fortuna su rueda rebolviesse, y quando assí es enojada de aquellos que muchos bienes fizo, no con un açote sólo, mas con muchos muy crueles los castiga. Y como las cosas deste mundo sean transitorias y perecederas, no tura más la gloria y la fama dellas de quanto ante los ojos andan" (III, 16. v.1533: 225r). Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (Francia, c.1450-1475) BnF MS Français 27, fol.154. Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, med. siglo XV) BnF MS Français 43, fol.37. Alejandro, en lo más alto y lo más bajo de la Rueda de la Fortuna, momentos antes de su muerte. Jean de Courcy, Chronique de la Bouquechardiére (Francia, c.1450-1475) British Library MS Harley 4376, fol.271. Rueda de la Fortuna. JohnLydgate, Troy Book (Inglaterra, c.1457-1460) British Library MS Royal 18D II, fol.30v. A principios del siglo XVI, en Orlando Furioso, vemos como incluso los reyes no se libran de los designios de la Fortuna, y donde antes estuvieron en lo más alto, ahora se ven arrojados al suelo: "Quanto en la inquieta rueda vees muy alto/ Subir al mísero hombre confiado./ Tanto el pie más presto en fiero saltó/ Do la cabeça tuvo vees colgado,/ Exemplo es Policrato y el Rey alto/ De Lidia y Dionis tan encumbrado,/ Sin otros que cayeron de suprema/ Gloria en un día a la miseria estrema./ Assí al contrario, quanto más caydo,/ El hombre en esta rueda va profundo,/ Tanto está en punto más de ser subido,/ Pues rueda siempre y verse más jocundo" (Canto 44. v.1556: 502-503). En el Lazarillo de Tormes, leemos: "Por conocer que la fortuna que me havía puesto en lo más alto de su rueda voltaría, y subido a la cumbre de la bienaventurança terrestre, con su curso veloz, començava a despeñarme a lo más ínfimo. [...] que todos los hombres del mundo subían, y baxaban por la rueda de fortuna: unos siguiendo su movimiento, otros al contrario" (II, 1 y 8). Rueda de la Fortuna, convertida en el décimo Arcano Mayor del Tarot. Tarot de Visconti-Sforza, 1455. Erasmo, en sus Apothegmas, nos recuerda que la Fortuna de la misma manera que nos da alegrías, nos trae la desgracia: "O fortuna yo te ruego que por tantos y tan grandes bienes no sea el contrapeso de los males grande. No se ensobervesció este varón prudentíssimo, de la buena ventura, que le avía succedido, mas antes tuvo por sospechosa a la rueda de la fortuna, la qual suele alegrar primero, y halagar con alguna nueva prosperidad, a los que ella anda por trastornar" (Apothegmas de Philippo. v. 1543: 23v). La Rueda de la Fortuna y la Muerte bajo el Árbol de la Vida. Fortuna aparece de pie girando la rueda, donde aparecen cuatro figuras. Cristo aparece en la esquina superior izquierda, con una cadena unida a la rueda. En la parte central inferior aparece un cadáver en su sepultura. La Muerte se representa en forma de esqueleto a punto de disparar su arco sobre el Árbol de la Vida, que surge de un barco y contiene un grupo de dignatarios religiosos y seglares. Maestro de los Banderoles (Holanda, c.1450-1475). British Museum 1845.0809.108. La Fortuna representada como una mujer con seis brazos. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.1v. Reynard el Zorro como Papa y Anticristo en la Rueda de la Fortuna. Grabado coloreado (Alemania, c.1470-1480). El diseño, complejo y cargado de figuras alegóricas, incluye la representación de virtudes, vicios y los animales de la leyenda de Reynard el Zorro (Isengrim, el lobo, y el oso de Braun). Reynard, el embaucador medieval y héroe popular, es visto como Papa y Anticristo, sentado en majestad en el vértice superior de la Rueda de la Fortuna, flanqueado a su derecha por un lobo dominico y a su izquierda por un oso franciscano, que a su vez están acompañados por las personificaciones de la Arrogancia y la Envidia, ambas a caballo. Aconsejando paciencia ante la opresión de la Iglesia de Roma, que es equiparada al reinado del Anticristo, se promete un Apocalipsis Secreto que lo derrocará, utilizándose la simbología de la rueda para ilustrarnos del efímero poder universal del Papa, pues la rotación de la rueda viene a demostrar que sus días están contados. La alegoría de la Constancia juega el papel de los vencidos, tendido sobre el borde inferior de la rueda y aferrándose a su radio. Aunque con su giro la Rueda de la Fortuna derrocará al Vicio y redimirá a la Virtud, la Constancia se nos presenta como un hombre famélico, debilitado hasta el borde de la muerte, lanzando un mensaje de paciencia y esperanza hacia el espectador, pues pronto su cuerpo se verá en posición vertical. La Rueda es sujetada por la Paciencia (Fortuna) y, en su parte inferior, por el Amor y la Humildad. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda con una manivela. En lo alto se encuentra el Rey, y en lo más bajo un hombre tirado en el suelo. Miniatura perteneciente a un manuscrito iluminado que contiene diversos tratados morales y de historia natural, incluyendo un Tractatus de interrogationibus (Italia, 1481) British Library MS Harley 3577, fol.167v. La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Venecia, 1482) Biblioteca Nazionale Marciana, cod. It. IX, 87 (=6226) La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Perugia, Stephan Arndes, 1482) La Rueda de la Fortuna. John Lydgate, The Falls of Princes (Pynson, 1494) La Rueda de la Fortuna. De fortunae mutabilitate. Sebastian Brandt, Stultifera navis (J. Bergman de Olpe, 1497) La Fortuna. Évrard de Conty, Échecs amoureux (Cognac, c.1496-1498) BnF MS Français 143, fol.7. La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (Praga, 1501) La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (París, c.1503) BnF MS Français 225, fol.1. La Fortuna sentada sobre la Rueda. Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XV) Bodleian Library MS Douce 195, fol.43r. La Fortuna y el Mendigo. Boccaccio, De casibus (París, c.1500-1525) BnF MS Français 130, fol.88. La Rueda de la Fortuna. Una mano que emerge de entre las nubes controla el giro de la rueda mediante una cuerda. En la rueda aparecen cuatro figuras. Hans Weiditz (Alemania, 1519) British Museum 1997.0712.22. Sigismondo Fanti, Triompho di Fortuna (Venezia, Giunta 1527). La magnífica portada diseñada por Baldassarre Peruzzi es una alegoría figurativa con referencias a la astrología y a la adivinación. En los extremos de una cruz imaginaria se representan los símbolos de la transitoriedad: un gigantesco dado, el astrolabio, el orologio, y un globo con los signos del zodíaco, heredero de la Rueda de la Fortuna medieval, donde se sienta en equilibrio precario Clemente VII. Su mundo está soportado por Atlas y maniobrado por un lado por la Virtud, y por otro lado por la Voluptuosidad, representada por un diablo. La Rueda de la Fortuna. Ilustración del libro de Petrarca Remedios de Buena y Mala Fortuna (Augsburgo, Heinrich Steyner, 1532) fol.105v. "[...] la mutabilidad de la fortuna hizo y haze y hará lo que vemos que acontece en la rueda, que andando con gran velocidad lo que poco ha estava alto, se torna en baxo, y lo baxo en alto. Y por esto la fortuna según fingen los poetas está puesta encima de una rueda". Fernán Núñez, Glosas sobre las Trezientas del famoso poeta Juan de Mena (I, 56. v. 1552: 54v). La Rueda de la Fortuna, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. De fortunae mutabilitate. Tres hombres encaramados en la rueda de la Fortuna. Ilustración de una edición en latín de La nave de los necios de Sebastian Brant, probablemente impresa por Heinrich Petri en Basilea en 1572. Impresión de Tobias Stimmer. El Tiempo, desnudo y alado, hace girar la Rueda de la Fortuna sobre la que escala un turco. Abajo a la derecha, la personificación de la Religión, y a la izquierda, la Muerte blandiendo una guadaña. A los pies de la tumba, soldados europeos y turcos muertos. Martin Rota (Italia, 1572) British Museum 1873.0809.801. 4. La recuperación de la imagen clásica en el Renacimiento Bernardo Rucellai y Nannina de' Medici en el Barco de la Fortuna. Joven semidesnudo en pie y sujetando una vela, mientras los vientos azotan el navío. Grabado anónimo (Florencia, c.1460-1470). British Museum 1845.0825.488. A finales del siglo XV se perfila un nuevo cambio en la iconografía de la Fortuna, fruto de la intervención de los humanistas, donde se prescinde muy a menudo de la rueda, quedando en algunas ocasiones como atributo secundario. La Fortuna. Mujer alada que sostiene una hoja de palma con su mano derecha y una rueda de la fortuna, sobre la que se sienta un hombre, con su mano izquierda. Una esfera aparece a su lado, y al fondo un paisaje con un barco. Sebald Beham (Alemania, 1541) British Library 1882.0812.346. El Castillo de la Sabiduría, con el Destino y la Fortuna, en cuya rueda se lee la inscripción Cor ruet statim. Qui modo scandit. Robert Recorde (Londres, 1556) Bodleian Library MS K 4.8. Art. La Fortuna del Renacimiento se convierte en una mujer desnuda o semidesnuda, a veces con los ojos vendados, que evidencia su inestabilidad asentando sus pies sobre un barco, una concha, una rueda o, más a menudo, sobre una esfera, que puede ser alada y navegar a su vez por las aguas. La Fortuna. Mujer desnuda sobre una esfera, sujetando una vara y una ramita de acebo de mar (Eryngium). Grabado de Alberto Durero (Alemania, c.1495) British Museum E.2.127. La Gran Fortuna. Alberto Durero (Alemania, 1501-1502) Metropolitan Museum 19.73.89. La Fortuna portando los atributos de Némesis: la pátera y las bridas. Las alas de la Fortuna muestran la velocidad con la que se mueve, pero por lo general lleva una vela hinchada por el viento, siendo éste un símbolo ambivalente ya que alude por una parte a lo aleatorio del viento y, por otra, a la posibilidad que tiene el hombre de dirigir su marcha. La Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1506 La Fortuna. Mujer desnuda sobre un globo y un timón en mitad de las aguas, sujetando una vara con su brazo derecho. Grabado de Nicoletto de Módena (Italia, c.1500-1510). British Museum 1873.0809.695; Metropolitan Museum 28.98.58. El timón que porta en ocasiones simboliza su dominio sobre el mundo, pero también alude a la voluntad y saber hacer del navegante. La Fortuna de los pensadores renacentistas, aun manteniendo su carácter impredecible y variable, puede ser dirigida por quien la sabe manejar. Este planteamiento positivo explica que la Fortuna se asimile a la Ocasión, y no es raro hallar a la primera con el mechón frontal de la segunda, y con razón, pues ambas suponen una incitación a actuar: "La Fortuna ayuda a los audaces". Grabado de Hans Franck. Marca del impresor Andreas Cratander. La Fortuna, con pies alados, apoyada sobre un globo. Su rostro queda tapado por su larga melena. Inscripciones en griego, hebreo y latín: Brevis consulendi Occasio. Basilea, Ludwig Hornken, 1519. Diseño de una funda de daga (detalle). La Fortuna?, en pie sobre una concha, sujetando una tela a modo de vela. Block-cut de Hans Lutzelburger e impresión de Hans Holbein el Joven (Alemania, c.1520-1526) British Museum 1895.0122.841-2. Der.: La Fortuna, en pie sobre una esfera y sujetando una vela. Virgil Solis (Alemania, c.1530-1562) British Museum 1869.0410.189. Según Maquiavelo el hombre dotado de virtú (prudencia, voluntad y valor) sabe captar las circunstancias favorables, las aprovecha y prospera con ello. En cierto modo, es la misma idea que plantea Alciato en su emblema de Mercurio y la Fortuna: el conocimiento puede dominar a la suerte. Ars naturam adivuans (El arte ayuda a la naturaleza). Alciato, Emblematum liber (Venecia, 1546: 42r) "Fortuna en una bola, y en un quadrado/ Mercurio está, que las artes enseña,/ Como los casos rebolver es dado/ A la Fortuna, que de esto es enseña./ Contra Fortuna el arte fue don dado,/ Y ansí contra ella el arte haze reseña./ Luego mançebo aprende buenas artes/ Que para dar ventura tienen partes". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 234. Una idea similar se expresa en el emblema 118: Virtute Fortuna comes, donde el autor italiano sabe unir con gran magisterio los símbolos principales de las dos divinidades, el Caduceo y la Cornucopia. Virtute Fortuna comes (La Fortuna es compañera de la Virtud). Alciato, Emblematum liber (París, 1536: C7v; Lyon, 1549: 39) "La vara de Mercurio esté esculpida/ Con quatro alas y con dos serpientes/ Entre los cuernos de la conoçida/ Cabra Amalthea, que a los eloquentes/ Varones de ęquidad muy escogida/ Dotada de consejos muy prudentes/ Muestra como Fortuna les abonda/ Y en lo que responder es bien responda". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 39. Realmente son muchos los significados que se ocultan tras el concepto de Fortuna, y en tales circunstancias se comprende que su aparición en composiciones alegóricas plantee a veces problemas de interpretación. Es curioso que su figura pueda aparecer tanto enfrentada a las virtudes como unida a ellas. En un anónimo veneciano vemos representada la Fortuna junto a Mercurio y la Virtud. Mercurio, Virtud y Fortuna. Luciano, I dilettevoli dialogi (Venezia, 1525, c. 23r) G. Salviati, en un techo de la Biblioteca Marciana de Venecia (c.1550) figura juntas a la Fortuna, la Sabiduría y la Fortaleza, G. Vasari (1548), con un criterio parecido, o acaso maquiavélico, ve a la Virtud agarrando el mechón de Fortuna mientras que la Envidia se despeña; Achille Bocchi la hace compañera de la Abundancia (1555), y Johannes Wierix la dibuja abrazada a la Virtud (c.1585). Raimondi representa a la Fortuna azotada por el hombre, y Tintoretto (1562) concibe a la Fortuna, ricamente ataviada, sentada sobre una Harpía (símbolo de la avaricia) y rodeada por hombres que vienen a rendirle homenaje. Fortuna y Abundancia sujetan el escudo de Francia, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. Grabado de Giulio Bonasone. La elección de Hércules. El héroe, en el cruce de dos caminos, ha de escoger entre dos personificaciones femeninas: el Trabajo (Labor) y el Placer (Voluptas), representándose a la izquierda un camino escarpado que conduce al templo de la Virtud y a la derecha un camino lleno de fiestas y diversiones que lleva a un infierno en llamas. La Virtud y la Fortuna, abrazándose, y el águila de Júpiter, presiden desde lo alto la escena. Hans van Luyck (ed.), Johannes Wierix (impr.) (Holanda, c.1585) British Museum 1937.0915.162. La Fortuna y la Esperanza. Diseño para una ventana circular. La Fortuna de pie sobre un globo circular que flota en el mar. La Esperanza lleva un ancla en la mano izquierda. Grabado anónimo (Holanda, fin. S.XVI) British Museum SL.5236.139. El hombre se venga de la Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1510. "Para significar que gobernaba sobre todas las cosas del mundo la dibujaron con un cuerno de la abundancia en una mano, sujetando con la otra un timón de navío sobre una esfera. Fue igualmente dibujada por los antiguos en posición sedente, con una cornucopia y un brazo apoyado sobre una rueda, para mostrar su inconstancia". Du Choul La Fortuna da de beber a un Príncipe. Antonio Fantuzzi (Italia, c.1543) Metropolitan Museum 59.596.21. No fue uno de sus atributos más extendidos, pero en ocasiones se la representa como una figura de doble rostro, como símbolo de su inconstancia, pues unas veces se muestra favorable, y otras veces desfavorable, representándose pues, con un rostro de bella mujer y con otro de arrugado anciano. Figura de doble rostro haciendo girar la rueda de la Fortuna. Un grupo de hombres ayudan a otros a subir a la rueda, mientras que otros grupos recogen con sábanas a los que van cayendo. Portada del Dialogus de Fato et Fortuna, de Johann Pistorius (Augsburgo, Heinrich Steiner, 1544), según un grabado de Hans Burgkmair el Viejo fechado en 1515. British Museum 1895.1031.1068. "Las compañeras suyas que allí estavan,/ Sepultáronla luego con tristeza,/ En un sepulchro hecho que allí avía,/ [...] En la qual avía escrito este letrero,/ Como por Epitaphio de Fortuna./ Aquí yace la diosa muy mudable,/ D´el vulgo loco, y aquí yaze aquella,/ Que carece de ley y de firmeza:/ Dos caras tiene cierto como Jano,/ Y mira a entrambos lados juntamente,/ Sus cuernos traen siempre diferentes/ Efectos, y son varios cada hora". Diego Fernández de San Pedro, "Verso Elegíaco sobre la muerte de la Fortuna, dada por la Virtud", en Questión de amor y cárcel de amor (Amberes, 1556: R8v) "Con dos caras la tramposa/ fortuna, muestra que sea/ una dellas muy hermosa/ la otra más negra y fea/ que la negra de Guinea". Lorenzo Suárez de Chaves, Diálogos (XX, 5) v. 1577: 259. La Fortuna. Grabado perteneciente a la serie “Virtudes y Vicios”, de Heinrich Aldegrever (Alemania, 1549). La Fortuna aparece en posición frontal, con su pie izquierdo sobre una esfera, sujetando con su mano derecha una vela donde aparece la rueda de la fortuna . British Museum E.4.382. La Fortuna. Mujer desnuda y alada, sujetando una copa y un arnés con la mano izquierda, una serpiente con su mano derecha, de pie sobre una esfera. Heinrich Aldegrever (Alemania, 1555) British Museum 1850.0810.279. Figura femenina alada (Victoria o Fortuna?) sujetando una esfera. Giorgio Ghisi (Italia, 1560-1570) British Museum V.8.102. La Fortuna, en pie sobre un delfín. Mujer desnuda sujetando una vela. Andreas Summer (Alemania, 1568) British Museum 1843.0513.235. "Los gentiles assí como en todo lo que tocava a sus dioses yvan errados, y fuera de todos términos de razón. En lo que toca a la fortuna sin fundamento ninguno la imaginaron y fingieron ser una diosa que tenía poder sobre todas las cosas, como lo refiere Boecio en el primero libro de consolación. Y ansí en Roma como en otras muchas partes le hizieron, y edificaron templos adonde fuesse adorada, y reverenciada, de los quales, y de los fundadores dello hazen mención muchos autores, como son Tito Livio, Plinio, Dionisio Alicarnaseo, Plutarco, Séneca y los Prenestinenses pueblos en Italia, y la tenían y adoravan por la principal diosa de su república. Pero esto, como cosa que no hazen tanto a nuestro propósito, podemos dexarlo, con dezir de las diversas formas, y maneras que tenían en pintarla en estos templos. Porque en unos la ponían en figura de muger que estava loca, puesta de pies sobre un buelto redondo, otros le añadían unas alas y le quitavan los pies, dando a entender que nunca estava firme. También la pintavan con la cabeça que tocava en el cielo, y con un governalle en la mano, pareciendo que governava todas las cosas del mundo. Otros le ponían en la mano aquel cuerno de copia, mostrando que por su mano recibíamos todos los bienes y males. Algunos ovo que la hazían de vidrio, porque fácilmente podía quebrarse, y la más común manera de pintarla era con un exe de una rueda en la mano, que siempre la traýa al rededor, y los ojos ciegos o topados, para que pareciesse que los que estavan en la cumbre de la prosperidad fácilmente podían ser derrocados, y assí también los de muy baxos estados podrían con facilidad subir a los más altos. Otros uvo que les pareció que era bien pintarla como hombre, y le hizieron templo particular para ello. También la pintavan algunos navegando por la mar, encima de un pescado grande, con una vela inchada de viento, llevando una punta de la vela en la mano, y otra debaxo de los pies, dando a entender quan fácilmente podría sumirse y anegarse, y que el mesmo peligro corrían todos los que navegavan, y de aquí vino (a lo que yo creo) aquella manera tan común de dezir los que passan alguna tormenta en la mar, que corrieron fortuna, como si dixessen que la fortuna los avía puesto en algún peligro. Y fin esto hazían, y pintavan otros cien mil desatinos, los quales procedían de que la fortuna solamente era imaginada, [...] pintándola cada uno conforme a su imaginación, y formando cien chimeras della tan libremente, que bien parecía cosa de burla, y muy digna de que todos podamos burlar della". Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, IV. v. 1575: 320-322. Mujer (la Fortuna?) sentada sobre una roca en mitad del océano, con la inscripción Fortuna immeritos auget honoribus. Fortuna innocuos cladibus afficit. Jacopo Caraglio (Italia, 1520-1539) British Museum 1860.0414.11. La Fortuna. Marca de Nicolaus Basse. Mujer desnuda apoyada sobre una rueda, con los pies alados, sujetando una túnica con su mano izquierda y una navaja en su mano derecha, con la inscripción: Fronte capillata est post haec occasio calva. (Frankfurt, Sigmund Feierabend, 1573). Fortuna alada, con el lema Instabilitas fortunae. Marca del impresor Giuseppe de Angelis (Iosephus de Angelis) (Roma, 1573-1579) Surgi fortun. La inestable Fortuna. La Fortuna se balancea precariamente sobre una concha marina, mientras sujeta con unas cuerdas a una criatura marina. Grabado de Philips Galle (Holanda, 1574) según diseño de Melchior Lorck. Inscripción: Sit vaga et instabilis guia tum? Tu Mentis amussi, Et Rationis eam finge tuo arbitrio. British Library 1983.0127.13. La Fortuna, con la inscripción Pace viget Fortuna favens terraque marique iam blandiuntur omnia. Grabado de la serie Virtudes y Vicios. Zacharias Dolendo (impr.), Jacob de Gheyn II (ed.) (Holanda, 1596-1597) British Museum 1873.0809.461. La Fortuna entre Heráclito y Demócrito. Grabado perteneciente a una colección de 33 denominada Hortus Voluptatum, de Crispijn de Passe el Viejo (Holanda, 1599). Inscripción sobre el arco: Homo vanitatis et fortuna ludibrium; en la parte inferior: Quid, faciam ite cumne fleam. Heraclite cachinno Nam quis continet risum, plena omnia stultis, Vel cum Democrito res hominum exagitem: Quis lacrymas, tanto mista dolore videns. British Library 1873.0614.74. 5. Otras representaciones de la Fortuna 5.1. Fortuna con seis brazos La Fortuna ante Boccaccio. De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.156. 5.2. Fortuna con balanza La Fortuna portando una balanza equilibrada con dos libros, símbolos de la maldad y la bondad de esta diosa. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.38v. Notas (1) Bupalus. Hijo de Archermus, miembro de la célebre escuela escultórica de Chios, en el siglo VI a.C. Enlaces de interés: TYKHE en theoi.com. Tyche en Wikipedia.org. Sara Agnoletto, Hermes versus Fortuna en engramma.it.
Fortuna is the goddess of fortune and the personification of luck in Roman religion who, largely thanks to the Late Antique author Boethius, remained popular through the Middle Ages until at least the Renaissance. The blindfolded depiction of her is still an important figure in many aspects of today's Italian culture, where the dichotomy fortuna / sfortuna plays a prominent role in everyday social life, also represented by the very common refrain "La [dea] fortuna è cieca" .
142 - 143 - 144 Vitam Regit Fortuna, Non Sapientia Caeca dea est rerum rectrix; Fortuna vocatur: Non minus at caeci, quos dea caeca regit. A blind goddess rules the world, called Fortune. But they are no less blind whom the blind goddess rules. Source: John Owen (c.1564-c.1628), Epigrammata, 12.20. The English version is by Thomas Harvey. Meter: Elegiac. For the traditional depiction of the goddess Fortuna blindfolded, see the image below. A blind goddess (caeca dea) is the directrix of things (est rerum rectrix); she is called Fortuna (Fortuna vocatur): but (at) those whom the blind goddess rules (quos dea caeca regit) are no less blind (non minus caeci) . The vocabulary is keyed to the DCC Latin Vocabulary list. There is only one word in this poem that is not on the DCC list: rectrix (rectrīcis, f.): governess, leader, guide at: but, but yet caecus -a -um: blind, unseeing; dark, obscure deus -ī m.; dea -ae f. god; goddess fortūna -ae f.: fortune minus -oris n.: a smaller number or amount, less; (adv.) minus: to a smaller extent, less nōn: not qui quae quod: who, which, what / quis quid: who? what? which? regō regere rēxī rectum: guide, rule rēs reī f.: thing (rēs pūblica, commonwealth; rēs familiāris, family property, estate; rēs mīlitāris, art of war; rēs novae, revolution) sapientia -ae f.: wisdom sum, esse, fuī: be, exist vīta -ae f.: life vocō -āre: call (image source)
Agostino Carracci (Italia, 1595) según dibujo de Federico Barocci (1535-1612) Eneas [1], el más valeroso de los héroes troyanos después de Héctor, hijo de Anquises y de la diosa Afrodita, demostró gran valor durante la guerra de Troya; luchó contra Aquiles e Idomeneo, fue herido por Diomedes y mató a Cretón y Orsíloco. Se distinguió igualmente en el ataque al campamento aqueo, y más tarde protagonizó una gran matanza entre los griegos. En la Ilíada su última intervención lo sitúa en clara desventaja ante el poderoso Aquiles, quien lo hubiera matado de no ser por la intervención de Posidón, salvándolo, pues “el destino suyo es eludir la muerte” [2]. La épica griega arcaica establece dos versiones sobre su salida de Troya. Según Lesques[3], Eneas y su mujer Andrómaca son apresados por el hijo de Aquiles, Neoptólemo, y llevados cautivos a Farsalia, recobrando la libertad en Delfos tras la muerte de Neoptólemo por Orestes. De otra parte el relato de Arctino, en el que se basa Virgilio, nos cuenta cómo Eneas logra escapar, huyendo justo en el momento en que es tomada la parte baja de la ciudad, recogiendo de los santuarios los objetos sagrados y el Paladión, “y cargándoselos, se los llevó de la ciudad y llegó a Italia con ellos” [4]. Lo cierto es que ya en las narraciones épicas Eneas aparece como un héroe protegido por los dioses, a los cuales obedece respetuosamente, marcado para un glorioso destino, pues en él descansa la suerte futura de la raza troyana y se asienta el origen divino del Imperio Romano [5]. Siguiendo el texto de la Iliupersis Licofrón alaba la piedad de Eneas, por salvar las imágenes de los dioses y a su padre, dejando atrás a su propio hijo, a su esposa, y otras riquezas: “Y, tras alzar un templo para Mindia Palénide, pondrá en él las imágenes de sus dioses paternos; a los que hijos y esposa pospondrá y el restante patrimonio opulento, pues las escogerá, como a su propio padre, y envolverá en sus ropas cuando, al sortearse todos los bienes de mi patria los belicosos canes, a él solo elección dejen para llevarse aquello que de su casa quiera. Por lo cual piadosísimo será considerado aun por sus enemigos; y fundará un país rico, que más famoso será que otro ninguno por las proezas guerreras de los tras él nacidos” [6]. Algunos poetas presentaban a Eneas ausente de Frigia cuando cayó la ciudad, siendo perdonado por los griegos, que permitieron su huída por haber sido siempre partidario de la paz y de la devolución de Helena [7]. “Eneas emprendió la fuga con su padre sobre los hombros, y los helenos lo dejaron en paz por su piedad. [...] Tras masacrar a los troyanos, prendieron fuego a la ciudad y partieron los despojos” [8]. Otros dicen que participó en los últimos combates, asumiendo en la defensa de Troya el papel del desaparecido Héctor hasta que Ilión fue consimida presa de las llamas. Lo cierto es que su importancia crecerá todavía más después de la caída de la fortaleza: a instancias de su madre Afrodita, toma en hombros a su padre y, acompañado por su hijo Ascanio, huye del incendio de Troya amparado por la oscuridad de la noche. Esta escena, que aparece ya en cerámicas de fines del Arcaísmo y en gemas de los siglos VI y V a.C., se convertirá en la imagen más característica del héroe, inmortalizada magistralmente por Virgilio: “Deja de hablar. Ya se percibe más inteso el crepitar del fuego por la ciudad y las llamas van rodando más cerca su ardiente borbollón. “Ea, padre querido, monta sobre mi cuello. Te sostendré en mis hombros. No va a agobiarme el peso de esta carga. Y pase lo que pase, uno ha de ser el riesgo, una la salvación para los dos. Que a mi lado venga el pequeño Julo y que mi esposa vaya siguiendo aparte nuestros pasos. Vosotros, mis criados, advertid lo que os digo: Hay al salir de la ciudad un cerro y un antiguo santuario de Ceres abandonado ya y hay cerca de él un vetusto ciprés que por veneración de nuestros padres se conserva de largo tiempo atrás. Todos nos juntaremos allí, cada cual por su lado. Toma en tus manos, padre, los objetos sagrados y los Penates patrios. A mí, recién salido de tan horrenda lucha y mortandad, no me está permitido poner mi mano en ellos hasta que no me lave en agua viva”. Diciendo así, sobre mis anchos hombros y mi cuello que humillo extiendo la piel fulva de un león y me inclino a recibir el peso” [9]. Gemas griegas de los ss. VIII-VI a.C. Higinio menciona el episodio de Eneas como uno de los grandes ejemplos de piedad filial, junto con la leyenda de los piadosos sicilianos que salvaron a sus padres del fuego: “En Sicilia, cuando el monte Etna comenzó a arder por primera vez, Damón salvó a su madre del fuego; igualmente Fintia salvó a su padre. En Ilión también Eneas rescató del incendio a su padre Anquises llevándolo en hombros y a su hijo Ascanio” [10]. La leyenda de estos héroes sicilianos parece que era ya conocida en época helenística, pues Licurgo refiere una historia similar de cierto joven siciliano que salvó a su anciano padre [11]. Más cargada de fantasía es la versión que nos ofrece el cordobés Lucio Anneo Séneca en el diálogo De los beneficios, donde amonesta a los hijos a no ser perezosos para honrar a sus padres, al tiempo que les invita a comportarse como Eneas, que ofreció más beneficios a su padre que los que recibió de él. “Venció en beneficios Eneas a su padre, porque si éste le truxo en sus braços, quando por ser niño, era peso ligero y seguro, él le llevó en los suyos, quando con la vejez estava muy pesado, passando por medio del fuego, y de los esquadrones enemigos, y por las ruinas de la ciudad, que cerca dél caían; y quando por averse abraçado el religioso viejo con las riquezas de sus penates, hizo fuesse más pesada la carga, atravesando con su padre por medio de las llamas. Qué no puede la piedad? Pássalo, para que después fuesse reverenciado entre los fundadores del Imperio Romano. También vencieron a sus padres los mancebos Sicilianos, quando aviendo el monte Etna, movido de mayor fuerça, derramado su incendio en los campos, y en las ciudades, y en la mayor parte de la isla, sacaron sobre sus hombros a sus padres. Tiénese por cosa cierta, que se detuvo el fuego, y que dividiéndose en incendio a una y otra parte, se abrió una senda, por la qual passaron los piadosos mancebos, para que con seguridad emprendiessen tan grande hazaña” [12]. La Eneida de Virgilio. Manuscrito iluminado por Guglielmo Giraldi (Italia, 1458) Ovidio sigue la tradición de Virgilio [13], pero Claudio Eliano, siguiendo a Jenofonte [14], nos ofrecerá una versión divergente, atribuyendo una actitud benevolente a los griegos frente a los vencidos [15]: “Sin embargo, el destino no permite que sea destruida la esperanza de Troya también junto con sus murallas; y lleva al héroe Citereo sobre sus hombros los objetos sagrados, y su padre, carga venerable. De entre tantas riquezas el piadoso elige aquel botín y a su Ascanio y con su prófuga escuadra es transportado a través de la llanura marina desde Antandro y abandona los criminales umbrales de los tracios y la tierra que rezuma de sangre de Polidoro” [16]. “Cuando Troya fue capturada, los aqueos se compadecieron de la suerte de los prisioneros e hicieron esta proclama típicamente griega: cada uno de los hombres libres tendrá derecho a llevarse consigo una de sus propiedades, la que quiera. Eneas cogió a sus dioses patrios y se los llevó, despreciando todo lo demás. Los griegos, encantados con el acto de piedad de aquel hombre, le concedieron permiso para que cogiera una segunda propiedad. Éste cargó sobre sus hombros a su padre, que era muy anciano, y se lo llevó consigo. No menos admirados por este gesto, le dejaron todas sus propiedades, reconociendo que, ante hombres piadosos que se conducen con respeto a los dioses y a sus parientes, incluso los enemigos naturales se vuelven civilizados” [17]. Eneas lleva en hombros a su padre Anquises, mientras su hijo Ascanio le da la mano. Capital iluminada de un Virgilio (Roma, 1483-1485) La imagen de Eneas llevando en hombros a su padre se esculpe para el Foro de Augusto y aparece en monedas, como las sicilianas de Segesta, del siglo III a.C., los denarios de plata de Julio César, acuñados entre los años 48 y 46 a.C., en algunas monedas troyanas acuñadas en época de Flaviano (69-96 d.C.) y en monedas de Adriano (117-138) y Marco Aurelio (161-180), por citar algunos ejemplos, siendo tan amplia su difusión que será inmediatamente recuperada en el Renacimiento [18]. Du Choul da noticias de dos monedas romanas acuñadas en alabanza a la piedad filial, una de ellas por el cónsul sufecto Marco Herenio Piceno, y otra por Julio César; mientras que Juan de Orozco y Covarrubias señala que la piedad demostrada por Antonino Pío quedó bien reflejada en una moneda en cuyo reverso se dibujaba la figura de Eneas, noticia que recoge más tarde Cesare Ripa: “Tras la Piedad y reverençia de la religión, hablemos de la que se tuvo a los padres, que nos muestran las medallas de Marco Herennio que lleva a su padre a cuestas. Y en las de Çesar lleva Eneas a su padre Anchises a cuestas, y en su mano el Paladión de Troya, que hizo dexir a Virgilio, At pius Aeneas” [19]. “Antonino traýa en el reverso de una medalla suya la figura de Eneas que llevava a su padre en ombros, y a su hijo de la mano mostrando la piedad de que se preciava, conforme al nombre que tuvo de Pio, y a lo que usava con su suegro [20] quando yva al Senado, llevándole de la mano, y passándole en braços en los passos para él dificultosos” [21]. “Los Antiguos Romanos, para reproducir el símbolo de la Piedad, cuando quisieron representar la correspondiente a M. Antonino Pío, mandaron que se grabara en su medalla una imagen de Eneas, llevando de la mano a Ascanio, su hijo pequeño, y cargando además a su padre Anquises sobre los hombros, Piedad que ya exaltó Virgilio en el lib. ii de la Eneida, destacándola Alciato en el CXCIV de sus Emblemas” [22]. Guillaume Du Choul [1579: 136] Posiblemente Antonino Agustín, a la hora de explicar el simbolismo de una moneda de Sexto Pompeyo Magno Pío, tiene en mente, más que los episodios de Damón y Fintia narrados por Higinio, la leyenda de los hermanos Anfinomo y Anapo: “Es mucho de notar lo que hai en medallas de Sexto Pompeio hijo de Cneo Pompeio el Magno, en cuyas medallas se dize Magnus Pius Praefectus Classis et Orae Maritimae. Pone una figura de su padre en hábito del dios Netuno, y dos mancebos desnudos uno de cada lado; el uno tiene un viejo sentado sobre sus hombros que con la mano señala el camino, el otro trahe una muger muy asida y temerosa que muestra gran miedo y gran dolor. Qué tiene esto que ver con la Piedad y con Pompeio?. Yo lo diré. Estos mancebos son dos Sicilianos naturales de Catania, los quales en un gran fuego de los que suele padecer aquella ciudad por la vezindad del monte Etna, que agora se dize Mongibel, sacaron a su padre y a su madre del peligro sacando otros sus riquezas acuestas. Esto fue muy alabado en aquellos tiempos, y tan estimado como lo de Eneas que sacó a Anchises de Troia por lo qual también se llamó Pius Aeneas. De los nombres y alabanças de los dos mancebos sýmbolo de la Piedad se halla mención en una obra que se dize ser de Cornelio Severo y se le atribuye a Vergilio intitulada Etna, y en Claudiano y en otros más antiguos. El hijo de Pompeio por adulación de sus soldados fue dicho hijo de Netuno, y llamose Pío por proseguir la vengança de la muerte de su padre, y porque Metelo Pío Scipión fue padre de su madre Cornelia, y para notar esta su piedad no quiso poner al hijo de Anchises por no hazer honra a la familia Julia que eran sus enemigos, sino tomó de Sicilia, donde él estuvo mucho tiempo, otra mayor señal de Piedad, pues Eneas no sacó sino a su padre, y éstos a su padre y a su madre, y si Eneas era dicho hijo de Venus, Sexto era dicho de Netuno, por mucho mayor señor tenido que no Venus, diosa de los deleites y vicios. [...] Las dos estatuas de los Sicilianos se veen también en medallas de los de Catania, la de Eneas con Anchises en medallas de César y en las de Marco Herenio” [23]. Lo cierto es que pudieron existir anécdotas similares. Jean Tixier [24], acerca del amor de los hijos a los padres, da noticia del episodio de los hermanos sicilianos Anfinomo y Anapio [25], quienes libraron a sus padres de un incendio acaecido en la ciudad de Catania, provocado por la erupción del monte Etna, llevándolos sobre sus hombros, leyenda que extrae de Silio Itálico [26] y de Claudiano [27]. Rafael, estudio para la Sala del Incendio del vaticano (1514); Aguafuerte de Ugo da Carpi (1518) Escuela de Marcantonio, según dibujo de Rafael (Italia, 1517-1528) En la literatura simbólica el episodio, como ejemplo máximo de piedad filial, aparece ya en los Emblemas de Alciato, cuyo epigrama, como tantos otros del autor italiano, está inspirado en la Antología griega [28]. Alciato, Embl. CXCIV, Pietas filiorum in parentes [Augsburgo, 1531; París, 1534] “Cuando Eneas llevaba sobre los hombros la dulce carga de su padre para sacarle de la patria en llamas por entre los enemigos, decía: “Tened consideración: para vosotros no habrá ninguna recompensa por apresar a un viejo, pero será máxima para mí por salvar a mi padre” [29]. "Dezía Eneas, quando por consejo de Héctor con su padre hizo desvío, Quan poca gloria os es vencer a un viejo tanta es librar a´l padre el hijo pío [30]. Alciato, Embl. CXCIV [Franckfurt, 1566; París, 1584] Juan de Orozco y Covarrubias lo recupera en sus Emblemas morales (III, 11), con el siguiente epigrama en octava real y glosa: “Por medio de las llamas animoso passa la dulce carga sin rezelo del viejo padre ansiado y temeroso. Eneas lleno de piadoso zelo no teme el fuego ni el furor rabioso que todo lo igualava con el suelo, Y el grande amor le haze tan valiente Que donde está ningún temor consiente. Es tan conocida la obligación que los hijos tienen a sus padres que el que faltare a ella no puede tener excusa, pues los animales la reconocen, y se puede dezir que la enseñan [31]. Y con ser de las cosas que por deverse tanto no ay necessidad se agradezca la paga, parece también a Dios y al mundo, que demás de que Dios lo premia, el mundo no lo olvida. Y aunque sea en historia profana no dexa de ser exemplo lo que tanto celebraron los Romanos de su Eneas, y de la gran piedad que usó con su padre Anchises sacándole en sus ombros por medio de la ciudad arruynada sin temer el fuego que por todas partes le rodeava, y la furia de los enemigos, que ninguna cosa perdona. Y esto se dize causarlo el amor grande que donde está no consiente temor alguno, [...]. Y quanto a la historia que en el presente emblema se nos representa, es bien nos acordemos de lo que el Emperador Antonino hazía con su suegro, con que ganó el nombre de Pío [32], y lo que hizieron Amphinemo, y Anapias, que según Estrabón libraron en ombros a sus padres, quando en Sicilia salieron ríos de fuego del monte Ethna, y añade Séneca [33], que la piedad destos mancebos venció el fuego, dando lugar la llama a que passassen por medio della, de lo qual hizieron mención, Plutarcho, Silio Itálico, y Marcial” [34]. Juan de Horozco, Emblemas morales, III, 11 [1589: 123] Pedro Díaz, comentando a Séneca, y Antonio de Obregón, sobre Petrarca: “A los padres, farás piedad; a los parientes, amor; a los amigos, fe; a todos generalmente, ygualdad. Según dize una ley cevil, Los hombres según disposición de la ley natural, son deudores a Dios y a los hombres. Y esta deuda que a cada uno se deve, depártese por diversos nombres, ca a Dios devemos religión, según dize Tulio en el ii libro de la Rethórica vieja. A los padres, por la naturaleza que dellos recibimos en el engendramiento, y el trabajo que con nos ovieron en nos criar, devemos el oficio de piedad. E por tanto por la gran piedad que Eneas ovo con Anchises su padre, al tiempo que lo sacó en sus hombros del fuego de Troya (según pone Virgilio en el segundo de las Eneydas) nombran a Eneas por apellido, El piadoso Eneas” [35]. “Exortó y amonestó Virgilio los hijos a la obediencia paterna, quando introduxo Eneas hablar a Anchises de la destrución de Troya diziendo: Ergo age care pater cervici imponere nostre, ipse subibo humeris, neque me labor iste gravabit. [...]. Dize, muy amado padre poneos encima de mis ombros, que yo os sacaré fuera de peligro sin sentir en ello trabajo, y lo que fuere de vos será de mí” [36]. Jacopo Caraglio (Italia, 1520-1539) según los diseños de los frescos que Rafael pintó en 1514 en el Vaticano. En la inscripción que acompaña se lee: “Queste colvi che a Troia il padre Anchise trasse del foco, et doppo longo errore sotto la ripa Antandra aposar mise”. Mal Lara se inspira en la hazaña de los héroes sicilianos para un episodio de su hoy perdida Symphorosa [37], apoyándose igualmente en el episodio de Eneas y Anquises para glosar el refrán “Hijo eres y padre serás. Qual hizieres, tal avrás”, en relación a la piedad filial, citando como fuentes a Virgilio, Eliano y Alciato, a quien traduce en octava real: “Lo mismo cuenta Virgilio del capitán Eneas. Entre las mayores hazañas que d´él cuenta, es aver sacado a su padre Anchises en los hombros por medio las llamas y matança de los griegos, y esto se verá al fin del segundo de la Eneida. Y la causa porque siempre fue su remombre de pío, que es amor de Dios y de sus padres, fue ésta, y cuéntala Eliano, en el 3º libro de su Varia historia. Que como el Ilio de Troya fue tomado por los griegos, teniendo lástimas de las miserias de los capitanes, mandaron pregonar que cada uno de los ciudadanos libres llevassen una cosa de lo que ellos por bien tuviessen. Dízese que Eneas, despreciando quanto avía, demandó sus dioses, que eran ciertas imágines. Los griegos, maravillándose con gran plazer de tan gran religión de hombre, prometiéronle más, que tomasse de sus possesiones una de las cosas que él más quisiesse. Toma entonces a cuestas a su padre viejo en los hombros, y assí se iva. Los griegos, espantados d´ello sobremanera, dexáronle toda su hazienda, sin quitarle cosa, confessando que los que tienen reverencia a Dios y que tienen piedad con los hombres, y los que tienen la misma cuenta con sus padres, que no es possible que aun a los naturalmente enemigos no los torne mansos y justos para bolver por ellos. Aunque esto va algo diferente de Virgilio [38], pero en quanto a lo que conviene a los padres, en ambas partes conforme, pues queda Eneas por verdaderamente bueno por aquella hazaña que usó con su padre. D´esto ay un emblema en Alciato, que sacó del Libro I de las Epigrammas griegas, en el título “Del amor de los padres”, la qual trasladó también el poeta Marulo, Libro 3º: Por medio de los griegos, el troyano Eneas a su padre en ombros lleva; Buela con tan suave carga ufano. “Ninguno contra mí –dize- se mueva. Quitarme un viejo hecho es muy liviano; Librar mi padre es gloria alta y nueva. Dexá vuestra ganancia baxa y poca, Pues la mía a los mismos cielos toca. Y cuenta Appiano Alexandrino, en el Libro 4º de las Guerras civiles [39], de su hijo de Oppio, el qual fue encartado entre los otros, y siendo muy viejo y no queriendo huir, desesperado por la vejez, el hijo lo sacó en ombros fuera de Roma y de aý vino con él a Sicilia, llevándolo a vezes de la mano, a vezes a cuestas, no lo sospechando alguno quién fuesse, ni dándole pesadumbre, como se pinta Eneas que llevava a su padre, siendo reverenciado aun de los enemigos. El pueblo romano después, porque fue piadoso con su padre, [...] y de común consentimiento le ayudaron todos con su trabajo” [40]. Gerónimo Campos alaba la piedad como la más alta de las virtudes, y en igual consideración la trara Gerónimo de Huerta, que en su glosa sobre la piedad, sigue el relato de Séneca acerca de los piadosos hijos sicilianos, ante cuyos pasos se apartaba milagrosamente el fuego: “[...] la piedad y religión, son las virtudes que cierran todas las otras. La piedad acerca del próximo, la religión acerca de Dios. Eneas aunque gentil, libró los Dioses y a su padre del fuego que quemava a Troya” [41]. “Es la piedad [...] una virtud tan excelente y tan noble que como fundamento de las demás virtudes, merece la primera y más digna loa. Ésta sin duda alguna es tan poderosa, que haze por su valor que la respecte el cielo, y que no aya violencia que pueda ofenderla en la tierra. Y no solamente confiessan esta verdad los fieles pero los Gentiles la tuvieron siempre por cierta. Y assí escrive Aristóteles en el libro De mundo, que los fuegos y encendidas llamas, unas vezes cayendo de lo alto del cielo (como sucedió en tiempo de Faetón) abrasaron las regiones hazia el Occidente, y otras subiendo del centro de la tierra hizieron lo mesmo, como vemos en el monte Ethna, el qual abriendo sus bocas, suele arrojar llamaradas y piedras muy encendidas, y siempre en este peligro, el linage piadoso de los hombres (al qual respecta mucho la Deidad eterna) ha cogido el fructo de su piedad, quedando libres sin recebir daño alguno del ímpetu deste fuego, por aver sustentado a sus padres en la vejez enferma y cansada, y traýdolos sobre sus ombros. Hase visto (dize) salir delante dellos una llama como un río de fuego, y dividirse, abrasando por una y por otra parte quanto topava delante, y quedar en medio los mancebos juntamente con sus padres sin recebir daño alguno. [...] No fue digna de menor loa la piedad de Eneas, quando por medio de las llamas del grande incendio de Troya sacó a su padre en los ombros, sin temor de perder la vida” [42]. Anónimo italiano según dibujo de Rafael (1530-1560) Eneas, llevando a hombros a su padre, es ejemplo máximo de piedad filial, y como tal este arquetipo simbólico será utilizado abundantemente en la literatura religiosa de finales del siglo XVI. Antonio Acevedo lo citará como uno “De muchos exemplos de la piedad humana”; Marco Antonio de Camos lo trae junto al episodio de los dos hermanos sicilianos arriba mencionados: “Desta materia ay en Historiades inumerables exemplos. Sabélico [43] trae de muchos hijos que mostraron una estraña piedad con sus proprios padres, y atravessándose peligro proprio, para exemplo de los siglos. Aquel tan celebrado Eneas después de salteada, y abrasada aquella famosa Troya, cargose de una muy dulce carga, y tomó en sus hombros a su querido padre llamado Anquises, y le sacó por medio de las llamas, rompiendo por medio de aquellos crueles Griegos, hasta que llegó al monte Yda. El qual como dize Veri. Temía más perder la carga que llevava, que perder su propria vida, y que ser privado de su cara muger, y amado hijo que le seguían” [44]. “Y como aquello que de Eneas se quenta que en el incendio de la famosa Troya passó por las llamas y encendidas ascuas al decrépito padre, librándole de ellos. Preguntado, cómo aventuró su vida, por la inútil de su viejo padre? Respondió, qué cosa aura que piedad no vença?. Esta mesma se pondera en los hijos que con ygual affecto pío, libraron a sus padres, cargándoles sobre sí, quando el fuego del monte Ethna en Sicilia, hizo en los lugares comarcanos tan grande daño y estrago” [45]. Grabado de Adamo Scultori según un dibujo perdido de Giulio Romano (Italia, 1547-1587) La piedad de Eneas sirvió igualmente como modelo de conducta y espejo donde el rey debía mirarse. Juan de Mena, alabando la figura del rey Juan II de Castilla, lo define como “Hijo de Anchises, en ser piadoso”, verso que Fernán Núñez glosará oportunamente: “Yguálalo en la virtud de piedad con Eneas el Troyano, hijo de Anchises y de Venus, según escrive el heróyco poeta Virgilio, del qual hizo doze libros llamados Eneida, A este Eneas principalmente es atribuida la piedad por dos causas. La una que sacó del encendimiento de la ciudad de Troya a su padre Anchises sobre el hombro, y a su hijo Ascanio por la mano; la otra que sacó del mesmo fuego las estatuas de los dioses Troyanos, y las levó a Roma, las quales los Romanos tuvieron siempre en mucho acatamiento, y assí dixo el mismo de sí en Virgilio: Sum pius Aeneas raptos qui ex hoste penates Classe veho mecum, fama super aetherae notus. Y en muchos otros lugares está escripta la piedad de Eneas” [46]. En el mismo sentido, Juan Cristóbal Calvete de Estrella da noticia de una estatua de Eneas erigida en Mons en Henao en honor del príncipe Felipe: “Más adelante en la calle de palacio estava sobre un pedestal la estatua d´el piadoso Eneas armado de una piel de león, que llevava sobre sus fuertes ombros a su padre Anchises, y llevando de la mano al niño Julio Ascanio su hijo. Los versos dezían. Eneas sacó sobre sus ombros a su padre de medio de los enemigos, y de su patria que ardía. Vos alto Príncipe Don Phelippe con ygual piedad daréys honrra y ayuda a la vejez de vuestro Padre” [47]. Pero no solo en el ámbito hispano encontramos estas referencias. Michael Steinmayr dedicará el emblema de Eneas, con el mote “Patri et Patriae” (“Padre y Patria”), a Welf II [48], duque de Baviera entre 1101 y 1120, por su actitud pacífica mostrada durante la Controversia de las Investiduras, apoyando al rey Enrique V, pero sin participar en acciones bélicas contra el papa de Roma, actuando como Eneas, que salvó a su padre y salvó su patria (esto es, su estirpe, fundando un nuevo Imperio). Izq.: Michael Steinmayr, Ain und sechtzig Königen und Hertzogen auss Bayern Bildnussen (Munchen, 1655). Der.: Marca del impresor Sébastien Nivelle (París, 1555) Y así, por concluir esta breve referencia a los “espejos de príncipes”, citemos la Philosophía moral de príncipes de Juan de Torres, donde refiere, dentro del libro cuarto, “de la Obediencia paternal”, varios ejemplos de hijos que tuvieron particular reverencia y piedad con sus padres: “Tratando pues de aqueste punto con los Gentiles, en especial Romanos, luego nos ponen ante los ojos la piedad que descubrió Eneas con su padre Anchises [49], para cuyo encarecimiento le faltan palabras al famoso Poeta Virgilio [50], llamándole a boca llena piadoso, pues viendo abrasar a Troya le sacó en los ombros, no temiendo ni la furia de las llamas, ni el trabajo de la empresa, ni la sobervia de los enemigos victoriosos [51], porque la piadosa carga que llevava le servía de salvoconducto para todo. Mas porque algunos [52] no solo ponen duda en esto, sino que escriven cosas muy contrarias a su autoridad, notándole de traydor, que junto con otros vendió a su patria [53], en cuya averiguación yo no me quiero meter por el presente, digo, que si en esto ay sospecha, no cabe en lo que Rhodigino [54] y otros refieren de aquellos mancebos Sicilianos llamados Amphinomo y Anapias, que libraron a sus padres en los ombros, quando en Sicilia el monte Ethna vomitó tales ríos de fuego, que abrassavan los campos y las ciudades por do passavan. Considerando Séneca [55] obra tan maravillosa, dize, que es de creer, viendo el fuego esta heróyca hazaña les dio franco passage por medio de sus llamas, ayudando de su parte y aprobando reverencia tan digna de memoria. Pero esto que puso en alguna duda el Philósopho Cordovés, affirma Aristóteles [56] por cosa no solo creýble sino muy cierta y verdadera, diziendo: Ab impetuillesi relicti sunt, quoniam parentes senectute affectos humeris gestassent suis, illosque incolumes praestitissent. [...]” [57]. Símbolos arquetípicos de piedad filial fueron, como ya hemos visto, Eneas y Anquises y la Caridad Romana, pero también la cigüeña y, en el ámbito bíblico, el episodio del joven Tobías, que regresará a su casa para curar la ceguera de su padre anciano [58]. En 1555 el impresor parisino Sébastien Nivelle elaboraría una compleja marca personal para el adorno de las portadas de los libros que salían de sus talleres de la Enseña de las Cigüeñas, acompañada por el lema Honora patrem tuum et matrem tuam, ut sis longaevus super terram [59]. Nivelle recogió en una compleja unidad pictórica, como vemos más arriba, las cinco escenas más representativas de la piedad filial, enmarcadas en otros tantos rebordes circulares, y que representan, de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, el episodio de Tobías, acompañado por el arcángel Rafael; Eneas transportando en hombros a su padre, dejando atrás una Troya en llamas; una cigüeña joven que lleva sobre su lomo a su anciano padre, al que alimenta, en la escena central de la marca; y las representaciones de las dos versiones de la Caridad Romana, esto es, la joven que da el pecho a su madre, y a su padre. [1] Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana [2008: 156] [2] Homero, Ilíada, XX, 300-325. En otras versiones (Trifiodoro, La toma de Ilión, 650), ante la masacre del pueblo troyano, Eneas y Anquises fueron salvados por la diosa Afrodita, quien los transportó a Italia, cumpliéndose así la voluntad de los dioses. Ver Trifiodoro [1987: 270]. [3] Pequeña Ilíada, fr. 19A y 21. Ver Lesques, en FEG [1999: 178-179] = Escolio a Licofrón, 1232 y 1268. [4] Dionisio de Halicarnaso, Arqueología Romana, I, 68, 2. = Arctino, El saco de Troya, fr. 1. Ver Arctino, en FEG [1999: 190]. [5] La relación de Eneas con Italia no se testimonia de forma directa hasta Helánico de Lesbos, en el siglo V a.C., siendo desarrollada más extensamente, a partir del siglo III a.C., por Gneo Nevio, Quinto Ennio, Quinto Fabio Píctor y, posteriormente, por Tito Livio, convirtiéndose en el gran mito nacional de la fundación de Roma de la mano de Virgilio. V. J. Perret, Les origines de la légende troyenne de Rome (París, 1942); F. Bomer, Rome und Troia (Baden-Baden, 1951). [6] Licofrón, Alejandra, 1261-1272. Ver Licofrón [1987: 137-138]. “Y, después de erigir un templo para Atenea, establecerá en él las imágenes de sus Penates familiares, que habrá traído desde Troya, dándoles más importancia que a su propia esposa, a sus hijos y a todos sus bienes; pues, cuando los Helenes estén repartiéndose el botín y permitan a Eneas que salve uno solo de sus tesoros, elegirá los Penates, que envolverá cuidadosamente entre sus vestiduras. Lo cual acrecerá la fama de su piedad; y en Italia fundará la poderosa nación romana” (Tzetzes, Sobre Licofrón, loc. cit.). [7] Tito Livio, I, 1. Ver Tito Livio [2000: 8] [8] Apolodoro, Epítome, V, 21. Ver Apolodoro [2004: 217-218] [9] Virgilio, Eneida, II, 704-722. Ver Virgilio [2000: 65-66] [10] Higinio, Fábula 254. Ver Higinio [1997: 191] [11] Contra Leócrates, 95: “Permítanme un ejemplo. Hay una historia, -cuento, pienso que mitad leyenda, aunque será, para los más jóvenes entre vosotros, agradable de escuchar- que en Sicilia, el estallido del Etna formó un río de fuego. Esta corriente, según cuenta la historia, fluyó sobre el campo, acercándose a las proximidades de una ciudad ciciliana. La mayoría de sus habitantes, pensando en su propia seguridad, salieron corriendo; pero uno de los más jóvenes, al ver que su padre, ya avanzado en años, no podía escapar y estaba siendo alcanzado por el fuego, lo levantó y lo llevó a cuestas”. Cfr. Lycurgus. Minor Attic Orators, vol.2 [Londres, 1962] [12] Séneca, De beneficiis, III, 36-37, traducido por Pedro Fernández Navarrete [1620: 84]. El cuento aparecerá, tal vez como espúreo, en el libro De mundo (VI, 400b) de Aristóteles, en términos similares a la narración de Séneca. [13] La llamada “Eneida” de las Metamorfosis ha dado lugar a todo tipo de estudios sobre si hay confrontación o no con Virgilio. Entre otros estudios, F.J. Miller (1927), R. Lamacchia (1960 y 1969), M. Stitz (1962), S. Dopp (1968), G.K. Galinsky (1976), J.D. Ellsworth (1986) y J.B. Solodow (1988). Lo más probable es que Ovidio no quisiera rivalizar o copiar al mantuano, pero en su obra no podía prescindir de una leyenda como la de Eneas. [14] Cinegético, I, 15. [15] Con la que pretende conciliar sus dos grandes amores: Roma, su patria, y Grecia, su mundo cultural. [16] Ovidio, Metamorfosis, XIII, 623-631. Ver Ovidio [2004: 688-689] [17] Eliano, Historias curiosas, III, 22. Ver Eliano [2006: 112-113] [18] Rafael (1514); D. Beccafumi (c. 1520); F. Barocci (1586); E. Elsheimer (c. 1602); G. L. Bernini (1618) [19] Guillaume Du Choul, Los discursos de la religión [1579: 136] [20] El cónsul Marco Annio Vero, con cuya hija, Faustina la Mayor, estaba casado. [21] Juan de Orozco y Covarrubias, Emblemas morales, I, 10 [1589: 44] [22] Ripa, Iconología, “Piedad de los Hijos para con el Padre”. Ver Ripa [2002: II, 208-209] [23] Antonio Agustín, Diálogo de medallas, inscriciones y otras antigüedades, II, “Pietas” [1587: 38-40] [24] Officina [1520: 349v] [25] Valerio Máximo, V, 24. “Anfinomo, y Anapo [...] llevaron a su padre, y madre en los onbros por medio de los fuegos del monte Etna”. Valero Máximo [1631: 114] [26] Punica, XIV: “[]... tum Catane, nimium ardenti uicina Typhoeo et generasse pios quondam celeberrima fratres, et cui non licitum fatis, Camarina, moueri”. [27] Epigramas, “De los hermanos piadosos y sus estatuas en Catania”. “Complexi manibus fultos cervice parentes, Attollant vultus, accelerentque gradus. [...] Quod si notus amor provexit in astra Lacones. Aeneam Phrygio raptus ab igne pater. [...] Cur non Amphinomo, cur non tibi fortis Onapi, Aeternum Siculus templa dicavit honos?”. Claudiano, Opera [1534: E4] [28] Epigrama de autor desconocido, fue traducido por el humanista griego Michele Marullo, e incluido en su Hymni et epigrammata Marulli (Florencia, 1497): “Cum ferret medios proles Cytheraea per hostes / Impositi collo languida membra patris, / Parcite, ait, Danai, levis est sene gloria rapto. / At non erepto gloria patre levis”. Ver Marulli [1509: 169]. Cfr. también la compilación de Johannes Soter, Epigrammata Graeca veterum elegantissima, eademque latina [1528: 138-139]. [29] Alciato, Embl. CXCIV. Ver Alciato [1983: 238]. “Per medios hosteis patriae cùm ferret ab igne / Aeneas humeris dulce parentis onus: / Parcite dicebat, vobis sene adorea rapto / Nulla erit, erepto sed patre summa mihi”. [30] Bernardino Daza, Los Emblemas de Alciato [1549: 96] [31] [De ciconia et Merope. Aristot. lib. 9, de histo. anima. c, 23.]. v. Aristóteles, HA, 615b. [32] [Julio Capitolino y otros] [33] [Séneca lib. 3, de beneficiis] [34] Juan de Horozco y Covarrubias, Emblemas morales, III, 11 [1589: 123v-124v] [35] Pedro Díaz, Proverbios y Sentencias de L. A. Séneca, CCLXXXI [1552: 111v] [36] Antonio de Obregón. Los Triumphos de Petrarca, “Triumpho de la fama”, III [1541: 123v] [37] “Los hijos, de piedad alta inflamados, / por salvar a los dos van presurosos: / el uno en la cabeça alça a su padre, / el otro puso en hombros a su madre”. Mal Lara, Philosophía vulgar, VII, 2. Ver Mal Lara [2013: 1026] [38] Ya que Mal Lara toma la versión de Eliano. v. supra. [39] Apiano, Historia romana, Guerras civiles, IV, 41. Ver Apiano [1985: 140] [40] Mal Lara, loc. cit [2013: 1027-1029] [41] Gerónimo Campos, Sylva de varias questiones naturales y morales, II, 18 [1587: 139] [42] Gerónimo de Huerta, Tradución de los libros de Cayo Plinio Segundo, VII, 36. Ver Huerta [1599: 78v-79] [43] [Sabel. li. 3] [44] Antonio Acevedo, Catecismo de los misterios de la fe, XIII [1589: 177v] [45] Marco Antonio de Camos, Microcosmia y govierno universal del hombre, II, 8 [1592: 98] [46] Juan de Mena, Las Trezientas, “Copla añadida” XIII [1552: 585] [47] Calvete de Estrella, El felicíssimo viaje, III, “Mons en Henao” [1552: 211v] [48] Welf el Gordo (1072-1120), hijo mayor de Welf I y de su mujer, Judith de Flandes. En 1089 casó con Matilda de Toscania, 26 años menor que él, con el fin de fortalecer la relación entre su familia y el papa, en el seno de la Controversia de las Investiduras, luchando contra el rey Enrique IV en la campaña de Italia de 1090. Pero Matilda, en secreto y antes de su matrimonio, había legado todos sus bienes a la iglesia, circunstancia por la que Welf la dejó en 1095 y, junto con su padre, cambió de bando en apoyo del rey, alianza que mantuvo cuando heredó el ducado y reeditó con Enrique V. [49] [Aelian. lib. 3. De varia hist.] [50] [Virg. li. 1 & 3, Aeneid.] [51] [Marulus Poeta, lib. 3.] [52] [Carol. Step. verb. Aeneas; Volater. li. 13 Antropo.] [53] [Virg. lib. de Ethna.] [54] [Rhodig. li. 2, cap.17.] [55] [Senec., li. 3. De benef.., c. 37.] [56] [Ari. li. de mundo ad Alex.] [57] Juan de Torres, Philosophía moral de Príncipes, I, IV, 7 [1596: 232-233] [58] Tobías, 11, 7-15. [59] Éxodo, 20, 12. “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años en la tierra que Yavé, tu Dios, te da”.
fr. e i., fortune; it., fortuna; a., glück, zufall; del lat. fortuna. Personificación simbólica de la suerte. Originariamente una diosa de las mujeres y de los oráculos, posteriormente fue equiparada con la griega Tyche y convertida en la encarnación de la variable fortuna de la humanidad. A menudo se la representaba con timón y cornucopia en la mano; de pie encima de una esfera o de una rueda, con una vela o con alas, movida de aquí para allá por el viento variable. En el cristianismo se concibió a esta voluble diosa de la Fortuna como expresión de la inescrutable providencia de Dios, pero se la valoró negativamente como oposición a las virtudes infalibles. Cf. Biedermann [1993: 200] Alegoría de la Fortuna, según un grabado de 1806 recogido en La mythología explicada para la inteligencia de todos, con algunos de sus atributos clásicos: esfera alada, cornucopia y ojos vendados. 1. Tyche, diosa griega de la Fortuna Tique (Τύχη). La Fortuna, o la Casualidad divinizada y personificada por una divinidad femenina. Desconocida en los poemas homéricos, adquirió más tarde gran importancia, que no dejó de crecer hasta época helenística. Siendo tan sólo una abstracción, no posee mito. Durante el sincretismo religioso de la época Imperial se identifica con Isis, representando Isitique el poder, mitad providencia, mitad casualidad, al que está sometido el mundo. Divinidad tutelar de las ciudades, se representa con corona de torres, al modo de las diosas poliadas. A veces es representada ciega. Cf. Grimal [2008: 518] Tyche con corona de torres. Moneda Siria del emperador Claudio (c.43-44 d.C.); moneda Lidia acuñada en tiempos del emperador Adriano (Tyche de Thyateira, c.117-138); moneda de Hierápolis-Castabala, Cilicia, acuñada en la época del emperador Cómodo (177-192) Tyche con corona de torres, monedas de Cilicia acuñadas en Tarso (MaximinoI, 235-238) y Hierápolis-Castabala (Volusiano, 251-253), y Tyche coronada llevando cetro y cornucopia, en una moneda frigia acuñada en Sebaste hacia la mitad del siglo III. "Tyche. Voz griega: TYXH, que significa fortuna, y con ella se halla significada en varias medallas Orientales, aunque con diferencia de tipos. En las de Éfeso se halla la expresión Ephesiorum Fortuna, ya con la ordinaria fórmula de una muger en pie con timón en la D. y cornucopia en la S., ya con una muger en pie, que tiene en la D. patera, y en la S. cornucopia, ya con Diana efesia sacrificando en ara, ya con muger coronada de torres en pie delante de ara, en la D. patera, en la S. cornucopia; y ya la misma teniendo en la D. un simulacro de Diana efesia. En las mismas se halla el mote Fortuna Ephesiorum, & Alexandrensium; y con él una muger coronada de torres con timón en la D. sosteniendo la cabeza con la S. y a los pies cornucopia. En las de Marcianópolis hay la inscripción Bona Fortuna Marcianopolitarum, con una muger en pie, que tiene en la D. balanza, y en la S. cornucopia. Las de Nicea suelen poner el epígrafe Bona Fortuna Nicaensium, y una muger sentada en rocas con timón en la D. En las de Melos hallamos sola la voz TYXH, sobre el tipo de un hombre con galea en pie, con el codo derecho reclinado en columna; y las de Tarso ponen una muger sentada en rocas, y a los pies río nadante. En Spanhemio leemos también TYXH KAPXEDONION, que pertenece a Cartago, pero no da otra noticia". Tomás Andrés de Gússeme, Diccionario numismático general, Vol.6 (Madrid, 1777). "Los griegos la llamaban Tychea, y este nombre la dan las monedas de Melos, y muchas otras. Homero la hace hija de Océano. Búbalo (1) fue el primer escultor que la representó, y la hizo una estatua para la ciudad de Esmyrna. Tenía una estrella en la frente, y en la mano el cuerno de la abundancia. Los Corinthios la llaman Acréa, porque tenía un templo en su ciudadela. Los Atenienses la habían hecho representar teniendo al niño Pluto en sus brazos. Del mismo modo nos la pintan las monedas de Melos. Confundíase frequentemente con el destino". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115. "Tyche o Fortuna. A esta diosa, que tuvo el mismo rango que Plutos, estaba encomendada la vigilancia y dirección de los destinos, tanto faustos como adversos. En Grecia se la edificaron templos en Elis, Corintho y Smyrna". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 2. Representaciones de la Fortuna en el Imperio Romano La Fortuna. Monedas deTrajano (bronce y plata: ) y Adriano (oro) recogidas en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (167-168) La Fortuna. Monedas de Antonino Pio (plata), Antonino Geta (plata) y una cornalina antigua, en en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (168-169) "Los Romanos, que primeramente se contentaban con ir a consultar la Suerte y la Fortuna en Ancio, adoptaron después esta Divinidad, y la consagraron muchos templos. Servio Tulio fue el primero que dio el exemplo. Los Romanos la daban diferentes nombres: la llamaban Varonil, Pacífica, Vírgen, Fortuna del pueblo Romano, Fortuna de Augusto &c., según las ocasiones en que la invocaban, o los atributos que la daban. El templo de la Fortuna en Roma fue erigido en tiempo de Anco Marcio a expensas de las Damas Romanas. Fulbio Flavio la elevó un magnífico templo baxo el nombre de Fortuna Equestre. El que hizo edificar Quinto Catulo estaba consagrado a la Fortuna del día. El de Nerón fue construido de piedras transparentes. Se la representa siempre baxo la figura de una muger, con el cuerno de la abundancia, un timón, una rueda y un globo; y así se ve en gran número de monedas. En muchas piedras grabadas y algunas monedas se ve confundida con Némesis, y algunas veces representada baxo los mismos atributos. Las alas son también símbolos atribuidos a la Fortuna por los Poetas, sin embargo de no hallarse monumento alguno que la represente alada. Los Romanos pretendían que la Fortuna, habiendo dexado a los Persas y Asyrios, volado ligeramente por la Macedonia, visto parecer a Alexandro, pasado a Egipto y a Syria, llegó en fin al monte Palatino, se quitó sus alas, arrojó su rueda, y entró en Roma para establecerse allí eternamente". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115-118. Estatua de la diosa Fortuna, en Il Vaticano descritto ed illustrato, vol.IV, de Erasmo Pistolesi (Roma, 1829. Tab. XVIII, p.100) "Deidad que presidía en todos los acontecimientos, y distribuía, según su capricho, los bienes y los males. Se ha observado que no era conocida en Grecia en la remota antigüedad porque no se encuentra su nombre ni en Homero ni en Hesíodo. Los poetas la pintan calva, ciega, en pie, y con dos alas a los dos pies, el uno sobre una rueda que da vueltas, el otro en el aire. Los antiguos la han representado con un sol y una media luna sobre la cabeza, para indicar que, como estos astros, la fortuna preside a todo lo que pasa en la tierra. La han dado también un timón, para indicar el imperio de la casualidad. Muchas veces en lugar de timón, tiene un pie en la proa de una nave, como presidente a la vez sobre la tierra y sobre los mares. Las medallas de los emperadores romanos la representan con diferentes calificaciones y atributos. En una medalla de Adriano, bajo el nombre de Fortuna Aurea, se ve una hermosa muger, alada, tendida, y con un timón a sus pies. Otra de Antonino Pio la ofrece bajo el título de Fortuna Obsequens, y bajo la forma de una muger hermosa en pie, apoyada con la mano derecha sobre un timón, y que con la izquierda tiene un cuerno de la abundancia. En otra de Comodo, la fortuna permanente, Fortuna maneus, está caracterizada por una dama romana, sentada, teniendo en la mano izquierda un cuerno de la abundancia, y con la derecha un caballo con su brida. La Fortuna victoriosa se apoya también sobre un timón, y tiene un ramo de laurel. En una medalla de Antonio Geta, la buena fortuna esta sentada, y se apoya en el brazo derecho sobre una rueda, y en la mano izquierda tiene también un cuerno de la abundancia. Algunas veces se substituye a la rueda un globo celeste, cuyo movimiento perpetuo anuncia igualmente la inconstancia. Pausanias hace mención de una estatua de la fortuna que había en Egina: tenía en sus manos un cuerno de la abundancia, y cerca de ella un cupido alado, para significar, dice, que en amor puede más la fortuna que el semblante. Entre los beocios, tenía a Pluto en sus brazos. En Esmirna llevaba la estrella polar sobre la cabeza, y un cuerno de la abundancia en la mano. Los romanos daban igualmente un culto solemne a la Fortuna. Julio Hostilio fue el primero que elevó un templo en su honor. En lo sucesivo se le levantaron hasta ocho en los muros de Roma. El más célebre de todos los de Italia, era el de Antio. (Ov. Fast. 6. Plut. de Fort. Rom. Civ. de divin. 2. Tit. Liv. 10. S. Agust. de Civit. Dei. Val. Max. 1, c. 5, Paus. 2. Horod. etc.). La mala fortuna se describe bajo la figura de una muger espuesta en una nave sin mástil y sin timón, y con las velas rotas por la violencia de los vientos. Los modernos la han representado sobre un globo lleno de aire. Gravelot la ha pintado sentada en un trono, sobre cuyas gradas hay esparcidos los atributos de todo lo que es objeto del anelo de los hombres: cerca de ella hay en cuerno de Amaltea, y el incienso que se exala de un braserillo indica las adoraciones del universo. En la ciudad de Este, en Tívoli, Zuccheri ha pintado la Fortuna a horcajadas sobre un avestruz: idea estraña cuyo sentido es difícil descubrir, pero sin duda significa que esta diosa favorecía casi siempre a los necios. Sulzer presenta la Fortuna sentada en un trono suspendido en los aires, y llevado por vientos contrarios: tiene en su mano una varilla mágica: su fisonomía representa todos los caracteres de la inconsecuencia, del capricho, de la insolencia y de la ligereza: en su seguimiento se encuentran la Riqueza y la Indigencia, el Despotismo y la Esclavitud, y delante de ella marcha la Seguridad, para indicar que la Fortuna, viene muchas veces sin ser esperada. En un cuadro del Guido en la galería del Capitolio, está representada corriendo sobre un globo, y haciendo rodar una corona con las estremidades de sus dedos". B.G.P. Diccionario universal de mitología o de la fábula, Tomo I. Barcelona, 1835, p.628-629. "En Italia antes de la fundación de Roma (se edificaron templos a la Fortuna) en Antium, y según Oracio en Prenesta, que era donde se celebraba su culto con más solemnidad. En Antium tuvo dos estatuas oráculas, que respondían por señas a las preguntas que se la dirigían, y su magnífico templo de Prenesta, según Montfaucón, daba también decisiones proféticas. Los Romanos la adoraron con mucha suntuosidad, dándola muchos nombres, de los que los principales fueron: Fortuna pública, equestris, bona, blanda, virgo, virilis, muliebris, etc. Sus atributos son el cuerno de la Abundancia y el Timón". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 3. La diosa Fortuna en la Edad Media: La Rueda de la Fortuna La Rueda de la Fortuna. Codex Buranus (c.1230), con las inscripciones regnabo, regno, regnavi y sum sine regno. La Rueda de la Fortuna. Roman de Renart (1275-1300) BnF MS Français 1581, fol.57. La diosa Fortuna, con un vestido largo de color naranja, aparece detrás de la rueda, que hace girar con sus manos. En la parte superior aparecen tres representaciones del zorro Renart, pero sólo el de la parte superior lleva corona y capa regias. A ambos lados aparecen dos figuras a caballo. En el eje horizontal una figura, con cáliz y hostia, se desliza hacia abajo; en el lado opuesto, un hombre barbado con una hoz asciende, representando ambas a la justicia y la industria. En la esquina inferior izquierda se representa una mujer sentada con una cruz, alegoría de la Caridad, como se lee en la inscripción y se identifica por las monedas que arroja al suelo, que recuerda las representaciones romanas de Largitas. En el extremo inferior derecho aparece la Humildad, oculta entre sus ropajes. Las cuatro figuras que aparecen en torno a la rueda forman un todo conceptual, pues los personajes a caballo de las esquinas superiores representan los pecados opuestos: Soberbia (hombre) y Codicia (mujer). En la parte inferior de la rueda se ve un hombre desnudo, aferrado al eje con una mano y sujetando la balanza de la Justicia con la otra, en el polo opuesto del entronizado Renart, símbolo todo ello de la injusticia social. Misal francés (Amiens, 1323) con dos ruedas de la fortuna que muestran grandes similitudes con la rueda de Renart. A la izquierda se muestran cuatro figuras humanas que representan otros cuatro estamentos sociales: Rey, Clérigo con cáliz, Campesino con hoz y Pobre, desnudo o con harapos. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda, en cuya cúspide se encuentra el rey Arturo. Iluminación de la Morte Artu (Francia, c.1316) British Library MS Add. 10294, fol.89. El poeta Lucano nos dice: "No podemos ir sino hacia donde da la vuelta el mundo, y la fortuna vuelve su rueda" (Historia, VIII. v. 1540: 168). La visión positiva de Tyche/Fortuna que tenían los antiguos se borró entre los Padres de la Iglesia, dirigidos por san Agustín. La Fortuna, para ellos, era ciega dispensadora de bienes terrenales e instrumento diabólico. La iconografía antigua de la diosa desapareció, convirtiéndose Fortuna en la señora ambivalente de los vaivenes de la vida, siendo su atributo más prototípico, durante siglos, la rueda que, girando, enaltece o hunde a todos los seres humanos. Tal fue la imagen que describió Boecio a mediados del siglo VI cuando imaginó la Fortuna como servidora de la Providencia Divina en su Consolación de la filosofía. La Fortuna, a la izquierda, hace girar su rueda con una manivela. Sobre ella la figura de un Rey que va cambiando de postura según el sentido de giro de la rueda, junto con las siguientes inscripciones: regnabo (ascendiendo), regno (sentado en lo más alto), regnavi (cayendo), sim sine regno (postrado en el suelo). Histoire ancienne jusqu´á César (Nápoles, 1325-1350) British Library MS Royal 20D I, fol.163v. La Fortuna, con los ojos vendados, da vueltas a su rueda. Guillaume de Lorris y Jean de Meung, Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XIV) Bodleian Library MS Douce332, fol.58r. La Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione philosophiae (Francia, c.1400) Bodleian Library MS Douce 298, fol.13v. La Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, c.1400) BnF MS Français 46, fol.13. "Gran dubda fue entre los sabios antiguos qué cossa fuesse la fortuna, ca algunos de los gentiles, como Boecio en el primero libro de consolació, escrivieron que la fortuna fuesse una señora, so cuyo mandado y señorío estavan todas las riquezas y bienes temporales, y esta señora llaman deesa. E dezía que a todos los hombres del mundo traýa puestos en una rueda, y que su condición della era no estar siempre de un tenor, antes de los hombres altos y grandes fazer baxos y pobres, y bolviendo la rueda, de los baxos y pobres fazer altos y grandes. [...] Según dize Boecio, que loco es el que piensa que la fortuna ha de estar de un tenor, que si está queda ya dexa de ser fortuna. Según lo qual la condición de la fortuna, es que no esté queda. E por esso la pintan con rueda, y los que están en alto pone en lo baxo, y los que están em baxo pone en lo alto. [...] Las riquezas temporales son de las principales cosas que son contadas entre bienes de fortuna, las quales crecen y disminuyen, según que dize Boecio en persona de la fortuna. Que los servidores que son los bienes temporales, siguen a la señora que es la fortuna, la qual viene con ello. Y por esso dize Boecio que la fortuna todo el mundo trae en una rueda mudable que de lo alto haze baxo, y de lo baxo alto, de los ricos pobres y de los pobres ricos". Pedro Díaz de Toledo, Glosas a los Proverbios de Séneca (CX y CXXXVI) y del Marqués de Santillana (XXI y LXXII). v. 1552: 55v, 66r, 183 y 220v. Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (París, c.1400-1425) BnF MS Français 172, fol.150. La Rueda de la Fortuna. Boccaccio, De casibus (París, c.1400-1425) BnF MS Français 226, fol.12v. La Fortuna hace girar su rueda, sobre la que aparecen cuatro aspectos de un mismo rey: ascendiendo (Regnabo), en su trono (Regno), cayendo (Regnavi) y en el suelo (Sim sine regno). Histoire ancienne jusqu´á César (París, c.1400.1425) British Library MS Stowe 54, fol.197. Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione Philosophiae (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 19A IV, fol.13v Francesco Petrarca, en el tercer cuarto del siglo XIV, escribía: "Piensas tú que como tu nao salida de las tempestades del mar reposa en el puerto, que assí tu amo libre de los cuydados de la vida, está ya seguro de los trabajos y nuedos? Pues no es assí que agora has de temer, mas no sabes que las cosas humanas no tienen firmeza? El que en la voluble rueda de la fortuna está asentado más alto, aquél está más cerca de caher" (De los remedios contra próspera y adversa fortuna, XC). La Fortuna, ataviada como reina, alada y con los ojos vendados, hace girar su rueda. Giovanni Boccaccio, De casibus virorum illustrium (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 20C IV, fol.1. "Ca tiempo haze las cosas y deshaze,/ y quando a fortuna plaze las dañosas/ se nos tornan provechosas y plazientes,/ y las útiles nuzientes contrariosas". Proverbios de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. v. 1558: D10v. La Rueda de la Fortuna. Miniatura de L´Épitre de Othéa, de Christine de Pizan (París, c.1410-1414) British Library MS Harley 4431, fol.129. "Los estados y riqueza que nos dexan a desora quien lo duda no les pidamos firmeza porque son de una señora que se muda, que bienes son de fortuna que rebuelve con su rueda apresurosa, la qual no puede ser una ni ser estable, ni queda en una cosa". Coplas de Don Jorge Manrique. v. 1558: P2. La Rueda de la Fortuna. Cecco d´Ascoli, L´Acerba Eta (Florencia, 1456) Bodleian Library MS Canon. Ital. 38, fol.25r. "Tus casos fallaces Fortuna cantamos,/ Estados de gentes que giras y troças,/ Tus muchas mudanças, tus firmezas pocas,/ Y los que en tu rueda quexosos hallamos,/ Hasta que al tiempo de agora vengamos./ Y hechos passados cobdicia mi pluma,/ Y de los presentes hazer breve suma./ De fin Apollo, pues nos començamos". Juan de Mena, El labyrintho, I, 2 (v. 1552: 5v) La Rueda de la Fortuna. Christine de Pisan, Épitre d´Othéa (Francia, c.1450-1475) Bodleian Library MS Bodl. 421, fol.52v. A finales del siglo XV la tradición se conserva intacta, como vemos en el Amadís de Gaula, la obra cumbre de la literatura medieval fantástica en castellano: "Catad que muy presto podría hazer que la fortuna su rueda rebolviesse, y quando assí es enojada de aquellos que muchos bienes fizo, no con un açote sólo, mas con muchos muy crueles los castiga. Y como las cosas deste mundo sean transitorias y perecederas, no tura más la gloria y la fama dellas de quanto ante los ojos andan" (III, 16. v.1533: 225r). Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (Francia, c.1450-1475) BnF MS Français 27, fol.154. Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, med. siglo XV) BnF MS Français 43, fol.37. Alejandro, en lo más alto y lo más bajo de la Rueda de la Fortuna, momentos antes de su muerte. Jean de Courcy, Chronique de la Bouquechardiére (Francia, c.1450-1475) British Library MS Harley 4376, fol.271. Rueda de la Fortuna. JohnLydgate, Troy Book (Inglaterra, c.1457-1460) British Library MS Royal 18D II, fol.30v. A principios del siglo XVI, en Orlando Furioso, vemos como incluso los reyes no se libran de los designios de la Fortuna, y donde antes estuvieron en lo más alto, ahora se ven arrojados al suelo: "Quanto en la inquieta rueda vees muy alto/ Subir al mísero hombre confiado./ Tanto el pie más presto en fiero saltó/ Do la cabeça tuvo vees colgado,/ Exemplo es Policrato y el Rey alto/ De Lidia y Dionis tan encumbrado,/ Sin otros que cayeron de suprema/ Gloria en un día a la miseria estrema./ Assí al contrario, quanto más caydo,/ El hombre en esta rueda va profundo,/ Tanto está en punto más de ser subido,/ Pues rueda siempre y verse más jocundo" (Canto 44. v.1556: 502-503). En el Lazarillo de Tormes, leemos: "Por conocer que la fortuna que me havía puesto en lo más alto de su rueda voltaría, y subido a la cumbre de la bienaventurança terrestre, con su curso veloz, començava a despeñarme a lo más ínfimo. [...] que todos los hombres del mundo subían, y baxaban por la rueda de fortuna: unos siguiendo su movimiento, otros al contrario" (II, 1 y 8). Rueda de la Fortuna, convertida en el décimo Arcano Mayor del Tarot. Tarot de Visconti-Sforza, 1455. Erasmo, en sus Apothegmas, nos recuerda que la Fortuna de la misma manera que nos da alegrías, nos trae la desgracia: "O fortuna yo te ruego que por tantos y tan grandes bienes no sea el contrapeso de los males grande. No se ensobervesció este varón prudentíssimo, de la buena ventura, que le avía succedido, mas antes tuvo por sospechosa a la rueda de la fortuna, la qual suele alegrar primero, y halagar con alguna nueva prosperidad, a los que ella anda por trastornar" (Apothegmas de Philippo. v. 1543: 23v). La Rueda de la Fortuna y la Muerte bajo el Árbol de la Vida. Fortuna aparece de pie girando la rueda, donde aparecen cuatro figuras. Cristo aparece en la esquina superior izquierda, con una cadena unida a la rueda. En la parte central inferior aparece un cadáver en su sepultura. La Muerte se representa en forma de esqueleto a punto de disparar su arco sobre el Árbol de la Vida, que surge de un barco y contiene un grupo de dignatarios religiosos y seglares. Maestro de los Banderoles (Holanda, c.1450-1475). British Museum 1845.0809.108. La Fortuna representada como una mujer con seis brazos. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.1v. Reynard el Zorro como Papa y Anticristo en la Rueda de la Fortuna. Grabado coloreado (Alemania, c.1470-1480). El diseño, complejo y cargado de figuras alegóricas, incluye la representación de virtudes, vicios y los animales de la leyenda de Reynard el Zorro (Isengrim, el lobo, y el oso de Braun). Reynard, el embaucador medieval y héroe popular, es visto como Papa y Anticristo, sentado en majestad en el vértice superior de la Rueda de la Fortuna, flanqueado a su derecha por un lobo dominico y a su izquierda por un oso franciscano, que a su vez están acompañados por las personificaciones de la Arrogancia y la Envidia, ambas a caballo. Aconsejando paciencia ante la opresión de la Iglesia de Roma, que es equiparada al reinado del Anticristo, se promete un Apocalipsis Secreto que lo derrocará, utilizándose la simbología de la rueda para ilustrarnos del efímero poder universal del Papa, pues la rotación de la rueda viene a demostrar que sus días están contados. La alegoría de la Constancia juega el papel de los vencidos, tendido sobre el borde inferior de la rueda y aferrándose a su radio. Aunque con su giro la Rueda de la Fortuna derrocará al Vicio y redimirá a la Virtud, la Constancia se nos presenta como un hombre famélico, debilitado hasta el borde de la muerte, lanzando un mensaje de paciencia y esperanza hacia el espectador, pues pronto su cuerpo se verá en posición vertical. La Rueda es sujetada por la Paciencia (Fortuna) y, en su parte inferior, por el Amor y la Humildad. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda con una manivela. En lo alto se encuentra el Rey, y en lo más bajo un hombre tirado en el suelo. Miniatura perteneciente a un manuscrito iluminado que contiene diversos tratados morales y de historia natural, incluyendo un Tractatus de interrogationibus (Italia, 1481) British Library MS Harley 3577, fol.167v. La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Venecia, 1482) Biblioteca Nazionale Marciana, cod. It. IX, 87 (=6226) La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Perugia, Stephan Arndes, 1482) La Rueda de la Fortuna. John Lydgate, The Falls of Princes (Pynson, 1494) La Rueda de la Fortuna. De fortunae mutabilitate. Sebastian Brandt, Stultifera navis (J. Bergman de Olpe, 1497) La Fortuna. Évrard de Conty, Échecs amoureux (Cognac, c.1496-1498) BnF MS Français 143, fol.7. La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (Praga, 1501) La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (París, c.1503) BnF MS Français 225, fol.1. La Fortuna sentada sobre la Rueda. Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XV) Bodleian Library MS Douce 195, fol.43r. La Fortuna y el Mendigo. Boccaccio, De casibus (París, c.1500-1525) BnF MS Français 130, fol.88. La Rueda de la Fortuna. Una mano que emerge de entre las nubes controla el giro de la rueda mediante una cuerda. En la rueda aparecen cuatro figuras. Hans Weiditz (Alemania, 1519) British Museum 1997.0712.22. Sigismondo Fanti, Triompho di Fortuna (Venezia, Giunta 1527). La magnífica portada diseñada por Baldassarre Peruzzi es una alegoría figurativa con referencias a la astrología y a la adivinación. En los extremos de una cruz imaginaria se representan los símbolos de la transitoriedad: un gigantesco dado, el astrolabio, el orologio, y un globo con los signos del zodíaco, heredero de la Rueda de la Fortuna medieval, donde se sienta en equilibrio precario Clemente VII. Su mundo está soportado por Atlas y maniobrado por un lado por la Virtud, y por otro lado por la Voluptuosidad, representada por un diablo. La Rueda de la Fortuna. Ilustración del libro de Petrarca Remedios de Buena y Mala Fortuna (Augsburgo, Heinrich Steyner, 1532) fol.105v. "[...] la mutabilidad de la fortuna hizo y haze y hará lo que vemos que acontece en la rueda, que andando con gran velocidad lo que poco ha estava alto, se torna en baxo, y lo baxo en alto. Y por esto la fortuna según fingen los poetas está puesta encima de una rueda". Fernán Núñez, Glosas sobre las Trezientas del famoso poeta Juan de Mena (I, 56. v. 1552: 54v). La Rueda de la Fortuna, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. De fortunae mutabilitate. Tres hombres encaramados en la rueda de la Fortuna. Ilustración de una edición en latín de La nave de los necios de Sebastian Brant, probablemente impresa por Heinrich Petri en Basilea en 1572. Impresión de Tobias Stimmer. El Tiempo, desnudo y alado, hace girar la Rueda de la Fortuna sobre la que escala un turco. Abajo a la derecha, la personificación de la Religión, y a la izquierda, la Muerte blandiendo una guadaña. A los pies de la tumba, soldados europeos y turcos muertos. Martin Rota (Italia, 1572) British Museum 1873.0809.801. 4. La recuperación de la imagen clásica en el Renacimiento Bernardo Rucellai y Nannina de' Medici en el Barco de la Fortuna. Joven semidesnudo en pie y sujetando una vela, mientras los vientos azotan el navío. Grabado anónimo (Florencia, c.1460-1470). British Museum 1845.0825.488. A finales del siglo XV se perfila un nuevo cambio en la iconografía de la Fortuna, fruto de la intervención de los humanistas, donde se prescinde muy a menudo de la rueda, quedando en algunas ocasiones como atributo secundario. La Fortuna. Mujer alada que sostiene una hoja de palma con su mano derecha y una rueda de la fortuna, sobre la que se sienta un hombre, con su mano izquierda. Una esfera aparece a su lado, y al fondo un paisaje con un barco. Sebald Beham (Alemania, 1541) British Library 1882.0812.346. El Castillo de la Sabiduría, con el Destino y la Fortuna, en cuya rueda se lee la inscripción Cor ruet statim. Qui modo scandit. Robert Recorde (Londres, 1556) Bodleian Library MS K 4.8. Art. La Fortuna del Renacimiento se convierte en una mujer desnuda o semidesnuda, a veces con los ojos vendados, que evidencia su inestabilidad asentando sus pies sobre un barco, una concha, una rueda o, más a menudo, sobre una esfera, que puede ser alada y navegar a su vez por las aguas. La Fortuna. Mujer desnuda sobre una esfera, sujetando una vara y una ramita de acebo de mar (Eryngium). Grabado de Alberto Durero (Alemania, c.1495) British Museum E.2.127. La Gran Fortuna. Alberto Durero (Alemania, 1501-1502) Metropolitan Museum 19.73.89. La Fortuna portando los atributos de Némesis: la pátera y las bridas. Las alas de la Fortuna muestran la velocidad con la que se mueve, pero por lo general lleva una vela hinchada por el viento, siendo éste un símbolo ambivalente ya que alude por una parte a lo aleatorio del viento y, por otra, a la posibilidad que tiene el hombre de dirigir su marcha. La Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1506 La Fortuna. Mujer desnuda sobre un globo y un timón en mitad de las aguas, sujetando una vara con su brazo derecho. Grabado de Nicoletto de Módena (Italia, c.1500-1510). British Museum 1873.0809.695; Metropolitan Museum 28.98.58. El timón que porta en ocasiones simboliza su dominio sobre el mundo, pero también alude a la voluntad y saber hacer del navegante. La Fortuna de los pensadores renacentistas, aun manteniendo su carácter impredecible y variable, puede ser dirigida por quien la sabe manejar. Este planteamiento positivo explica que la Fortuna se asimile a la Ocasión, y no es raro hallar a la primera con el mechón frontal de la segunda, y con razón, pues ambas suponen una incitación a actuar: "La Fortuna ayuda a los audaces". Grabado de Hans Franck. Marca del impresor Andreas Cratander. La Fortuna, con pies alados, apoyada sobre un globo. Su rostro queda tapado por su larga melena. Inscripciones en griego, hebreo y latín: Brevis consulendi Occasio. Basilea, Ludwig Hornken, 1519. Diseño de una funda de daga (detalle). La Fortuna?, en pie sobre una concha, sujetando una tela a modo de vela. Block-cut de Hans Lutzelburger e impresión de Hans Holbein el Joven (Alemania, c.1520-1526) British Museum 1895.0122.841-2. Der.: La Fortuna, en pie sobre una esfera y sujetando una vela. Virgil Solis (Alemania, c.1530-1562) British Museum 1869.0410.189. Según Maquiavelo el hombre dotado de virtú (prudencia, voluntad y valor) sabe captar las circunstancias favorables, las aprovecha y prospera con ello. En cierto modo, es la misma idea que plantea Alciato en su emblema de Mercurio y la Fortuna: el conocimiento puede dominar a la suerte. Ars naturam adivuans (El arte ayuda a la naturaleza). Alciato, Emblematum liber (Venecia, 1546: 42r) "Fortuna en una bola, y en un quadrado/ Mercurio está, que las artes enseña,/ Como los casos rebolver es dado/ A la Fortuna, que de esto es enseña./ Contra Fortuna el arte fue don dado,/ Y ansí contra ella el arte haze reseña./ Luego mançebo aprende buenas artes/ Que para dar ventura tienen partes". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 234. Una idea similar se expresa en el emblema 118: Virtute Fortuna comes, donde el autor italiano sabe unir con gran magisterio los símbolos principales de las dos divinidades, el Caduceo y la Cornucopia. Virtute Fortuna comes (La Fortuna es compañera de la Virtud). Alciato, Emblematum liber (París, 1536: C7v; Lyon, 1549: 39) "La vara de Mercurio esté esculpida/ Con quatro alas y con dos serpientes/ Entre los cuernos de la conoçida/ Cabra Amalthea, que a los eloquentes/ Varones de ęquidad muy escogida/ Dotada de consejos muy prudentes/ Muestra como Fortuna les abonda/ Y en lo que responder es bien responda". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 39. Realmente son muchos los significados que se ocultan tras el concepto de Fortuna, y en tales circunstancias se comprende que su aparición en composiciones alegóricas plantee a veces problemas de interpretación. Es curioso que su figura pueda aparecer tanto enfrentada a las virtudes como unida a ellas. En un anónimo veneciano vemos representada la Fortuna junto a Mercurio y la Virtud. Mercurio, Virtud y Fortuna. Luciano, I dilettevoli dialogi (Venezia, 1525, c. 23r) G. Salviati, en un techo de la Biblioteca Marciana de Venecia (c.1550) figura juntas a la Fortuna, la Sabiduría y la Fortaleza, G. Vasari (1548), con un criterio parecido, o acaso maquiavélico, ve a la Virtud agarrando el mechón de Fortuna mientras que la Envidia se despeña; Achille Bocchi la hace compañera de la Abundancia (1555), y Johannes Wierix la dibuja abrazada a la Virtud (c.1585). Raimondi representa a la Fortuna azotada por el hombre, y Tintoretto (1562) concibe a la Fortuna, ricamente ataviada, sentada sobre una Harpía (símbolo de la avaricia) y rodeada por hombres que vienen a rendirle homenaje. Fortuna y Abundancia sujetan el escudo de Francia, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. Grabado de Giulio Bonasone. La elección de Hércules. El héroe, en el cruce de dos caminos, ha de escoger entre dos personificaciones femeninas: el Trabajo (Labor) y el Placer (Voluptas), representándose a la izquierda un camino escarpado que conduce al templo de la Virtud y a la derecha un camino lleno de fiestas y diversiones que lleva a un infierno en llamas. La Virtud y la Fortuna, abrazándose, y el águila de Júpiter, presiden desde lo alto la escena. Hans van Luyck (ed.), Johannes Wierix (impr.) (Holanda, c.1585) British Museum 1937.0915.162. La Fortuna y la Esperanza. Diseño para una ventana circular. La Fortuna de pie sobre un globo circular que flota en el mar. La Esperanza lleva un ancla en la mano izquierda. Grabado anónimo (Holanda, fin. S.XVI) British Museum SL.5236.139. El hombre se venga de la Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1510. "Para significar que gobernaba sobre todas las cosas del mundo la dibujaron con un cuerno de la abundancia en una mano, sujetando con la otra un timón de navío sobre una esfera. Fue igualmente dibujada por los antiguos en posición sedente, con una cornucopia y un brazo apoyado sobre una rueda, para mostrar su inconstancia". Du Choul La Fortuna da de beber a un Príncipe. Antonio Fantuzzi (Italia, c.1543) Metropolitan Museum 59.596.21. No fue uno de sus atributos más extendidos, pero en ocasiones se la representa como una figura de doble rostro, como símbolo de su inconstancia, pues unas veces se muestra favorable, y otras veces desfavorable, representándose pues, con un rostro de bella mujer y con otro de arrugado anciano. Figura de doble rostro haciendo girar la rueda de la Fortuna. Un grupo de hombres ayudan a otros a subir a la rueda, mientras que otros grupos recogen con sábanas a los que van cayendo. Portada del Dialogus de Fato et Fortuna, de Johann Pistorius (Augsburgo, Heinrich Steiner, 1544), según un grabado de Hans Burgkmair el Viejo fechado en 1515. British Museum 1895.1031.1068. "Las compañeras suyas que allí estavan,/ Sepultáronla luego con tristeza,/ En un sepulchro hecho que allí avía,/ [...] En la qual avía escrito este letrero,/ Como por Epitaphio de Fortuna./ Aquí yace la diosa muy mudable,/ D´el vulgo loco, y aquí yaze aquella,/ Que carece de ley y de firmeza:/ Dos caras tiene cierto como Jano,/ Y mira a entrambos lados juntamente,/ Sus cuernos traen siempre diferentes/ Efectos, y son varios cada hora". Diego Fernández de San Pedro, "Verso Elegíaco sobre la muerte de la Fortuna, dada por la Virtud", en Questión de amor y cárcel de amor (Amberes, 1556: R8v) "Con dos caras la tramposa/ fortuna, muestra que sea/ una dellas muy hermosa/ la otra más negra y fea/ que la negra de Guinea". Lorenzo Suárez de Chaves, Diálogos (XX, 5) v. 1577: 259. La Fortuna. Grabado perteneciente a la serie “Virtudes y Vicios”, de Heinrich Aldegrever (Alemania, 1549). La Fortuna aparece en posición frontal, con su pie izquierdo sobre una esfera, sujetando con su mano derecha una vela donde aparece la rueda de la fortuna . British Museum E.4.382. La Fortuna. Mujer desnuda y alada, sujetando una copa y un arnés con la mano izquierda, una serpiente con su mano derecha, de pie sobre una esfera. Heinrich Aldegrever (Alemania, 1555) British Museum 1850.0810.279. Figura femenina alada (Victoria o Fortuna?) sujetando una esfera. Giorgio Ghisi (Italia, 1560-1570) British Museum V.8.102. La Fortuna, en pie sobre un delfín. Mujer desnuda sujetando una vela. Andreas Summer (Alemania, 1568) British Museum 1843.0513.235. "Los gentiles assí como en todo lo que tocava a sus dioses yvan errados, y fuera de todos términos de razón. En lo que toca a la fortuna sin fundamento ninguno la imaginaron y fingieron ser una diosa que tenía poder sobre todas las cosas, como lo refiere Boecio en el primero libro de consolación. Y ansí en Roma como en otras muchas partes le hizieron, y edificaron templos adonde fuesse adorada, y reverenciada, de los quales, y de los fundadores dello hazen mención muchos autores, como son Tito Livio, Plinio, Dionisio Alicarnaseo, Plutarco, Séneca y los Prenestinenses pueblos en Italia, y la tenían y adoravan por la principal diosa de su república. Pero esto, como cosa que no hazen tanto a nuestro propósito, podemos dexarlo, con dezir de las diversas formas, y maneras que tenían en pintarla en estos templos. Porque en unos la ponían en figura de muger que estava loca, puesta de pies sobre un buelto redondo, otros le añadían unas alas y le quitavan los pies, dando a entender que nunca estava firme. También la pintavan con la cabeça que tocava en el cielo, y con un governalle en la mano, pareciendo que governava todas las cosas del mundo. Otros le ponían en la mano aquel cuerno de copia, mostrando que por su mano recibíamos todos los bienes y males. Algunos ovo que la hazían de vidrio, porque fácilmente podía quebrarse, y la más común manera de pintarla era con un exe de una rueda en la mano, que siempre la traýa al rededor, y los ojos ciegos o topados, para que pareciesse que los que estavan en la cumbre de la prosperidad fácilmente podían ser derrocados, y assí también los de muy baxos estados podrían con facilidad subir a los más altos. Otros uvo que les pareció que era bien pintarla como hombre, y le hizieron templo particular para ello. También la pintavan algunos navegando por la mar, encima de un pescado grande, con una vela inchada de viento, llevando una punta de la vela en la mano, y otra debaxo de los pies, dando a entender quan fácilmente podría sumirse y anegarse, y que el mesmo peligro corrían todos los que navegavan, y de aquí vino (a lo que yo creo) aquella manera tan común de dezir los que passan alguna tormenta en la mar, que corrieron fortuna, como si dixessen que la fortuna los avía puesto en algún peligro. Y fin esto hazían, y pintavan otros cien mil desatinos, los quales procedían de que la fortuna solamente era imaginada, [...] pintándola cada uno conforme a su imaginación, y formando cien chimeras della tan libremente, que bien parecía cosa de burla, y muy digna de que todos podamos burlar della". Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, IV. v. 1575: 320-322. Mujer (la Fortuna?) sentada sobre una roca en mitad del océano, con la inscripción Fortuna immeritos auget honoribus. Fortuna innocuos cladibus afficit. Jacopo Caraglio (Italia, 1520-1539) British Museum 1860.0414.11. La Fortuna. Marca de Nicolaus Basse. Mujer desnuda apoyada sobre una rueda, con los pies alados, sujetando una túnica con su mano izquierda y una navaja en su mano derecha, con la inscripción: Fronte capillata est post haec occasio calva. (Frankfurt, Sigmund Feierabend, 1573). Fortuna alada, con el lema Instabilitas fortunae. Marca del impresor Giuseppe de Angelis (Iosephus de Angelis) (Roma, 1573-1579) Surgi fortun. La inestable Fortuna. La Fortuna se balancea precariamente sobre una concha marina, mientras sujeta con unas cuerdas a una criatura marina. Grabado de Philips Galle (Holanda, 1574) según diseño de Melchior Lorck. Inscripción: Sit vaga et instabilis guia tum? Tu Mentis amussi, Et Rationis eam finge tuo arbitrio. British Library 1983.0127.13. La Fortuna, con la inscripción Pace viget Fortuna favens terraque marique iam blandiuntur omnia. Grabado de la serie Virtudes y Vicios. Zacharias Dolendo (impr.), Jacob de Gheyn II (ed.) (Holanda, 1596-1597) British Museum 1873.0809.461. La Fortuna entre Heráclito y Demócrito. Grabado perteneciente a una colección de 33 denominada Hortus Voluptatum, de Crispijn de Passe el Viejo (Holanda, 1599). Inscripción sobre el arco: Homo vanitatis et fortuna ludibrium; en la parte inferior: Quid, faciam ite cumne fleam. Heraclite cachinno Nam quis continet risum, plena omnia stultis, Vel cum Democrito res hominum exagitem: Quis lacrymas, tanto mista dolore videns. British Library 1873.0614.74. 5. Otras representaciones de la Fortuna 5.1. Fortuna con seis brazos La Fortuna ante Boccaccio. De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.156. 5.2. Fortuna con balanza La Fortuna portando una balanza equilibrada con dos libros, símbolos de la maldad y la bondad de esta diosa. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.38v. Notas (1) Bupalus. Hijo de Archermus, miembro de la célebre escuela escultórica de Chios, en el siglo VI a.C. Enlaces de interés: TYKHE en theoi.com. Tyche en Wikipedia.org. Sara Agnoletto, Hermes versus Fortuna en engramma.it.
fr. e i., fortune; it., fortuna; a., glück, zufall; del lat. fortuna. Personificación simbólica de la suerte. Originariamente una diosa de las mujeres y de los oráculos, posteriormente fue equiparada con la griega Tyche y convertida en la encarnación de la variable fortuna de la humanidad. A menudo se la representaba con timón y cornucopia en la mano; de pie encima de una esfera o de una rueda, con una vela o con alas, movida de aquí para allá por el viento variable. En el cristianismo se concibió a esta voluble diosa de la Fortuna como expresión de la inescrutable providencia de Dios, pero se la valoró negativamente como oposición a las virtudes infalibles. Cf. Biedermann [1993: 200] Alegoría de la Fortuna, según un grabado de 1806 recogido en La mythología explicada para la inteligencia de todos, con algunos de sus atributos clásicos: esfera alada, cornucopia y ojos vendados. 1. Tyche, diosa griega de la Fortuna Tique (Τύχη). La Fortuna, o la Casualidad divinizada y personificada por una divinidad femenina. Desconocida en los poemas homéricos, adquirió más tarde gran importancia, que no dejó de crecer hasta época helenística. Siendo tan sólo una abstracción, no posee mito. Durante el sincretismo religioso de la época Imperial se identifica con Isis, representando Isitique el poder, mitad providencia, mitad casualidad, al que está sometido el mundo. Divinidad tutelar de las ciudades, se representa con corona de torres, al modo de las diosas poliadas. A veces es representada ciega. Cf. Grimal [2008: 518] Tyche con corona de torres. Moneda Siria del emperador Claudio (c.43-44 d.C.); moneda Lidia acuñada en tiempos del emperador Adriano (Tyche de Thyateira, c.117-138); moneda de Hierápolis-Castabala, Cilicia, acuñada en la época del emperador Cómodo (177-192) Tyche con corona de torres, monedas de Cilicia acuñadas en Tarso (MaximinoI, 235-238) y Hierápolis-Castabala (Volusiano, 251-253), y Tyche coronada llevando cetro y cornucopia, en una moneda frigia acuñada en Sebaste hacia la mitad del siglo III. "Tyche. Voz griega: TYXH, que significa fortuna, y con ella se halla significada en varias medallas Orientales, aunque con diferencia de tipos. En las de Éfeso se halla la expresión Ephesiorum Fortuna, ya con la ordinaria fórmula de una muger en pie con timón en la D. y cornucopia en la S., ya con una muger en pie, que tiene en la D. patera, y en la S. cornucopia, ya con Diana efesia sacrificando en ara, ya con muger coronada de torres en pie delante de ara, en la D. patera, en la S. cornucopia; y ya la misma teniendo en la D. un simulacro de Diana efesia. En las mismas se halla el mote Fortuna Ephesiorum, & Alexandrensium; y con él una muger coronada de torres con timón en la D. sosteniendo la cabeza con la S. y a los pies cornucopia. En las de Marcianópolis hay la inscripción Bona Fortuna Marcianopolitarum, con una muger en pie, que tiene en la D. balanza, y en la S. cornucopia. Las de Nicea suelen poner el epígrafe Bona Fortuna Nicaensium, y una muger sentada en rocas con timón en la D. En las de Melos hallamos sola la voz TYXH, sobre el tipo de un hombre con galea en pie, con el codo derecho reclinado en columna; y las de Tarso ponen una muger sentada en rocas, y a los pies río nadante. En Spanhemio leemos también TYXH KAPXEDONION, que pertenece a Cartago, pero no da otra noticia". Tomás Andrés de Gússeme, Diccionario numismático general, Vol.6 (Madrid, 1777). "Los griegos la llamaban Tychea, y este nombre la dan las monedas de Melos, y muchas otras. Homero la hace hija de Océano. Búbalo (1) fue el primer escultor que la representó, y la hizo una estatua para la ciudad de Esmyrna. Tenía una estrella en la frente, y en la mano el cuerno de la abundancia. Los Corinthios la llaman Acréa, porque tenía un templo en su ciudadela. Los Atenienses la habían hecho representar teniendo al niño Pluto en sus brazos. Del mismo modo nos la pintan las monedas de Melos. Confundíase frequentemente con el destino". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115. "Tyche o Fortuna. A esta diosa, que tuvo el mismo rango que Plutos, estaba encomendada la vigilancia y dirección de los destinos, tanto faustos como adversos. En Grecia se la edificaron templos en Elis, Corintho y Smyrna". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 2. Representaciones de la Fortuna en el Imperio Romano La Fortuna. Monedas deTrajano (bronce y plata: ) y Adriano (oro) recogidas en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (167-168) La Fortuna. Monedas de Antonino Pio (plata), Antonino Geta (plata) y una cornalina antigua, en en el Discurso de la religión antigua de los romanos de Du Choul (168-169) "Los Romanos, que primeramente se contentaban con ir a consultar la Suerte y la Fortuna en Ancio, adoptaron después esta Divinidad, y la consagraron muchos templos. Servio Tulio fue el primero que dio el exemplo. Los Romanos la daban diferentes nombres: la llamaban Varonil, Pacífica, Vírgen, Fortuna del pueblo Romano, Fortuna de Augusto &c., según las ocasiones en que la invocaban, o los atributos que la daban. El templo de la Fortuna en Roma fue erigido en tiempo de Anco Marcio a expensas de las Damas Romanas. Fulbio Flavio la elevó un magnífico templo baxo el nombre de Fortuna Equestre. El que hizo edificar Quinto Catulo estaba consagrado a la Fortuna del día. El de Nerón fue construido de piedras transparentes. Se la representa siempre baxo la figura de una muger, con el cuerno de la abundancia, un timón, una rueda y un globo; y así se ve en gran número de monedas. En muchas piedras grabadas y algunas monedas se ve confundida con Némesis, y algunas veces representada baxo los mismos atributos. Las alas son también símbolos atribuidos a la Fortuna por los Poetas, sin embargo de no hallarse monumento alguno que la represente alada. Los Romanos pretendían que la Fortuna, habiendo dexado a los Persas y Asyrios, volado ligeramente por la Macedonia, visto parecer a Alexandro, pasado a Egipto y a Syria, llegó en fin al monte Palatino, se quitó sus alas, arrojó su rueda, y entró en Roma para establecerse allí eternamente". Pedro Chico de Guzmán y Salcedo (trad.), La mythología explicada para la inteligencia de todos, Tomo II. Madrid, 1806, p.115-118. Estatua de la diosa Fortuna, en Il Vaticano descritto ed illustrato, vol.IV, de Erasmo Pistolesi (Roma, 1829. Tab. XVIII, p.100) "Deidad que presidía en todos los acontecimientos, y distribuía, según su capricho, los bienes y los males. Se ha observado que no era conocida en Grecia en la remota antigüedad porque no se encuentra su nombre ni en Homero ni en Hesíodo. Los poetas la pintan calva, ciega, en pie, y con dos alas a los dos pies, el uno sobre una rueda que da vueltas, el otro en el aire. Los antiguos la han representado con un sol y una media luna sobre la cabeza, para indicar que, como estos astros, la fortuna preside a todo lo que pasa en la tierra. La han dado también un timón, para indicar el imperio de la casualidad. Muchas veces en lugar de timón, tiene un pie en la proa de una nave, como presidente a la vez sobre la tierra y sobre los mares. Las medallas de los emperadores romanos la representan con diferentes calificaciones y atributos. En una medalla de Adriano, bajo el nombre de Fortuna Aurea, se ve una hermosa muger, alada, tendida, y con un timón a sus pies. Otra de Antonino Pio la ofrece bajo el título de Fortuna Obsequens, y bajo la forma de una muger hermosa en pie, apoyada con la mano derecha sobre un timón, y que con la izquierda tiene un cuerno de la abundancia. En otra de Comodo, la fortuna permanente, Fortuna maneus, está caracterizada por una dama romana, sentada, teniendo en la mano izquierda un cuerno de la abundancia, y con la derecha un caballo con su brida. La Fortuna victoriosa se apoya también sobre un timón, y tiene un ramo de laurel. En una medalla de Antonio Geta, la buena fortuna esta sentada, y se apoya en el brazo derecho sobre una rueda, y en la mano izquierda tiene también un cuerno de la abundancia. Algunas veces se substituye a la rueda un globo celeste, cuyo movimiento perpetuo anuncia igualmente la inconstancia. Pausanias hace mención de una estatua de la fortuna que había en Egina: tenía en sus manos un cuerno de la abundancia, y cerca de ella un cupido alado, para significar, dice, que en amor puede más la fortuna que el semblante. Entre los beocios, tenía a Pluto en sus brazos. En Esmirna llevaba la estrella polar sobre la cabeza, y un cuerno de la abundancia en la mano. Los romanos daban igualmente un culto solemne a la Fortuna. Julio Hostilio fue el primero que elevó un templo en su honor. En lo sucesivo se le levantaron hasta ocho en los muros de Roma. El más célebre de todos los de Italia, era el de Antio. (Ov. Fast. 6. Plut. de Fort. Rom. Civ. de divin. 2. Tit. Liv. 10. S. Agust. de Civit. Dei. Val. Max. 1, c. 5, Paus. 2. Horod. etc.). La mala fortuna se describe bajo la figura de una muger espuesta en una nave sin mástil y sin timón, y con las velas rotas por la violencia de los vientos. Los modernos la han representado sobre un globo lleno de aire. Gravelot la ha pintado sentada en un trono, sobre cuyas gradas hay esparcidos los atributos de todo lo que es objeto del anelo de los hombres: cerca de ella hay en cuerno de Amaltea, y el incienso que se exala de un braserillo indica las adoraciones del universo. En la ciudad de Este, en Tívoli, Zuccheri ha pintado la Fortuna a horcajadas sobre un avestruz: idea estraña cuyo sentido es difícil descubrir, pero sin duda significa que esta diosa favorecía casi siempre a los necios. Sulzer presenta la Fortuna sentada en un trono suspendido en los aires, y llevado por vientos contrarios: tiene en su mano una varilla mágica: su fisonomía representa todos los caracteres de la inconsecuencia, del capricho, de la insolencia y de la ligereza: en su seguimiento se encuentran la Riqueza y la Indigencia, el Despotismo y la Esclavitud, y delante de ella marcha la Seguridad, para indicar que la Fortuna, viene muchas veces sin ser esperada. En un cuadro del Guido en la galería del Capitolio, está representada corriendo sobre un globo, y haciendo rodar una corona con las estremidades de sus dedos". B.G.P. Diccionario universal de mitología o de la fábula, Tomo I. Barcelona, 1835, p.628-629. "En Italia antes de la fundación de Roma (se edificaron templos a la Fortuna) en Antium, y según Oracio en Prenesta, que era donde se celebraba su culto con más solemnidad. En Antium tuvo dos estatuas oráculas, que respondían por señas a las preguntas que se la dirigían, y su magnífico templo de Prenesta, según Montfaucón, daba también decisiones proféticas. Los Romanos la adoraron con mucha suntuosidad, dándola muchos nombres, de los que los principales fueron: Fortuna pública, equestris, bona, blanda, virgo, virilis, muliebris, etc. Sus atributos son el cuerno de la Abundancia y el Timón". Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Compendio elemental de arqueología. Madrid, 1844, p.80. 3. La diosa Fortuna en la Edad Media: La Rueda de la Fortuna La Rueda de la Fortuna. Codex Buranus (c.1230), con las inscripciones regnabo, regno, regnavi y sum sine regno. La Rueda de la Fortuna. Roman de Renart (1275-1300) BnF MS Français 1581, fol.57. La diosa Fortuna, con un vestido largo de color naranja, aparece detrás de la rueda, que hace girar con sus manos. En la parte superior aparecen tres representaciones del zorro Renart, pero sólo el de la parte superior lleva corona y capa regias. A ambos lados aparecen dos figuras a caballo. En el eje horizontal una figura, con cáliz y hostia, se desliza hacia abajo; en el lado opuesto, un hombre barbado con una hoz asciende, representando ambas a la justicia y la industria. En la esquina inferior izquierda se representa una mujer sentada con una cruz, alegoría de la Caridad, como se lee en la inscripción y se identifica por las monedas que arroja al suelo, que recuerda las representaciones romanas de Largitas. En el extremo inferior derecho aparece la Humildad, oculta entre sus ropajes. Las cuatro figuras que aparecen en torno a la rueda forman un todo conceptual, pues los personajes a caballo de las esquinas superiores representan los pecados opuestos: Soberbia (hombre) y Codicia (mujer). En la parte inferior de la rueda se ve un hombre desnudo, aferrado al eje con una mano y sujetando la balanza de la Justicia con la otra, en el polo opuesto del entronizado Renart, símbolo todo ello de la injusticia social. Misal francés (Amiens, 1323) con dos ruedas de la fortuna que muestran grandes similitudes con la rueda de Renart. A la izquierda se muestran cuatro figuras humanas que representan otros cuatro estamentos sociales: Rey, Clérigo con cáliz, Campesino con hoz y Pobre, desnudo o con harapos. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda, en cuya cúspide se encuentra el rey Arturo. Iluminación de la Morte Artu (Francia, c.1316) British Library MS Add. 10294, fol.89. El poeta Lucano nos dice: "No podemos ir sino hacia donde da la vuelta el mundo, y la fortuna vuelve su rueda" (Historia, VIII. v. 1540: 168). La visión positiva de Tyche/Fortuna que tenían los antiguos se borró entre los Padres de la Iglesia, dirigidos por san Agustín. La Fortuna, para ellos, era ciega dispensadora de bienes terrenales e instrumento diabólico. La iconografía antigua de la diosa desapareció, convirtiéndose Fortuna en la señora ambivalente de los vaivenes de la vida, siendo su atributo más prototípico, durante siglos, la rueda que, girando, enaltece o hunde a todos los seres humanos. Tal fue la imagen que describió Boecio a mediados del siglo VI cuando imaginó la Fortuna como servidora de la Providencia Divina en su Consolación de la filosofía. La Fortuna, a la izquierda, hace girar su rueda con una manivela. Sobre ella la figura de un Rey que va cambiando de postura según el sentido de giro de la rueda, junto con las siguientes inscripciones: regnabo (ascendiendo), regno (sentado en lo más alto), regnavi (cayendo), sim sine regno (postrado en el suelo). Histoire ancienne jusqu´á César (Nápoles, 1325-1350) British Library MS Royal 20D I, fol.163v. La Fortuna, con los ojos vendados, da vueltas a su rueda. Guillaume de Lorris y Jean de Meung, Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XIV) Bodleian Library MS Douce332, fol.58r. La Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione philosophiae (Francia, c.1400) Bodleian Library MS Douce 298, fol.13v. La Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, c.1400) BnF MS Français 46, fol.13. "Gran dubda fue entre los sabios antiguos qué cossa fuesse la fortuna, ca algunos de los gentiles, como Boecio en el primero libro de consolació, escrivieron que la fortuna fuesse una señora, so cuyo mandado y señorío estavan todas las riquezas y bienes temporales, y esta señora llaman deesa. E dezía que a todos los hombres del mundo traýa puestos en una rueda, y que su condición della era no estar siempre de un tenor, antes de los hombres altos y grandes fazer baxos y pobres, y bolviendo la rueda, de los baxos y pobres fazer altos y grandes. [...] Según dize Boecio, que loco es el que piensa que la fortuna ha de estar de un tenor, que si está queda ya dexa de ser fortuna. Según lo qual la condición de la fortuna, es que no esté queda. E por esso la pintan con rueda, y los que están en alto pone en lo baxo, y los que están em baxo pone en lo alto. [...] Las riquezas temporales son de las principales cosas que son contadas entre bienes de fortuna, las quales crecen y disminuyen, según que dize Boecio en persona de la fortuna. Que los servidores que son los bienes temporales, siguen a la señora que es la fortuna, la qual viene con ello. Y por esso dize Boecio que la fortuna todo el mundo trae en una rueda mudable que de lo alto haze baxo, y de lo baxo alto, de los ricos pobres y de los pobres ricos". Pedro Díaz de Toledo, Glosas a los Proverbios de Séneca (CX y CXXXVI) y del Marqués de Santillana (XXI y LXXII). v. 1552: 55v, 66r, 183 y 220v. Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (París, c.1400-1425) BnF MS Français 172, fol.150. La Rueda de la Fortuna. Boccaccio, De casibus (París, c.1400-1425) BnF MS Français 226, fol.12v. La Fortuna hace girar su rueda, sobre la que aparecen cuatro aspectos de un mismo rey: ascendiendo (Regnabo), en su trono (Regno), cayendo (Regnavi) y en el suelo (Sim sine regno). Histoire ancienne jusqu´á César (París, c.1400.1425) British Library MS Stowe 54, fol.197. Rueda de la Fortuna. Boecio, De consolatione Philosophiae (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 19A IV, fol.13v Francesco Petrarca, en el tercer cuarto del siglo XIV, escribía: "Piensas tú que como tu nao salida de las tempestades del mar reposa en el puerto, que assí tu amo libre de los cuydados de la vida, está ya seguro de los trabajos y nuedos? Pues no es assí que agora has de temer, mas no sabes que las cosas humanas no tienen firmeza? El que en la voluble rueda de la fortuna está asentado más alto, aquél está más cerca de caher" (De los remedios contra próspera y adversa fortuna, XC). La Fortuna, ataviada como reina, alada y con los ojos vendados, hace girar su rueda. Giovanni Boccaccio, De casibus virorum illustrium (Francia, c.1400-1425) British Library MS Royal 20C IV, fol.1. "Ca tiempo haze las cosas y deshaze,/ y quando a fortuna plaze las dañosas/ se nos tornan provechosas y plazientes,/ y las útiles nuzientes contrariosas". Proverbios de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. v. 1558: D10v. La Rueda de la Fortuna. Miniatura de L´Épitre de Othéa, de Christine de Pizan (París, c.1410-1414) British Library MS Harley 4431, fol.129. "Los estados y riqueza que nos dexan a desora quien lo duda no les pidamos firmeza porque son de una señora que se muda, que bienes son de fortuna que rebuelve con su rueda apresurosa, la qual no puede ser una ni ser estable, ni queda en una cosa". Coplas de Don Jorge Manrique. v. 1558: P2. La Rueda de la Fortuna. Cecco d´Ascoli, L´Acerba Eta (Florencia, 1456) Bodleian Library MS Canon. Ital. 38, fol.25r. "Tus casos fallaces Fortuna cantamos,/ Estados de gentes que giras y troças,/ Tus muchas mudanças, tus firmezas pocas,/ Y los que en tu rueda quexosos hallamos,/ Hasta que al tiempo de agora vengamos./ Y hechos passados cobdicia mi pluma,/ Y de los presentes hazer breve suma./ De fin Apollo, pues nos començamos". Juan de Mena, El labyrintho, I, 2 (v. 1552: 5v) La Rueda de la Fortuna. Christine de Pisan, Épitre d´Othéa (Francia, c.1450-1475) Bodleian Library MS Bodl. 421, fol.52v. A finales del siglo XV la tradición se conserva intacta, como vemos en el Amadís de Gaula, la obra cumbre de la literatura medieval fantástica en castellano: "Catad que muy presto podría hazer que la fortuna su rueda rebolviesse, y quando assí es enojada de aquellos que muchos bienes fizo, no con un açote sólo, mas con muchos muy crueles los castiga. Y como las cosas deste mundo sean transitorias y perecederas, no tura más la gloria y la fama dellas de quanto ante los ojos andan" (III, 16. v.1533: 225r). Rueda de la Fortuna. San Agustín, La ciudad de Dios (Francia, c.1450-1475) BnF MS Français 27, fol.154. Rueda de la Fortuna. Valerio Máximo, Facta et dicta memorabilia (Francia, med. siglo XV) BnF MS Français 43, fol.37. Alejandro, en lo más alto y lo más bajo de la Rueda de la Fortuna, momentos antes de su muerte. Jean de Courcy, Chronique de la Bouquechardiére (Francia, c.1450-1475) British Library MS Harley 4376, fol.271. Rueda de la Fortuna. JohnLydgate, Troy Book (Inglaterra, c.1457-1460) British Library MS Royal 18D II, fol.30v. A principios del siglo XVI, en Orlando Furioso, vemos como incluso los reyes no se libran de los designios de la Fortuna, y donde antes estuvieron en lo más alto, ahora se ven arrojados al suelo: "Quanto en la inquieta rueda vees muy alto/ Subir al mísero hombre confiado./ Tanto el pie más presto en fiero saltó/ Do la cabeça tuvo vees colgado,/ Exemplo es Policrato y el Rey alto/ De Lidia y Dionis tan encumbrado,/ Sin otros que cayeron de suprema/ Gloria en un día a la miseria estrema./ Assí al contrario, quanto más caydo,/ El hombre en esta rueda va profundo,/ Tanto está en punto más de ser subido,/ Pues rueda siempre y verse más jocundo" (Canto 44. v.1556: 502-503). En el Lazarillo de Tormes, leemos: "Por conocer que la fortuna que me havía puesto en lo más alto de su rueda voltaría, y subido a la cumbre de la bienaventurança terrestre, con su curso veloz, començava a despeñarme a lo más ínfimo. [...] que todos los hombres del mundo subían, y baxaban por la rueda de fortuna: unos siguiendo su movimiento, otros al contrario" (II, 1 y 8). Rueda de la Fortuna, convertida en el décimo Arcano Mayor del Tarot. Tarot de Visconti-Sforza, 1455. Erasmo, en sus Apothegmas, nos recuerda que la Fortuna de la misma manera que nos da alegrías, nos trae la desgracia: "O fortuna yo te ruego que por tantos y tan grandes bienes no sea el contrapeso de los males grande. No se ensobervesció este varón prudentíssimo, de la buena ventura, que le avía succedido, mas antes tuvo por sospechosa a la rueda de la fortuna, la qual suele alegrar primero, y halagar con alguna nueva prosperidad, a los que ella anda por trastornar" (Apothegmas de Philippo. v. 1543: 23v). La Rueda de la Fortuna y la Muerte bajo el Árbol de la Vida. Fortuna aparece de pie girando la rueda, donde aparecen cuatro figuras. Cristo aparece en la esquina superior izquierda, con una cadena unida a la rueda. En la parte central inferior aparece un cadáver en su sepultura. La Muerte se representa en forma de esqueleto a punto de disparar su arco sobre el Árbol de la Vida, que surge de un barco y contiene un grupo de dignatarios religiosos y seglares. Maestro de los Banderoles (Holanda, c.1450-1475). British Museum 1845.0809.108. La Fortuna representada como una mujer con seis brazos. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.1v. Reynard el Zorro como Papa y Anticristo en la Rueda de la Fortuna. Grabado coloreado (Alemania, c.1470-1480). El diseño, complejo y cargado de figuras alegóricas, incluye la representación de virtudes, vicios y los animales de la leyenda de Reynard el Zorro (Isengrim, el lobo, y el oso de Braun). Reynard, el embaucador medieval y héroe popular, es visto como Papa y Anticristo, sentado en majestad en el vértice superior de la Rueda de la Fortuna, flanqueado a su derecha por un lobo dominico y a su izquierda por un oso franciscano, que a su vez están acompañados por las personificaciones de la Arrogancia y la Envidia, ambas a caballo. Aconsejando paciencia ante la opresión de la Iglesia de Roma, que es equiparada al reinado del Anticristo, se promete un Apocalipsis Secreto que lo derrocará, utilizándose la simbología de la rueda para ilustrarnos del efímero poder universal del Papa, pues la rotación de la rueda viene a demostrar que sus días están contados. La alegoría de la Constancia juega el papel de los vencidos, tendido sobre el borde inferior de la rueda y aferrándose a su radio. Aunque con su giro la Rueda de la Fortuna derrocará al Vicio y redimirá a la Virtud, la Constancia se nos presenta como un hombre famélico, debilitado hasta el borde de la muerte, lanzando un mensaje de paciencia y esperanza hacia el espectador, pues pronto su cuerpo se verá en posición vertical. La Rueda es sujetada por la Paciencia (Fortuna) y, en su parte inferior, por el Amor y la Humildad. La Fortuna, con los ojos vendados, hace girar su rueda con una manivela. En lo alto se encuentra el Rey, y en lo más bajo un hombre tirado en el suelo. Miniatura perteneciente a un manuscrito iluminado que contiene diversos tratados morales y de historia natural, incluyendo un Tractatus de interrogationibus (Italia, 1481) British Library MS Harley 3577, fol.167v. La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Venecia, 1482) Biblioteca Nazionale Marciana, cod. It. IX, 87 (=6226) La Rueda de la Fortuna. Lorenzo Spirito Gualtieri, Libro delle Sorti (Perugia, Stephan Arndes, 1482) La Rueda de la Fortuna. John Lydgate, The Falls of Princes (Pynson, 1494) La Rueda de la Fortuna. De fortunae mutabilitate. Sebastian Brandt, Stultifera navis (J. Bergman de Olpe, 1497) La Fortuna. Évrard de Conty, Échecs amoureux (Cognac, c.1496-1498) BnF MS Français 143, fol.7. La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (Praga, 1501) La Rueda de la Fortuna. Petrarca, De remediis utriusque fortunae (París, c.1503) BnF MS Français 225, fol.1. La Fortuna sentada sobre la Rueda. Le Roman de la Rose (Francia, fin. siglo XV) Bodleian Library MS Douce 195, fol.43r. La Fortuna y el Mendigo. Boccaccio, De casibus (París, c.1500-1525) BnF MS Français 130, fol.88. La Rueda de la Fortuna. Una mano que emerge de entre las nubes controla el giro de la rueda mediante una cuerda. En la rueda aparecen cuatro figuras. Hans Weiditz (Alemania, 1519) British Museum 1997.0712.22. Sigismondo Fanti, Triompho di Fortuna (Venezia, Giunta 1527). La magnífica portada diseñada por Baldassarre Peruzzi es una alegoría figurativa con referencias a la astrología y a la adivinación. En los extremos de una cruz imaginaria se representan los símbolos de la transitoriedad: un gigantesco dado, el astrolabio, el orologio, y un globo con los signos del zodíaco, heredero de la Rueda de la Fortuna medieval, donde se sienta en equilibrio precario Clemente VII. Su mundo está soportado por Atlas y maniobrado por un lado por la Virtud, y por otro lado por la Voluptuosidad, representada por un diablo. La Rueda de la Fortuna. Ilustración del libro de Petrarca Remedios de Buena y Mala Fortuna (Augsburgo, Heinrich Steyner, 1532) fol.105v. "[...] la mutabilidad de la fortuna hizo y haze y hará lo que vemos que acontece en la rueda, que andando con gran velocidad lo que poco ha estava alto, se torna en baxo, y lo baxo en alto. Y por esto la fortuna según fingen los poetas está puesta encima de una rueda". Fernán Núñez, Glosas sobre las Trezientas del famoso poeta Juan de Mena (I, 56. v. 1552: 54v). La Rueda de la Fortuna, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. De fortunae mutabilitate. Tres hombres encaramados en la rueda de la Fortuna. Ilustración de una edición en latín de La nave de los necios de Sebastian Brant, probablemente impresa por Heinrich Petri en Basilea en 1572. Impresión de Tobias Stimmer. El Tiempo, desnudo y alado, hace girar la Rueda de la Fortuna sobre la que escala un turco. Abajo a la derecha, la personificación de la Religión, y a la izquierda, la Muerte blandiendo una guadaña. A los pies de la tumba, soldados europeos y turcos muertos. Martin Rota (Italia, 1572) British Museum 1873.0809.801. 4. La recuperación de la imagen clásica en el Renacimiento Bernardo Rucellai y Nannina de' Medici en el Barco de la Fortuna. Joven semidesnudo en pie y sujetando una vela, mientras los vientos azotan el navío. Grabado anónimo (Florencia, c.1460-1470). British Museum 1845.0825.488. A finales del siglo XV se perfila un nuevo cambio en la iconografía de la Fortuna, fruto de la intervención de los humanistas, donde se prescinde muy a menudo de la rueda, quedando en algunas ocasiones como atributo secundario. La Fortuna. Mujer alada que sostiene una hoja de palma con su mano derecha y una rueda de la fortuna, sobre la que se sienta un hombre, con su mano izquierda. Una esfera aparece a su lado, y al fondo un paisaje con un barco. Sebald Beham (Alemania, 1541) British Library 1882.0812.346. El Castillo de la Sabiduría, con el Destino y la Fortuna, en cuya rueda se lee la inscripción Cor ruet statim. Qui modo scandit. Robert Recorde (Londres, 1556) Bodleian Library MS K 4.8. Art. La Fortuna del Renacimiento se convierte en una mujer desnuda o semidesnuda, a veces con los ojos vendados, que evidencia su inestabilidad asentando sus pies sobre un barco, una concha, una rueda o, más a menudo, sobre una esfera, que puede ser alada y navegar a su vez por las aguas. La Fortuna. Mujer desnuda sobre una esfera, sujetando una vara y una ramita de acebo de mar (Eryngium). Grabado de Alberto Durero (Alemania, c.1495) British Museum E.2.127. La Gran Fortuna. Alberto Durero (Alemania, 1501-1502) Metropolitan Museum 19.73.89. La Fortuna portando los atributos de Némesis: la pátera y las bridas. Las alas de la Fortuna muestran la velocidad con la que se mueve, pero por lo general lleva una vela hinchada por el viento, siendo éste un símbolo ambivalente ya que alude por una parte a lo aleatorio del viento y, por otra, a la posibilidad que tiene el hombre de dirigir su marcha. La Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1506 La Fortuna. Mujer desnuda sobre un globo y un timón en mitad de las aguas, sujetando una vara con su brazo derecho. Grabado de Nicoletto de Módena (Italia, c.1500-1510). British Museum 1873.0809.695; Metropolitan Museum 28.98.58. El timón que porta en ocasiones simboliza su dominio sobre el mundo, pero también alude a la voluntad y saber hacer del navegante. La Fortuna de los pensadores renacentistas, aun manteniendo su carácter impredecible y variable, puede ser dirigida por quien la sabe manejar. Este planteamiento positivo explica que la Fortuna se asimile a la Ocasión, y no es raro hallar a la primera con el mechón frontal de la segunda, y con razón, pues ambas suponen una incitación a actuar: "La Fortuna ayuda a los audaces". Grabado de Hans Franck. Marca del impresor Andreas Cratander. La Fortuna, con pies alados, apoyada sobre un globo. Su rostro queda tapado por su larga melena. Inscripciones en griego, hebreo y latín: Brevis consulendi Occasio. Basilea, Ludwig Hornken, 1519. Diseño de una funda de daga (detalle). La Fortuna?, en pie sobre una concha, sujetando una tela a modo de vela. Block-cut de Hans Lutzelburger e impresión de Hans Holbein el Joven (Alemania, c.1520-1526) British Museum 1895.0122.841-2. Der.: La Fortuna, en pie sobre una esfera y sujetando una vela. Virgil Solis (Alemania, c.1530-1562) British Museum 1869.0410.189. Según Maquiavelo el hombre dotado de virtú (prudencia, voluntad y valor) sabe captar las circunstancias favorables, las aprovecha y prospera con ello. En cierto modo, es la misma idea que plantea Alciato en su emblema de Mercurio y la Fortuna: el conocimiento puede dominar a la suerte. Ars naturam adivuans (El arte ayuda a la naturaleza). Alciato, Emblematum liber (Venecia, 1546: 42r) "Fortuna en una bola, y en un quadrado/ Mercurio está, que las artes enseña,/ Como los casos rebolver es dado/ A la Fortuna, que de esto es enseña./ Contra Fortuna el arte fue don dado,/ Y ansí contra ella el arte haze reseña./ Luego mançebo aprende buenas artes/ Que para dar ventura tienen partes". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 234. Una idea similar se expresa en el emblema 118: Virtute Fortuna comes, donde el autor italiano sabe unir con gran magisterio los símbolos principales de las dos divinidades, el Caduceo y la Cornucopia. Virtute Fortuna comes (La Fortuna es compañera de la Virtud). Alciato, Emblematum liber (París, 1536: C7v; Lyon, 1549: 39) "La vara de Mercurio esté esculpida/ Con quatro alas y con dos serpientes/ Entre los cuernos de la conoçida/ Cabra Amalthea, que a los eloquentes/ Varones de ęquidad muy escogida/ Dotada de consejos muy prudentes/ Muestra como Fortuna les abonda/ Y en lo que responder es bien responda". Bernardino Daza, Los emblemas de Alciato, 1549: 39. Realmente son muchos los significados que se ocultan tras el concepto de Fortuna, y en tales circunstancias se comprende que su aparición en composiciones alegóricas plantee a veces problemas de interpretación. Es curioso que su figura pueda aparecer tanto enfrentada a las virtudes como unida a ellas. En un anónimo veneciano vemos representada la Fortuna junto a Mercurio y la Virtud. Mercurio, Virtud y Fortuna. Luciano, I dilettevoli dialogi (Venezia, 1525, c. 23r) G. Salviati, en un techo de la Biblioteca Marciana de Venecia (c.1550) figura juntas a la Fortuna, la Sabiduría y la Fortaleza, G. Vasari (1548), con un criterio parecido, o acaso maquiavélico, ve a la Virtud agarrando el mechón de Fortuna mientras que la Envidia se despeña; Achille Bocchi la hace compañera de la Abundancia (1555), y Johannes Wierix la dibuja abrazada a la Virtud (c.1585). Raimondi representa a la Fortuna azotada por el hombre, y Tintoretto (1562) concibe a la Fortuna, ricamente ataviada, sentada sobre una Harpía (símbolo de la avaricia) y rodeada por hombres que vienen a rendirle homenaje. Fortuna y Abundancia sujetan el escudo de Francia, en Symbolicarum quaestionum de Universo genere quas serio ludebat (Bolonia, 1555) de Achilles Bocchius. Grabado de Giulio Bonasone. La elección de Hércules. El héroe, en el cruce de dos caminos, ha de escoger entre dos personificaciones femeninas: el Trabajo (Labor) y el Placer (Voluptas), representándose a la izquierda un camino escarpado que conduce al templo de la Virtud y a la derecha un camino lleno de fiestas y diversiones que lleva a un infierno en llamas. La Virtud y la Fortuna, abrazándose, y el águila de Júpiter, presiden desde lo alto la escena. Hans van Luyck (ed.), Johannes Wierix (impr.) (Holanda, c.1585) British Museum 1937.0915.162. La Fortuna y la Esperanza. Diseño para una ventana circular. La Fortuna de pie sobre un globo circular que flota en el mar. La Esperanza lleva un ancla en la mano izquierda. Grabado anónimo (Holanda, fin. S.XVI) British Museum SL.5236.139. El hombre se venga de la Fortuna. Marc-Antoine Raimondi, 1510. "Para significar que gobernaba sobre todas las cosas del mundo la dibujaron con un cuerno de la abundancia en una mano, sujetando con la otra un timón de navío sobre una esfera. Fue igualmente dibujada por los antiguos en posición sedente, con una cornucopia y un brazo apoyado sobre una rueda, para mostrar su inconstancia". Du Choul La Fortuna da de beber a un Príncipe. Antonio Fantuzzi (Italia, c.1543) Metropolitan Museum 59.596.21. No fue uno de sus atributos más extendidos, pero en ocasiones se la representa como una figura de doble rostro, como símbolo de su inconstancia, pues unas veces se muestra favorable, y otras veces desfavorable, representándose pues, con un rostro de bella mujer y con otro de arrugado anciano. Figura de doble rostro haciendo girar la rueda de la Fortuna. Un grupo de hombres ayudan a otros a subir a la rueda, mientras que otros grupos recogen con sábanas a los que van cayendo. Portada del Dialogus de Fato et Fortuna, de Johann Pistorius (Augsburgo, Heinrich Steiner, 1544), según un grabado de Hans Burgkmair el Viejo fechado en 1515. British Museum 1895.1031.1068. "Las compañeras suyas que allí estavan,/ Sepultáronla luego con tristeza,/ En un sepulchro hecho que allí avía,/ [...] En la qual avía escrito este letrero,/ Como por Epitaphio de Fortuna./ Aquí yace la diosa muy mudable,/ D´el vulgo loco, y aquí yaze aquella,/ Que carece de ley y de firmeza:/ Dos caras tiene cierto como Jano,/ Y mira a entrambos lados juntamente,/ Sus cuernos traen siempre diferentes/ Efectos, y son varios cada hora". Diego Fernández de San Pedro, "Verso Elegíaco sobre la muerte de la Fortuna, dada por la Virtud", en Questión de amor y cárcel de amor (Amberes, 1556: R8v) "Con dos caras la tramposa/ fortuna, muestra que sea/ una dellas muy hermosa/ la otra más negra y fea/ que la negra de Guinea". Lorenzo Suárez de Chaves, Diálogos (XX, 5) v. 1577: 259. La Fortuna. Grabado perteneciente a la serie “Virtudes y Vicios”, de Heinrich Aldegrever (Alemania, 1549). La Fortuna aparece en posición frontal, con su pie izquierdo sobre una esfera, sujetando con su mano derecha una vela donde aparece la rueda de la fortuna . British Museum E.4.382. La Fortuna. Mujer desnuda y alada, sujetando una copa y un arnés con la mano izquierda, una serpiente con su mano derecha, de pie sobre una esfera. Heinrich Aldegrever (Alemania, 1555) British Museum 1850.0810.279. Figura femenina alada (Victoria o Fortuna?) sujetando una esfera. Giorgio Ghisi (Italia, 1560-1570) British Museum V.8.102. La Fortuna, en pie sobre un delfín. Mujer desnuda sujetando una vela. Andreas Summer (Alemania, 1568) British Museum 1843.0513.235. "Los gentiles assí como en todo lo que tocava a sus dioses yvan errados, y fuera de todos términos de razón. En lo que toca a la fortuna sin fundamento ninguno la imaginaron y fingieron ser una diosa que tenía poder sobre todas las cosas, como lo refiere Boecio en el primero libro de consolación. Y ansí en Roma como en otras muchas partes le hizieron, y edificaron templos adonde fuesse adorada, y reverenciada, de los quales, y de los fundadores dello hazen mención muchos autores, como son Tito Livio, Plinio, Dionisio Alicarnaseo, Plutarco, Séneca y los Prenestinenses pueblos en Italia, y la tenían y adoravan por la principal diosa de su república. Pero esto, como cosa que no hazen tanto a nuestro propósito, podemos dexarlo, con dezir de las diversas formas, y maneras que tenían en pintarla en estos templos. Porque en unos la ponían en figura de muger que estava loca, puesta de pies sobre un buelto redondo, otros le añadían unas alas y le quitavan los pies, dando a entender que nunca estava firme. También la pintavan con la cabeça que tocava en el cielo, y con un governalle en la mano, pareciendo que governava todas las cosas del mundo. Otros le ponían en la mano aquel cuerno de copia, mostrando que por su mano recibíamos todos los bienes y males. Algunos ovo que la hazían de vidrio, porque fácilmente podía quebrarse, y la más común manera de pintarla era con un exe de una rueda en la mano, que siempre la traýa al rededor, y los ojos ciegos o topados, para que pareciesse que los que estavan en la cumbre de la prosperidad fácilmente podían ser derrocados, y assí también los de muy baxos estados podrían con facilidad subir a los más altos. Otros uvo que les pareció que era bien pintarla como hombre, y le hizieron templo particular para ello. También la pintavan algunos navegando por la mar, encima de un pescado grande, con una vela inchada de viento, llevando una punta de la vela en la mano, y otra debaxo de los pies, dando a entender quan fácilmente podría sumirse y anegarse, y que el mesmo peligro corrían todos los que navegavan, y de aquí vino (a lo que yo creo) aquella manera tan común de dezir los que passan alguna tormenta en la mar, que corrieron fortuna, como si dixessen que la fortuna los avía puesto en algún peligro. Y fin esto hazían, y pintavan otros cien mil desatinos, los quales procedían de que la fortuna solamente era imaginada, [...] pintándola cada uno conforme a su imaginación, y formando cien chimeras della tan libremente, que bien parecía cosa de burla, y muy digna de que todos podamos burlar della". Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, IV. v. 1575: 320-322. Mujer (la Fortuna?) sentada sobre una roca en mitad del océano, con la inscripción Fortuna immeritos auget honoribus. Fortuna innocuos cladibus afficit. Jacopo Caraglio (Italia, 1520-1539) British Museum 1860.0414.11. La Fortuna. Marca de Nicolaus Basse. Mujer desnuda apoyada sobre una rueda, con los pies alados, sujetando una túnica con su mano izquierda y una navaja en su mano derecha, con la inscripción: Fronte capillata est post haec occasio calva. (Frankfurt, Sigmund Feierabend, 1573). Fortuna alada, con el lema Instabilitas fortunae. Marca del impresor Giuseppe de Angelis (Iosephus de Angelis) (Roma, 1573-1579) Surgi fortun. La inestable Fortuna. La Fortuna se balancea precariamente sobre una concha marina, mientras sujeta con unas cuerdas a una criatura marina. Grabado de Philips Galle (Holanda, 1574) según diseño de Melchior Lorck. Inscripción: Sit vaga et instabilis guia tum? Tu Mentis amussi, Et Rationis eam finge tuo arbitrio. British Library 1983.0127.13. La Fortuna, con la inscripción Pace viget Fortuna favens terraque marique iam blandiuntur omnia. Grabado de la serie Virtudes y Vicios. Zacharias Dolendo (impr.), Jacob de Gheyn II (ed.) (Holanda, 1596-1597) British Museum 1873.0809.461. La Fortuna entre Heráclito y Demócrito. Grabado perteneciente a una colección de 33 denominada Hortus Voluptatum, de Crispijn de Passe el Viejo (Holanda, 1599). Inscripción sobre el arco: Homo vanitatis et fortuna ludibrium; en la parte inferior: Quid, faciam ite cumne fleam. Heraclite cachinno Nam quis continet risum, plena omnia stultis, Vel cum Democrito res hominum exagitem: Quis lacrymas, tanto mista dolore videns. British Library 1873.0614.74. 5. Otras representaciones de la Fortuna 5.1. Fortuna con seis brazos La Fortuna ante Boccaccio. De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.156. 5.2. Fortuna con balanza La Fortuna portando una balanza equilibrada con dos libros, símbolos de la maldad y la bondad de esta diosa. Boccaccio, De casibus (Francia, 1450-1475) BnF MS Français 230, fol.38v. Notas (1) Bupalus. Hijo de Archermus, miembro de la célebre escuela escultórica de Chios, en el siglo VI a.C. Enlaces de interés: TYKHE en theoi.com. Tyche en Wikipedia.org. Sara Agnoletto, Hermes versus Fortuna en engramma.it.
③
The Tarot trump cycle is a moral allegory. The hierarchy of trumps is divided into three sections: a ranks of mankind up to the Pope; a Fall of Princes allegorical narrative, culminating in Death, in the middle trumps; an eschatological epilogue including the final triumph over the Devil and death, via the Resurrection to Final Judgment. There are three categories of subject matter: representatives of mankind, the allegory per se, and the overriding Christian context. This makes it a complex moral allegory, but it is hardly unique because of that. These three elements define a very large family of works in art and literature that may be termed Triumphs of Death, in a broad sense. Genres within that expansive grouping include the Dance of Death, Three Living and Three Dead, Triumph of Death in a narrower sense, and so on. Each work includes the three elements, at least implicitly, and the allegory in each case includes a personification of Death. (Genres such as Vanitas, Ubi Sunt, and Memento Mori are closely related but usually more subtle and allusive, and most significantly they lack a personifiation of Death.) An elaborate but representative example is this spectacular Philip Galle print (after Maarten van Heemskerck), a Petrarchian Triumph of Death. The Triumph of Death Print by Philip Galle, c.1565 All mankind, from pope and monarchs on down, are trampled by the Grim Reaper, a cadaverous personification of Death standing on a coffin. In the background we can see the two afterlife destinations, a fiery Hellmouth and a radiant Glory. A Fountain of Life has pride of place, top-center in the composition, while lifeless trees stand in contrast below. As an aside, this scene bears virtually no resemblance to the Trionfo della Morte of Petrarch, from which it nominally derives. It is more in the tradition of works like the 14th-century Triumph of Death at the Camposanto in Pisa. It is thought to have been painted by Buonamico Buffalmacco in the 1330s, which predates illustrated versions of Petrarch’s Trionfi by well over a half century. In fact, by including Heaven and Hell along with Death, the author has pre-empted Petrarch’s Triumph of Fame and Triumph of Eternity, making this composition a very different work than the Petrarchian Trionfo. On the other hand, Death riding a cart pulled by oxen or bulls is in the pictorial tradition that was created by Petrarch’s illustrators. Galle’s image combines that with the earlier pictorial tradition, simply ignoring Petrarch’s poem. The only way we know this is intended to represent Petrarch’s Trionfo della Morte is from the context of five other prints representing the other five trionfi, and from the context of a long pictorial tradition of representing his cycle this way. All of which is background to introduce another composition, one of my favorites. This drawing is not technically a Triumph of Death, although Death’s triumph is at the heart of it. Rather than a personified Death, this allegory has a personification of Life. Life is depicted as being ephemeral as a bubble, Homo Bulla. The Reaper and Homo Bulla are combined in various works of art, including funerary art, and in the so-called Dutch Tarot, Floskaartjes. Here, Homo Bulla takes the place of Death, making this a Vanitas rather than Triumph of Death, despite the floor being littered with bodies. Mors Sceptra Ligonibus Æquat Drawing by Jacob de Gheyn II, 1599 The title of the image, Mors Sceptra Ligonibus Aequat, is a traditional memento mori subject. Death knows no rank—Death equalizes the scepter and the spade, more or less. This is an ancient idea, and one that is embodied in the trump cycle as well as all other Triumph of Death works. It was discussed and illustrated in a series of posts in 2008. (Mors Omnia Aequat, Blunder and Bullshit, and A Pair of Emblems.) The examples included a 1st-century mosaic and a couple 17th-century emblems from Otto Vaenius’ wonderful book, Q. Horatii Flacci Emblemata. The content of the drawing is comprehensive, from Genesis through Revelation. This is the actual scope of all the contemptu mundi works, although the biblical bookends are usually implicit. These works are all concerned with the triviality and enticements of the post-lapsarian world, which does little more than endanger one’s immortal soul. Why do we “remember death” or “remember the Last Things” (death, Judgment, Heaven, and Hell)? Why do we meditate on Homo Bulla, the idea that mankind’s lot in this life is a fragile and transient as a soap bubble? The answer is because of the economy of salvation, which refers to the Fall as described in Genesis (introducing sin and its punishment, death), Redemption in the Gospels (the Crucifixion and Resurrection), and the End Times in Revelation (the final triumph over the Devil and death itself). This is what matters, and mortal life—life in this world as opposed to the next—is nothing in comparison. Hence, the requirement for a studied contempt toward this world and a continuing focus on the next. This particular print explicitly includes all the elements of the story. In the upper-left medallion we see Adam and Eve being deceived by the Snake. In the upper-right we see the sacrifice of the Crucifixion. In the large panel under the canopy we see resurrection, the Last Judgment, and souls assigned to Heaven and Hell. This is the biblical context of such allegories, what makes them meaningful. In the lower half of the image we have the allegory per se. We see a monarch and a peasant flanking an enthroned Homo Bulla, with his traditional motto from the famous Hendrick Goltzius print, Quis Evadet? No one escapes death, as surely as no bubble remains unbroken. The two figures, who combine to illustrate all the ranks of mankind, are shown below as corpses. Assorted other vanitas symbols decorate the scene, such as an owl (symbolizing night and death), smoke, flowers, and the implements of the two men are shown broken and ruined (ubi sunt), under their dead bodies (memento mori). It is a rich constellation of conventional elements neatly arranged: a schematic of life, death, and the meaning of it all. Finally, a third example is a 15th-century print by the so-called Master of the Banderoles. (You can see why he is called that in this print.) There is a Wheel of Fortune, with the crank tethered to Christ. The idea that Fortune was effectively an aspect of Providence was common view dating back at least to the time of Boethius’s Consolation of Philosophy. Judging from the positions of the figures on her wheel, blind Fortuna appears to be turning it counter-clockwise, and the fellow at the bottom seems about to fly into the grave. The Tree of Life is shown on the right, with its fruits constituting a well-populated ranks of mankind. This includes the pope, monarchs, and others, with the Dove of the Holy Spirit tending to them. The Tree is growing out of a boat, an unstable base, perhaps symbolizing this mutable world. We also see two animals (Dies and Nox, symbolizing Time) worrying the trunk. So everyone’s days (in this world) are numbered. Fortune and Death Master of the Banderoles, c.1450-1475 The first of these three works, the Petrarchian Triumph of Death, is reproduced in Andrea Vitali’s Tarocchi: Arte e Magia (1994) and Il Tarocchino di Bologna (2005), and in a couple places online. (The entire series of prints is striking, particularly in comparison with the more commonly reproduced illustrations of the Trionfi.) The other two works are not as well known. However, because of their combination of 1) a ranks of man, 2) a contemptu mundi moral allegory, and 3) the overarching Christian context, they are revealing analogies to the Tarot trump cycle... along with a great many other moral allegories in art and literature. Of course, rather than being reasonably intelligible moral allegories, these could all be occult manifestos conveying Kabbalistic secrets, Neoplatonic mysticism, Gnostic initiations, Goetic magic, astrology, numerology, alchemy... they might contain predictions of a 2012 apocalypse or, better yet, they might be treasure maps revealing the secret resting place of the Holy Grail, the Ark of the Covenant, and the Urim and Thummin. There are certainly plenty of details in each image that could be taken out of context and interpreted in a preferred direction. As usual, I’ll leave such exercises for others to pursue. October 19, 2010 postscript: This 1st-century Roman mosaic is one of the oldest and one of the best examples of the Mors Omnia Aequat concept in a complex pictorial allegory. The allegory refers to the highest and lowest members of society (via merism, the actual audience is Everyman), and the social leveling aspect of death, as well as containing allusions to Fortune and the fate of the Soul, depicted as a butterfly.
Art Deco fortune telling cards
The goddess Fortuna drives the steering wheel of the “Wheel of Fortune” so that it spins without any established objective. A deusa Fortuna impulsiona o volante da “Roda da Sorte” para que esta gire sem qualquer objetivo estabelecido. French miniaturist (15th century)-'Wheel of Fortune (Rota Fortunae)'-miniature Giovanni Boccaccio (ca 1320-1375); De casibus virorum illustrion (on the fates of famous men), Paris (1467)- Ms Hunter 371-372 (vol. 1, fol. 1r) Chrétien Legouais de Saint Maure (active ca 1305) -'Wheel of Fortune (Rota Fortunae)'-miniature Rouen-Bibliothèque Municipale (Ovide moralisé, Ms Fr 1044, fol. 74) Jean Pichore (active 1500-1520)-'Lady Fortune and her wheel'-tempera, gold on parchement Paris-BNF Ms Fr 225 (Petrach; Les remèdes de l'une et de l'autre fortune) Anonymous miniaturist (15th century)-'the queen Fortune and her wheel)'-ink, pigment and gold on vellum John Lydgate; Troy book (1460) William de Brailles (fl 1230-1260)-'Wheel of Fortune' pigment and gold on vellum Cambridge (UK)-University (Fitzwilliam Museum, Ms 330.4)
Here is a 15th-century Wheel of Fortune with a very complex design. The following description is from Mitchell B. Merback's 1999 The Thief, the Cross, and the Wheel. Reynard the Fox as Pope and Antichrist Colored woodcut, German (c.1470-80) Visually anchored by an allegorical wheel held by a Lady Fortune who doubles as a personfication of Patience (Gedultikeyt), the woodcut also includes personifications of Virtues and Vices, and animal imagery derived from the legends of Reinecke Fuchs (a.k.a. Reynard the Fox), Isengrim the Wolf and Braun the Bear. Here Reynard, the medieval trickster and folk hero, plays the role of Pope and Antichrist and is seated in mock majesty at the apex of Fortune's wheel; he is flanked by a treacherous 'Dominican wolf' and a 'Franciscan bear', who are in turn flanked by personifications of Arrogance and Envy on horseback. Counselling patience in the face of Rome's oppression -- equated with the Antichrist's reign -- and promising a 'Secret Revelation' (Geheimen Offenbarung) that will overthrow it, the broadsheet uses the rota to explode the vain pretensions of universal papal power, showing that its days are numbered. 'Constancy' (Stetikeit) plays the role of the vanquished, sprawled out upon the lower rim of the wheel and clutching at its spoke. Although we know that Fortune's wheel will eventually turn to overthrow Vice and redeem Virtue, the body of Constancy, overwhelmed by the monstrous device, is distorted, emaciated and weakened to the point of death. The message of patience and hope addressed to the viewer must therefore struggle against the undeniable concreteness of the body's vertical subjection. Will this wheel ever turn at all? Oddly, it has no mechanical axis, but is supported entirely by the figures of Patience (Fortune), Love and Humility (personified as a Samaritan monk and a Beguine). While the two kneeling figures attempt to effect its rotation, Fortune herself, blindfolded and aloof, grasps the upper spokes with two hands and stands motionless. In fact, she strikes the same pose as the medieval executioner who brings the torture-wheel down on a supine, immobilized body! In terms of Tarot, perhaps the most interesting aspect of this broadsheet is the way in which multiple meanings were layered across a conventional foundation, in this case, the Wheel of Fortune. Also noteworthy is the pre-Reformation use of the papal tiara to create an anti-Catholic allegory. Merback's book is a useful antidote for those Tarot enthusiasts who insist that the Hanged Man is some sort of charming New Age "reversal of one's worldview" or other anachronistic nonsense. Prolonged, public, and unimaginably painful forms of execution, including the so-called Jewish Execution and the Visconti inverted hanging for traitors, were relatively common. Breaking on the Wheel was probably the most characteristic, but other practices, such as gibbiting, were sometimes used. Merback's descriptions of death by the cross and the wheel are indicative of what the Hanged Man card actually depicted, the slow and horrific execution of a traitor. For the analysis of Reynard's Wheel, Merback cites Wolfgang Harms, "Reinhart Fuchs als Papst und Antichrist auf dem Rad der Fortuna," (Fruhmittelalterliche Studien 6, 1972, 418-440). Harms may have been the first scholar to address this pictorial branch of Reynard's history. 11/22/09 P.S. (revised 4/5/10) A closely related image comes from a 14th-century French manuscript of Jacquemart Gielée's Renart le Nouvel. It is listed as Français 1581 in the BNF Département des Manuscrits, Division occidentale. Patricia M. Gathercole, ("Illustrations for the 'Roman de Renart': Manuscripts BN fr. 1581 and BN fr. 12584", Gesta, 10:1, 1971, 39-44), described the illustration as follows: The famous Wheel of Fortune is given an original portrayal on folio 57 of MS fr. 1581. On this manuscript Lady Fortune, wearing a long orange gown stands behind the wheel and turns it with her hands. Three representations of the fox are at the top: they are dominated by a Renart, who with cape and crown presides in glory. Human figures, straddling the sides, attempt to stay on the wheel. One slides down, the other rises; they represent the specific qualities of justice and industry. The four figures placed around the wheel form a coherent conceptual whole. In the lower left-hand corner is seated a woman who holds a cross. This is Charity (Caritas) as the inscription states, and as is indicated by her gesture of releasing coins recalling the Roman personification of Largitas. In the lower right-hand corner sits Humilitas, a figure concealed by coverings. Riding horseback in the two upper corners are the opposing sins of Pride (a man) and greed (a woman). Reynard on the Wheel of Fortune Renart le Nouvel, French (c.1290-1300) The later German design is obviously based upon this precise tradition. Also note how the naked figure at the bottom of the Wheel, holding the scales of Justice, is opposed to Reynard enthroned at the top; social injustice is at the center of this Wheel of Fortune. The following explanation of Reynard, being crowned by Fortuna, is from Kenneth Varty's 2000 Reynard the Fox: Social Engagement and Cultural Metamorphoses in the Beast Epic from the Middle Ages to the Present. In the second half of the thirteenth century, in the Couronnement de Renart, the fox will be proclaimed king with the approval of the dying king, Nobel, carried off by Pride, Envy, and Renardie (=cunning), a symbolic fable like Branch XI and Reinhart Fuchs because it depicts what could happen at the court of Flanders if law and order were not restored; a fable that castigates a world where the old virtues are dead, where egoistic ambition, treachery and hypocrisy triumph, and where the author, a moralist like Heinrich stands up in accordance with a well-established tradition against the vices of the century. And at the end of this same century, in Renart le Nouvel, Renart dreams of killing the king in order to mount his throne (lines 2,278-87), and Noble separates himself from God by forming an alliance with Renart; and then leaves his place to Renart who is crowned by Fortuna. Renart le Nouvel is a fable in which Jacquemart Gielée shows how the fox succeeds by his cunning in dominating the world: it is a cry of alarm, as was Reinhart Fuchs, to rouse the world to beware of the evil that corrupts the times. 3/31/10 P.S. Two other complex Wheels of Fortune can be related to the above designs. The first is much earlier and simpler than the image from Merback, but relatively close in provenance to the Renart le Nouvel illustration. It is from a 1323 Festal Missal, (Amiens, France), and contains the core elements of the more complex designs. Two wheels are shown, one with Reynard in four guises and a matching one with human figures. The human wheel indicates the estates of man in the same fashion as the two wheels above. That is, the topmost figure is crowned, the cleric holds a cup, and the peasant holds a sickle. Mmm... Marginalia: Wheel of Reynard http://gotmedieval.blogspot.com/2008/05/mmm-marginalia-wheel-of-reynard.html http://www.kb.nl/manuscripts/show/manuscript/78+D+40 The second example is from two centuries later, about 1525, and although it contains some of the same elements, (including Reynard and the Wheel of Fortune, a ranks of man, and a disparaging view of authority figures), the overall design is much different. The design is attributed to Dürer (although his monogram is absent), but based on an earlier tapestry, and the prints are referred to as the Michelfeld(t) Tapestry or the Allegory of Social Injustice. The wheel, turned by Time (Zeit) and Reynard (Fuchs), is the first of six images across three woodcuts. The last image, Eternal Providence, also carries a cyclic message, loosely translated as "what goes around, comes around", thematically connecting back to the Wheel. The Wheel of Fortune w/birds, turned by Time and Cunning/Deceit The Ranks of Mankind Justice, Truth, and Reason in stocks Fraud/Deceit enthroned and Piety bound in cradle Schoolmaster and Cleric learning from Deceit Eternal Providence warns about karma On the first print, the Wheel of Fortune is being turned by Time (who traditionally turns Fortune's Wheel, cf. Ripa), and a fox (a deceitful trickster, namely Reynard), who symbolizes the characteristic injustice of the outcome. A peacock stands before the 6-spoked wheel, perhaps representing the most noble of birds at the bottom flanked by eagle and falcon. Clockwise from lower left, an eagle, jay, magpie, pheasant, and falcon are on the wheel, with the obnoxious magpie as king. The five figures to the right include a peasant, craftsman, ermine-caped noble, merchant, and knight. On the second print, Deceit is enthroned with the infant Piety bound and asleep at his feet. Between the ranks of man and Deceit are three women in stocks: Justice, Truth (with a padlock on her lips), and Reason. On the third print a schoolmaster and a cleric are approaching Deceit. The schoolman's ribbon says, "Lord, we are listening to your oration, we crave to attend your school". The fat cleric, carrying a girdle book/Bible, looks back at the final figure, a bearded man with flaming eyes, who is identified as Eternal Providence. (His fiery eyes are reminiscent of Dürer works such as Sol Iustitiae and the Apocalyptic Christ, whose "eyes were as a flame of fire".) Providence has a looped ribbon over his head, and his arms are folded in a similar Möbius-like fashion. The message reads, "Everything that goes out now re-enters the source from which it flowed. I am Eternal Providence." Like the earlier examples of Reynard and the Wheel of Fortune, we see an explicit reference to all classes of society being corrupt, and we see assorted other allegorical figures being merged into a novel design. Older conventional motifs are reworked and combined into more complex allegories. In this case, although not as neatly hierarchical as the Tarot trump cycle, we do see the same three categories of subject matter: representatives of man, allegorical figures per se, and an unusual but clearly Christian dénouement. Another example of Divine Providence triumphing over Fortune is shown in a postscript to the A Florentine Allegory of the Lord's Mercy post, taken from Jehan Cousin's 1568 emblem book, The Book of Fortune. Rather than Providence being a male figure with the fiery eyes of the Apocalyptic Christ, it was depicted via a female figure with papal tiara. Eternal Providence “What Goes Around, Comes Around” Proverb: “What goes around, comes around.” 1. The status eventually returns to its original value after completing some sort of cycle. (Cf. "history repeats itself".) 2. A person's actions, whether good or bad, will often have consequences for that person. (Cf. karma.) Some sources for the Michelfeldt Tapestry images and translations include the Catalogue of Early German and Flemish Woodcuts (1903); Dover's The Complete Woodcuts of Albrecht Dürer (1963); Dürer and His Culture (1998), Chapter 4. "The Michelfeldt Tapestry and Contemporary European Literature: Moral Lessons on the Rule of Deceit"; and Forgery, Replica, Fiction: Temporalities of German Renaissance Art (2008), as well as the Tapisserie von Michelfeld page at Zeno.org.
The Primavera Tarot was also called Tarot Art Nouveau, but there is another deck by Matt Myers called the Art Nouveau Tarot. The Myers deck is less representative of art nouveau and shows mainly in…
Оригинал взят у ester_wandrag в Древнеримские боги в среневековых одеждах. Гравюры из книги «Le Livre des échecs amoureux moralisés», 1496-1498гг. Автор - Évrard de Conty; художник - Robinet Testard. 1. Мойры 2. Фортуна 3.Аполлон 4. Вакх 5. Эврарт и Диана 6. Меркурий 7. Венера благодарит Эврарта за…
Roue de fortune
“. Buona Fortuna con i miei Numeri 📷 https://t.co/36oLttAKtJ 🎶🍀 e la "magia" dei brani musicali proposti. 11 https://t.co/G4l98YsM4T (pillole di Fortuna da "prendere" prima delle estrazioni). . .”
The Tarot of Marseille is not the name of an individual deck of cards. The name refers to a style of Tarot decks that originated in France. The earliest existing example is The Jean Noblet Tar…
Who hasn’t asked for good luck? All human beings at some point realise the endless possibilities of their lives and instinctively or deliberately ask for divine intervention … or some good luck! Well, there is a Goddess which is the personification of Good Luck as her divine name implies. Thus, let’s meet Tyche (Greek) – […]