Novedades para leer y después prestar.
Muerte con pingüino Viktor es un escritor arruinado: está sin blanca, lo ha dejado su novia, tiene frío. Imaginen si se siente solo que decide adoptar a un pingüino. No sabe que este nuevo compañero de piso, Misha, también está deprimido: suelta suspiros melancólicos cuando chapotea en la bañera de agua helada y se encierra en la habitación como un adolescente. Ahora Viktor no solo está triste, sino que debe consolar a su amigo. Y además alimentarlo. Todo se complica cuando un gran periódico le encarga escribir esquelas de personajes públicos que aún están vivos. Parece una tarea fácil. Pero no lo es: los protagonistas de sus necrológicas empiezan a fallecer en extrañas circunstancias poco después de que escriba sobre ellos. Misha y Viktor se ven atrapados en una trama absurda y violenta. Una novela oscura y luminosa, con humor blanco y negro. Como la vida. Como un pingüino. Consíguelo en : https://www.amazon.com/Muerte-ping%C3%BCino-ANDREI-KURKOV/dp/8417059466 @nib@l 2021
Marisa se levanta cada mañana para ir a trabajar porque no le queda más remedio. Detesta su trabajo como mando intermedio en una agencia de publicidad. Uno de esos con un enrevesado título en inglés que queda bien en LinkedIn pero cuyo sentido y quehaceres no están del todo claros. A sus 32 años, la protagonista de El descontento (Temas de Hoy) ha conseguido llegar hasta ahí poniendo en práctica (y bordando) lo que denomina como el "juego de las oficinas". Un dominio de la teatralidad y de los códigos que garantizan la supervivencia en el medio con trucos como fingir que se está muy ocupada siempre o usar extranjerismos para sofisticar tareas simples. Odia su trabajo, pero tiene que pagar facturas y le gustan las cosas bonitas e irse de vacaciones de vez en cuando, así que sigue en la rueda. El hastío que Beatriz Serrano (Madrid, 1989) vuelca en Marisa es el de una generación que también es la suya. Un descontento laboral que atraviesa a los millennials quemados, golpeados por la doble crisis económica (la de 2008 y la de la pandemia por covid-19) y que, con sueldos más bajos y dificultad para acceder a una vivienda y emanciparse, hace ya tiempo que han dejado de tragarse el discurso meritocrático. No solo se asume que más estudios o más esfuerzo no garantizan el éxito, sino que esa idea de éxito ha cambiado: para muchos, la hiperocupación y el trabajo con amplias responsabilidades ya no son signos de estatus ni algo a lo que aspirar. Triunfar ahora tiene más que ver con un trabajo que termine realmente a la hora que indica el contrato, con jornadas laborales más cortas que dejen tiempo libre para hacer tus cosas y que permita pagar el alquiler sin tener que hacer grandes renuncias para ello. Un trabajo que permita sostener la vida y que no la absorba. "El trabajo pasó a convertirse en una queja constante, en una conversación central en mi grupo de amigos", cuenta la autora sobre el germen del libro. "Siempre lo habíamos visto como algo aspiracional y que de hecho nos motivaba. Algo de lo que, en cierta medida, nos sentíamos orgullosos aunque nos pagaran una mierda". Sentada en un bar madrileño después de una doble jornada ejerciendo primero como redactora en El País y después como podcaster (copresenta Arsénico Caviar, Premio Ondas ex aequo a Mejor pódcast conversacional), Serrano explica la paradoja: "No sabíamos cómo gestionar el hecho de pasar ocho horas –en el mejor de los casos– en un espacio hostil, con gente que a veces es mejor y a veces es peor, y que ese trabajo te quite tantísimo tiempo haciendo algo que luego no te da las herramientas económicas para poder vivir". El punto álgido, piensa la periodista, llegó con la pandemia: "Metimos el trabajo en nuestras casas, hasta en la cocina de nuestros hogares y, en muchísimos casos, a horas intempestivas. No se veía tanto esa línea, esa interrupción entre tu vida laboral y tu vida personal. Ahí empecé a pensar en cómo el trabajo nos está drenando cada vez más, cada vez está ocupando más tiempo en nuestras vidas, incluso en esferas donde creemos que no lo ocupa, como pueden ser las esferas digitales, en las que nos sentimos más libres, pero donde también estamos creando una imagen". En la novela, Marisa aparece casi únicamente en dos escenarios: la oficina y su casa. Es el juego con el que Serrano aborda una de las tesis que han inspirado su ficción, la del sociólogo estadounidense Erving Goffman, "que en los años 60 lanzó una teoría sobre la socialización humana basada en el teatro". Lo que decía, explica, "es que nosotros, siempre que salimos de casa, siempre que estamos en círculos sociales, ya sea en el trabajo, con la familia, con nuestros amigos, estamos actuando. Y que solo en nuestra intimidad o solos, en nuestra casa o con nuestra gente mucho más íntima es cuando podemos decir que estamos entre bambalinas". Pero con el trabajo "siendo una conversación central, presente en redes sociales y metiéndose en nuestra casa, ¿dónde quedan las bambalinas? ¿Cuándo estamos realmente siendo nosotros mismos si siempre estamos actuando? Y ¿qué sucede cuando esa máscara que nos hemos creado se empieza a romper? Te la quitas y empiezas a decir: qué cojones estoy haciendo, para qué sirve todo esto". En el libro todo salta por los aires cuando a Marisa, que mantiene a raya su ansiedad con un poco recomendable cóctel a base de orfidales autodosificados, vino y vídeos de animalitos en YouTube, la máscara se le comienza a resquebrajar en un team building organizado por su empresa. Una de esas actividades trampa con las que estas extienden sus tentáculos invitando a socializar a sus trabajadores a base de convivencia forzada fuera del ámbito laboral. "Hacen un batiburrillo para que la gente no sepa si está trabajando o está jugando". Además de este idioma propio del trabajo de oficina que Serrano retrata en El descontento, plagado de términos en inglés usados muchas veces como eufemismos para maquillar realidades más duras –aquí no hay despido, sino offboarding–, la autora reflexiona sobre cómo esto ha ido más allá. "Hemos adoptado muy rápidamente toda esta filosofía startupera, todos sus códigos, sus formas de comportarse, sus métodos de trabajo y dinámicas dentro de la empresa, como lo de quitar las paredes y que todo sea una oficina. Lo hemos hecho sin darnos cuenta de que Estados Unidos es el país del Uber, del capitalismo, donde no existen las buenas condiciones y el estado de bienestar que puede existir en Europa. Estamos adoptando ideas del mal, muy pro empresa y muy poco en favor de los trabajadores". Un discurso que entre las generaciones más jóvenes dentro del mercado laboral cada vez se adopta menos, a pesar de que en los perfiles de redes conviven las biografías en las que se indica la profesión sacando pecho con stories compartidos de camino al curro mientras suena Abajo el trabajo, de Eddi Circa. Donde se reivindica la no productividad publicando imágenes de la fotogénica portada del ensayo Cómo no hacer nada (Ariel), de Jenny Odell, y se comparten memes que dicen "la ciencia ha demostrado que no vas a heredar la empresa". Y donde los vídeos de las nuevas influencers de la precariedad laboral, como Carmen Merina (Rayo McQueer) o Clara López, que se ganan el aplauso y los compartidos haciendo gala de cómo no se casan con sus empresas, se acaban monetizando: "¿Que te quedas en la cafetería sin consumir? Me da igual, yo voy a seguir cobrando 5 euros la hora". "Estamos viviendo un poco en esa dicotomía de la identificación [con el trabajo] pero al mismo tiempo entrando en una etapa bastante reflexiva sobre hacia dónde vamos", dice Beatriz Serrano. "El parón de la pandemia nos obligó a pensar qué queremos hacer con nuestra vida, en qué queremos que no se convierta. En elDiario.es salió un artículo con un titular buenísimo: No tienes 'síndrome de la cabaña', es que no quieres volver a la vida de mierda. Si ya no te da para vivir dignamente, si te compras una botella de aceite y vale 12€, si tienes que compartir piso hasta los 40 años... ¿Qué me importa quedarme en esta empresa o irme a otra? Ya no lo siento como una gran humillación ni como una gran pérdida, que es lo que nos hubiese pasado hace cinco años. Fantaseamos con trabajos de cumplir un horario, salir y no tener que pensar. No fantaseamos con eso de quiero ser periodista de guerra, quiero ser periodista de moda o quiero ser una gran creativa, ahora fantaseamos con ser funcionarios".
Durante un tiempo, hace ya muchos años, identifiqué a Celia con Mariquita Pérez. Para mí eran dos productos del franquismo. El primero, en...
Marina gasta las últimas balas de su infancia y lo hace a cañonazo limpio de poesía, de ilusión, de ganas de vida. Por César Prieto.
… de Betty Smith Lumen rescata Mañana puede ser un gran día, de la autora de la conmovedora novela Un árbol crece en Brooklyn Sinopsis Estamos en Brooklyn y corren los años veinte. La chiquil…
¿Estás de vacaciones y quieres leer un buen libro? No te preocupes, te proponemos una serie de libros que te v
Ayer fue un día muy ajetreado políticamente y particularmente emocionante. Por eso, hoy me permito recomendar un libro, por lo que de aplicación práctica ante las situaciones de la vida cotidiana puede suponernos. Más Platón y menos prozac, puede ayudarnos a comprender determinadas situaciones, no nos arregla la vida pero al menos nos la hace más placentera. Aunque filosofía y práctica son dos palabras que no se pueden relacionar, lo cierto es que la filosofia siempre ha proporcionado herramientas para desenvolverse en la vida cotidiana. Desde Sócrates, era una forma de vida, no una disciplina académica; es decir, no sólo objeto de estudio sino también de aplicación. No fue hasta el siglo pasado cuando se vio consignada a una ala esotérica de la torre de marfil. Más Platón y menos Prozac se inspira en los más grandes filósofos y filosofías de la historia del mundo para enseñar a abordar los aspectos más importantes de la vida. Trata sobre los problemas habituales como la manera de llevar las relaciones amorosas, de vivir con ética, de prepararse para morir, de enfrentarse a un cambio profesional y de encontrar sentido a la existencia. En lugar de ofrecer enfoques pseudomédicos orientados a las patologías o proponer superficiales principios propios de la New Age, este libro presenta una sabiduría puesta a prueba por el tiempo y adaptada específicamente para ayudar a vivir con plenitud e integridad en un mundo que cada vez resulta más desafiante. El libro se articula cuatro partes bien distintas. La primera de ellas explica con enorme acierto y sencillez la recuperación actual de la filosofía para la vida cotidiana. Marinoff ofrece además un magnífico resumen de la historia de la filosofía que podría ser un texto de lectura obligada en el bachillerato. Otra cosa es su brevedad: por poner un ejemplo, despacha a Kant en un abrir y cerrar de ojos pero hace comprender al lector la complejidad kantiana de la distinción entre fenómeno y noumeno. Este resumen histórico justifica por sí mismo la lectura del libro. En esta primera parte, no en balde titulada "Los nuevos usos de la sabiduría antigua", Marinoff plantea la utilidad de la filosofía como conjunto de saberes de sanación de las patologías individuales y sociales que en el mundo posindustrial acosan al género humano. Para él la filosofía contiene un acerbo histórico con un potencial de terapia incalculable. Ayer, mi amigo Juan me trató como una reina y me regaló su música, Fermín me llamó para escuchar mis poemas, Juanjo Téllez compartió ideas para nuestros proyectos de inmediato futuro y el Porky en su recién estrenado ático con vistas me invitó a una cerveza. Un día repleto y cargado de emociones que me llevaron a volver muy cansada a casa pero tremendamente feliz. De vez en cuando, quedarse con lo bueno que te ofrecen los que te quieren y te rodean, es sencillamente lo más inteligente. A los que me dais tanto y no ocultáis la satisfacción de compartir momentos, gracias.
Pequeñas "mini-reseñas" de libros #eduread
"<> Iris lee todo el documento, de principio a fin, y luego lo relee. Termina así: <>" Hay libros que fluyen y sus páginas van sucediéndose sin casi darte cuenta; son la clase de novelas que a pesar de no contar grande gestas, ni de estar marcadas por un ritmo vertiginoso de acontecimientos te arrastran desde el principio (quizás por esa cotidianidad tan bien reflejada). En esta novela (elegida Mejor Libro del Año por el Washington Post) podéis encontrar una historia llena de sentimiento, el retrato de una sociedad y unos personajes que te llegarán a lo más hondo y de los cuales te será difícil desprenderte una vez leída la última página (y qué últimos párrafos!). La historia es narrada a través de tres voces muy diferentes: Por un lado tenemos a Iris, una joven que se encuentra de repente con la noticia de que tiene que hacerse cargo de su tía abuela (de la que no sabía ni que existía) y eso la pone en una situación comprometida. más cuando ella arrastra algún que otro fantasma y no está en su mejor momento. Por supuesto la primera a la que va a pedir consejo y explicaciones es a su abuela Kitty, pero sufre alzheimer y no puede obtener mucha información (ésta es la segunda narradora y seguramente la más compleja de desenmarañar por esa neblina que enturbia sus recuerdos y su presente). Por último encontramos a Esme (tía abuela de Iris) que ha pasado los últimos sesenta y pico años en un hospital psiquiátrico. Es el eje principal que vértebra todos los acontecimientos y es, a través de ella, que conoceremos los años previos a su ingreso (su infancia en la India, la pérdida de su hermano pequeño, cómo no encaja dentro del rol de su género y clase....). Mediante estas tres relatos reconstruiremos una historia que navega entre el pasado y el presente, en el que ninguna de las partes tiene todos los elementos y por contra todos sufrirán las consecuencias (y aunque puedas adivinar algunos giros de la trama, el final te golpea igualmente). En definitiva, una historia cargada de sentimientos, rivalidad, incomprensión y rebeldía. En la web de la editorial califican a Maggie O'Farrell "como una de las voces más sobresaliente y reconocida de la narrativa escocesa en la actualidad"; yo no tengo la capacidad de desmentir o corroborar tal afirmación, lo que sí puedo decir es que me ha cautivado de un modo increíble desde el primer párrafo y me muero de curiosidad por leer más novelas de ella. Autor Maggie O'Farrell Editorial Salamandra Precio Aprox. 17 Eur. Sentimiento* Lazos familiares Valoración Obtenido en Bibliotecas de Barcelona
«En toda mujer hay fuerzas poderosas pendientes de descubrir.» Mujeres que corren con los lobos es un fascinante mosaico de historias que nos ofrece una nueva visión de lo femenino y de sus posibilidades. Dentro de toda mujer alienta una vida secreta, una fuerza ponderosa llena de buenos instintos, creatividad y sabiduría. Es la Mujer Salvaje, una especie en peligro de extinción debido a los contantes esfuerzos de la sociedad por «civilizar» a las mujeres y constreñirlas a rígidos papeles que anulan su esencia instintiva. En este libro, Clarissa Pinkola Estés revela ricos mitos interculturales, cuentos de hadas e historias (muchas de ellas relativas a su propia familia) para contribuir a que las mujeres recuperen su fuerza y su salud, atributos visionarios de esta esencia instintiva. Mediante los relatos y los comentarios de la autora, examinamos el amor y comprendemos a la Mujer Salvaje. Estés ha creado una psicología femenina en un sentido más verdadero, el que lleva al conocimiento del alma. Reseña:«Una celebración del alma femenina.»The Washington Post
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Recogemos lo que creemos que ha sido la cosecha más fina de un año que se acaba, y que, como viene siendo afortunada costumbre, ha estado cargado de tebeos.
La colección de artículos recogidos en No me acuerdo de nada son una suma de esas pequeñas irritaciones de la vida cotidiana que se magnifican con el paso de los años. No solo hay cotidianidad en sus páginas. Nora Ephron también hace el retrato de la época del periodismo impreso en el Nueva York de los años 60 y 70.
Rey de la Ira de Ana Huang te sumerge en un viaje de amor y poder entre Dante y Vivian, en un matrimonio lleno de pasiones y secretos.