Este trabajo nos obliga a revisar la narrativa dominante de los salvadoreños del siglo XXI con respecto a nuestra historia étnica: la insistencia en tener la población más mestiza de América Latina, que ya no tenemos poblaciones indígenas, que a diferencia de nuestros vecinos no tenemos herencia africana. Ninguna de estas afirmaciones se sostiene ante la evidencia histórica disponible para demostrar que los salvadoreños sí reconocían su herencia africana.