😋 Cómo hacer Suspiros de monja Entre los dulces típicos españoles y de Semana Santa, están los suspiros de monjas. Están elaborados con ingredientes típicos de la repostería producida en monasterios (harina, huevos y azúcar). Los Ingredientes que necesitas para hacer Suspiros de monja son:
Crujientes y de sabor suave, los pedos de monja o tetas de monja son muy fáciles de preparar. ¿Por qué se llaman así? Te contamos su historia y te damos la receta
Make fresh beignets, made with yeast and deep-fried. It's a beignet recipe similar to those you might find in the French Market of New Orleans, Louisiana.
😋 Cómo hacer Suspiros de monja Entre los dulces típicos españoles y de Semana Santa, están los suspiros de monjas. Están elaborados con ingredientes típicos de la repostería producida en monasterios (harina, huevos y azúcar). Los Ingredientes que necesitas para hacer Suspiros de monja son:
Receta Suspiros de Monja ¡Cómo preparar suspiros de monja caseros! Receta fácil suspiros de monja o besos de monja Buenos días a todos!! Hoy para el desayuno hice […]
Tortas fritas caseras! – Martes de reventón! Hoy, Cómo hacer Tortas fritas ; Como se les llaman en mi tierra, son típicas del carnaval y se suelen hacer […]
Además de su sabor, uno de los aspectos que más llama la atención de este cóctel es su particular nombre. Conocido como leche de monja , y según cuenta la leyenda, fueron las monjas de los conventos de clausura , las creadoras de esta bebida exclusiva para los obispos .
A las aladas almas de las rosas del alme...
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
Pedos de monja. Receta paso a paso con fotos de los ingredientes y de la elaboración. Trucos y consejos de elaboración. Recetas de galletas
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Bizcocho de Mantequilla colonial que se deshace en tu boca como los que se sirve en los desayunos coloniales… Ver más - El bizcocho de mantequilla colonial es un postre que nos transporta a tiempos pasados y nos hace sentir como si estuviéramos disfrutando de una delicia culina..., Vaya para conocer más sobre esta receta.
Los pets de monja, traducido al español como pedos de monja, son pequeñas galletas de 1 cm aproximado de diámetro típicas de Cataluña, ...
A las aladas almas de las rosas del alme...
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Pan de calatrava casero ! Receta murciana paso a paso y muy fácil para chuparse los dedos! Dificultad: Fácil - Cocina en familia
Qui no ha gaudit mai d'uns pets de monja? Però avui haig de fer una excepció: la recepta dels pets de monja no és la més encertada. Jo he provat de fer-la, tal qual hi apareix, però el resultat són uns pets de monja molts suaus i esponjosos quan, tots sabem, que els pets de monja han de ser durs, cruixents i contundents. En realitat, tot plegat es resumeix en la quantitat de farina que hem d'emprar per fer la recepta.
A las aladas almas de las rosas del alme...
Estas deliciosas magdalenas preparadas al estilo tradicional quedan muy esponjosas y con un sabor muy rico, ya que llevan como ingrediente e...
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
A las aladas almas de las rosas del alme...
Puf!!! más de un mes desde la última entrada....no tengo perdón; lo que si tengo es motivos y es que como ya os he comentado en alguna ocasión, ahora horneo dulces y panes de vez en cuando y no con la frecuencia que a mi me gustaría. Disfruto elaborando panes y dulces, y siento tener el blog tan descuidado pero os prometo que no es por dejadez ni por falta de interés; me encantaría estar todo el día entre fogones pero a veces, no es posible... Hoy quiero compartir con vosotros una receta de bizcocho de las de toda la vida; buscando por la red, fui a parar a un precioso blog, lleno de recetas deliciosas y unas fotos geniales; os recomiendo que no dejéis de visitarlo, os va a encantar. Precisamente de dicho blog, copié la receta "Mis dulces Joyas". Un bizcocho tierno, jugoso y delicado cuya receta ya forma parte de mis favoritas. Vamos con la receta: BIZCOCHO DE LAS MONJAS Ingredientes: 4 huevos L 400 gr. de harina de repostería 1 sobre de levadura Royal 325 gr. de azúcar (200 gr. + 125 gr.) 250 ml de leche 250 ml de aceite de oliva virgen extra Ralladura de limón Un sobrecito de azúcar vainillado Elaboración: Pre calentar el horno a 170º Encamisar un molde redondo de 24 cm de diámetro por unos 10 cm de alto. Separar yemas y claras. Montar las claras junto con 125 gr. de azúcar, un pellizco de sal y unas gotas de zumo de limón, hasta obtener un merengue bien firme, reservamos. En otro bol montamos las yemas con los 200 gr. restantes de azúcar hasta que blanqueen y aumenten de volumen. Añadimos el aceite en forma de hilo y seguidamente, la leche. Incorporamos la harina cernida junto con la levadura y mezclamos hasta que no queden grumos. Por último unimos las claras montadas a la masa, con movimientos envolventes y cuidando de no mezclar en exceso. Ponemos la masa en el molde que teníamos preparado y horneamos a 170º, calor arriba y abajo sin aire, durante 50-60 minutos aproximadamente. Recordad que cada horno es diferente, por eso comprobad la cocción pasados los primeros 40 minutos pinchando con una brocheta. Una vez cocido, sacar del horno a una rejilla; dejamos reposar unos minutos antes de desmoldarlo. Si queréis, un vez frío, podéis espolvorear con azúcar glas por encima. Es un bizcocho sencillo pero delicioso y tan suave que casi se deshace en la boca; no dejéis de probarlo....
Pedos de monja. Receta paso a paso con fotos de los ingredientes y de la elaboración. Trucos y consejos de elaboración. Recetas de galletas
Mamellas de monja , tetillas de monja , pits de monja , tetas de monja , Tiberis , Menorca .
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Te explicamos paso a paso, de manera sencilla, cómo hacer la receta de pastel frío de chocolate y yogur griego. Tiempo de elaboración, ingredientes,
BIZCOCHO DE MONJAS Ingredientes: Harina-100 grms Azúcar-100 grms Huevos-4 COBERTURA Chocolate-media tableta Nata o leche-dos cu...
Las tortas son el postre clásico de todas las casas, la receta perfecta para un pastel de cumpleaños o una fiesta. Por ello, si te gusta la repostería o sencillamente te gusta el dulce esta receta fácil y rápida es para ti. Asimismo, disfruta de esta torta dulce casera, compártela con tu familia y cuéntanos si ha sido un éxito entre tus invitados.En RecetasGratis te enseñamos cómo hacer torta dulce casera. ¡A cocinar!
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A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
A las aladas almas de las rosas del alme...
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
Los pets de monja, traducido al español como pedos de monja, son unas galletas típicas de Cataluña. No deben confundirse, aunque se asemejan mucho, con las paciencias de Almazán ni con las tetillas de monja. El nombre de este postre no tiene nada que ver con las ventosidades: su inventor fue un pastelero italiano instalado en Barcelona que las llamó petto di monaca, en referencia a su forma de pecho (pecho de monja), y que más tarde derivó en el nombre de pets de monja. INGREDIENTES: 250 gr de harina 150 gr de azúcar ó 75 gr de fructosa ó 8 cc de edulcorante líquido ó 0.5 gr de stevia en polvo 3 huevos ralladura de un limón PREPARACIÓN: Se baten los huevos con el azúcar, fructosa o edulcorante hasta que doblen su volumen. Incorporamos la ralladura de limón y la harina tamizada. Batimos bien que nos quede una masa espesa. Precalentamos el horno a 180ºC. Introduciremos la masa en una manga pastelera y en una bandeja de horno, cubierta con silpat o papel de hornear, iremos depositando pequeñas porciones de masa, si, pequeñas, del tamaño de una moneda de 20 céntimos para que os hagáis una idea. Depositas una porción de masa y tiras hacia arriba con la manga pastelera para formar el pet de monja. Pondremos la bandeja en el horno y dejaremos cocinar hasta que estén dorados. Unos 12-15 minutos, hay que vigilar que no se nos doren demasiado que se pueden quemar enseguida. Ideales para desayudar, merendar o para espesar una salsa (al menos es lo que hago yo, cuando me sobran unos cuantos los guardo en un bote hermético y los añado a las picadas o a las salsas). Rápido y fácil, no crees? Espero que te gusten, salu2
A las aladas almas de las rosas del alme...
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Miguel Hernández. Elegía a Ramón Sijé (Fragmento). En una serie de recetas de Orihuela, no podía faltar el que es sin duda el postre más representativo de la famosa repostería monacal de mi pueblo. Y que nadie se ofenda por el nombre, que así es como se llaman y se les conoce en mi tierra, incluyendo a las propias monjas que los hacen. En realidad no hay nada de blasfemo, para nosotros los de Orihuela, las cuestiones del clero son bastante corrientes, imaginaos, que con treinta y tantas iglesias y conventos, más un seminario y la sede del Obispado, nos hemos hecho a los hábitos. Con todos mis respetos os diré, que tenemos historias de curas y monjas para elegir. Una de mis preferidas, la de un médico que llamado a un convento de clausura para visitar a una monja enferma, se enamoró de ella y la hizo su esposa. Su historia de amor, bastante donjuanesca por otra parte, era sabida y admirada por todo el pueblo. También tenemos frailes que se han enamorado de sus feligresas o viceversa, vocaciones que desaparecen y otras que estallan en donde menos se espera, en fin, que por algo y no en vano, mi pueblo se llama: “Orihuelica del Señor”. Pero como no todo el mundo tiene estos asuntos tan familiares y a algunos les puede resultar curioso, os contaré cómo se compran en los conventos de clausura, éstos y otros manjares: Llegamos al convento: un recibidor en penumbra, nos recuerda que hemos entrado en un lugar sagrado. Hay silencio, cierto frío, solemnidad. En las paredes, algunos cuadros religiosos con alguna frase alusiva y en un lateral, una especie de ventana que en lugar de puertas tiene un torno giratorio. Antiguamente, se dejaban abandonados en el torno, a los niños recién nacidos, para tapar una vergüenza, como así se decía entre la gente. Como veis, más historias para el saco. Las monjas de clausura, tienen prohibido ver el mundo. Puertas y ventanas están cerradas o veladas de algún modo como un gran burka, para separar al mundo de estas mujeres. Entonces hacemos sonar una campana que junto al torno, cuelga de una antigua cadena: Ti-lin-ti-lin-ti-lin… Escuchamos los pasos de la monja que viene. Luego, el silencio de nuevo. Es entonces cuando debemos anunciarnos: -Ave María Purísima. Y al otro lado la dulce voz que responde: -Sin pecado concebida. Este es el ritual tras el cual, el cliente pedirá los pastelitos y la monja, le dirá cuándo venir a por ellos y cuanto costará su encargo. La variedad de dulces es impresionante: tetas de monja, chatos, toñas, tortadas de yema, almendrados, bizcochos… La oferta es amplia. En otros conventos, especializados, podemos comprar el “pan de ángel”, que son las obleas con las que también se hacen los pastelitos. Estas obleas, no son obleas simples, sino que son, las que se utilizan para oficiar las misas, por eso tienen cruces grabadas. De ahí, hacen las monjas las “formas” para las misas. Luego venderán al pueblo, lo que se llaman: “recortes”, que son los restos de las piezas después de haber recortado las formas circulares. Bolsas de recortes eran, y aún hoy en muchas casas lo son, una golosina para los niños de Orihuela. Bueno, ya con esto, nos vamos haciendo una idea, de la aureola que envuelve a estos pastelitos, que además, son preciosos de color y forma, así como suaves y maravillosos en textura y sabor. Es una receta tan antigua, que se nos pierde en la memoria. Antes de pasar a la faena, deciros que no creáis que hay gran paradoja, en mezclar lo monacal con el poeta revolucionario, como antes decía, el clero para lo malo y lo bueno, ha formado parte del paisaje oriolano hace ya siglos y en su tiempo, hemos tenido también curas revolucionarios. Que lo sé yo, que los he conocido y como bien vendría a cuento decir, en uno y otro lado: de todo hay en la viña del Señor. Y ahora sí, veamos cómo se hacen estos pastelitos celestiales. Ingredientes: (Unos 10 pastelitos) Medio litro de claras de huevo 850 gramos de azúcar 8 yemas de huevo Un cuarto de kilo de almendra molida Pan de ángel (obleas) Azúcar glas Así se hacen: En un cazo, ponemos 90 ml. de agua con 250 gramos de azúcar y dejamos hervir un minuto. Apartamos del fuego y añadimos las yemas batidas. Volvemos al fuego y dejamos hervir sin dejar de remover. Cuando ha espesado el compuesto, apartamos del fuego y reservamos hasta que se enfríe. Por otra parte, hacemos una pasta de almendra poniendo un cuarto de kilo de azúcar en un cazo, junto con 40 ml. de agua. Cuando hierve, añadimos las almendras molidas y movemos hasta hacer una masa consistente. Sacamos del fuego y reservamos. Finalmente vamos con el merengue: Colocamos en un recipiente suficientemente amplio (yo lo he puesto en una cazuela), las claras de huevo y batimos a punto de nieve, añadiendo el azúcar restante poco a poco, hasta obtener una buena consistencia. Precalentamos el horno a 250 grados y vamos al montaje del dulce: En una bandeja de horno, ponemos papel vegetal y sobre éste, unos trozos de obleas separadas entre sí. Sobre cada trozo de oblea, ponemos un redondel de pasta de almendra. Sobre la masa de almendra, ponemos una cucharada de preparado de yema. Y sobre la yema, ponemos un monte de merengue, ayudándonos con una cuchara y tapando toda la base. Hay quien encuentra simbolismo en esta composición, pues la yema, del color del fuego, es el infierno, que queda debajo y sobre él, se eleva el cielo, la gloria, blanca e inmaculada. De ahí que en algunos lugares, estos pastelitos también reciban el nombre de pasteles de gloria. Una vez montados, los introducimos en el horno medio durante 10 o 15 minutos, hasta que veamos que el merengue ha tomado algo de color y se ha hecho. Enseguida fuera del horno, espolvorearemos con azúcar glas. Y esto es todo. Solo nos quedará esperar a que se enfríen y degustarlos. Con esta receta de postre, quiero participar en el I Concurso Internacional Gastronómico, organizado por Apicius del blog: La Cocina paso a paso Patrocinan: San Ignacio, El Taller de las Tradiciones, Oh! Menaje, La cocina de Plágaro, Servisem Gastronomía, Cofradía del Cocido Vitoriano y Rótulos y placas conmemorativas Marvi. Hacer esta receta ha sido un placer. Espero que recibirla, lo sea también para vosotros. Un abrazo.
Suspiros de Monja Nun’s Sighs (Suspiros de Monja) are a typical Spanish pastry that is golden and crispy on the outside and rich and creamy on the inside. A thick
Te explicamos paso a paso, de manera sencilla, la elaboración del postre v. Ingredientes, tiempo de elaboración