Buenas tardes compañeros navajistas. Os traigo esta semana dos piezas pequeñas, ligeras, cómodas en el bolsillo pero no faltas de personalidad. La primera con hoja de punta centrada de 70 mm. y madera de abedul La segunda es una "ostrera" que la firma francesa tiene en su catálogo a la que he vaciado y afilado la hoja de 60 mm. He mantenido el cabo original de bubinga adaptándolo a su nueva utilidad: cortar y pinchar
¡¡Hola a todos!! Hoy vengo a hablaros de las armas. Al estar escribiendo mi libro (de momento, de título Guante Blanco , aunque creo que lo ...
Rate this post Es momento de hablar sobre uno de los sueños negativos más interesantes y frecuentes que se hagan presentes y por eso, es que hoy, es necesario que conozcas perfectamente, todo sobre lo que nos dice el soñar con cuchillo, nos habían estado preguntando más sobre lo que nos dice este sueño y al mismo… Leer más »
Amigos, os posteo los mismos planos anteriores pero pasados a "positivos", pues algunos foreros me lo han rogao de cara a imprimirlos en papel. Bien, aquí están. Por otro lado, me han llegao avisos de que a veces los planos no se ven, tendré que mirar mejor y preguntar en general. Yo los veo perfectamente. Un abrazo a todos.
...
//Skid es un cuchillo de cocina compuesto por un cuerpo de madera y una delgada hoja de acero en una proporción de 97-3. El cuchillo, creado por Lignum, es el resultado de dos años de investigación y pruebas por parte de un equipo multidisciplinar compuesto por ingenieros, diseñadores, informáticos y herreros.
Forros de latón sobre cachas de lapacho. Cementado de los forros de latón a las cachas. Otra vista del cementado de los forros y en segundo plano la hoja. 75 m/m de largo de hoja con un espesor de 2 m/m. La navaja cerrada mostrando sus pasadores. Totalmente abierta alcanza los 180 m/m. Cachas de lapacho curadas con aceite de lino. La segunda navaja junto a unos Ray-ban "bullet hole". Vista de la navaja plegada, aún sin terminar. Las dos hermanas semi desplegadas. Otra vista mostrando la hoja todavía sin desbastar. Ahora vemos la hoja ya terminada templada y fosfatada, proceso que le otorga además de cierta protección al acero al carbono, un elegante color gris satinado . Vista del lado opuesto a la imagen anterior. La hoja intentando posicionarse dentro de la empuñadura. La hoja mostrando su vaciado y en la parte sin desbaste, la textura del antiguo disco de arado de la que ha sido separada. Ahora el conjunto ensamblado y plegado. La navaja parcialmente abierta donde se percibe el bisel. Contrasta con el lapacho, el eje de acero inoxidable de 1/8" de diámetro. Vista desde arriba mostrando las tres muescas. Hoja de 90 m/m desde el comienzo del vaciado hasta la punta y 26 m/m en su lado más ancho. Fin.
Alguna vez he comentado con compañeros del foro que de vez en cuando se presentan periodos de apatía cuchillera, épocas en que sin saber exactamente por qué razón se te apaga el interés por conseguir nuevas piezas, no entras tan a menudo en el foro y pasan días y días sin tener la necesidad de cortar, afilar o simplemente manosear alguno de tus filos. Son momentos en que incluso te planteas seriamente reducir la colección, deshaciéndote de piezas que no sabes muy bien por qué adquiriste. Llamémoslo desidia, desgana, falta de interés, apatía. Sea lo que sea, es precisamente la sensación que tengo desde hace algunos meses, con más ganas de adelgazar la colección que de aumentarla. Pero . hay algunas piezas que por más desganado que se esté siempre están ahí, anotadas en la lista de deseos, esperando el momento. Sin prisas, sin urgencias, pero con la etiqueta de me gusta. Y una de esas piezas es la navaja ripollesa que tan magistralmente ejecuta nuestro compañero Antonio Pedrosa. Una tipología de navaja clásica española que Antonio ha rescatado del olvido y ha llevado a un nivel de ajustes y terminaciones que nada tiene que envidiar a lo que podríamos llamar navajas de autor. Sí, tenía muchas ganas de tener una de estas ripollesas, y desde que pude manosear a gusto la que presentó en su momento -con el estilazo al que nos tiene acostumbrados- mi buen amigo Íñigo, tenía claro que tenía que ser de ventana, con hoja en torno a los 90 mm, y mango de cuerno. Mira por donde, cuando menos te lo esperas, como decía la canción, el diablo va y se pone de tu parte y precisamente a través de Íñigo me surge la posibilidad de hacerme con una prácticamente igual a la suya. ¿Cómo no aprovechar la afortunada conjunción astral? Y para una pieza que realmente me apetece, y con un amigo que se presta a echar un cable, sólo hay una manera de resistir la tentación: caer plenamente en ella. De modo que aquí está: mi navaja ripollesa de Antonio Pedrosa. Y llega el momento de pedir disculpas por mi nula capacidad de hacer fotos con un mínimo de calidad. O, según se mire, de sacar pecho, porque no creo que haya mucha gente capaz de destrozar la imagen de una pieza como la que presento con la simple ayuda de una cámara de fotos. En cualquier caso, ya está avisado: yo no tomo fotos: las perpetro. En todo su esplendor. Preciosa. Simple, rústica, pero elegante como ella sola. Hoja por supuesto, forjada- de acero Bohler K720, el equivalente al O2 en AISI/ASTM, primo hermano del clásico O1 tan utilizado al otro lado del charco. O lo que es lo mismo un acero al carbono (¿alguien lo dudaba?) bastante simple, con un 0,90 de carbono y un alto contenido en manganeso. Me encanta la forma de la hoja, con 93 mm de longitud y entre 20 y 23 mm de anchura, con un contrafilo recto y ligeramente biselado, lomo levemente redondeado y filo perfectamente recto, lo que en navajas artesanas y hechas completamente a mano no deja de ser una muestra de maestría. Cabo sin forros ni virola que oculten nada, en una sola pieza de carnero con unas aguas y transparencias que sólo encontraremos en materiales naturales. Pasadores en ojo de perdiz, perfectamente pulidos, y decoración de 5 clavillos en el rebajo, simple pero perfectamente ejecutada. El muelle, perfectamente pulido, está enrasado milimétricamente con el cabo, sin holgura alguna. Y aquí se acaban las tonterías de elegancia, nobleza y demás zarandajas: el chasquido de la ventana al abrir la navaja no deja lugar a dudas, la hoja está bloqueada. Totalmente bloqueada, sin holgura lateral o vertical. Para cerrarla hay que tomárselo en serio, porque no me considero un niño de yemas tiernas, en palabras de nuestro Capillita, pero lo cierto es que sin meter los dos pulgares no hay forma humana de levantar la ventana. A mí personalmente no me disgusta en absoluto, porque soy de la opinión de que lo importante es poder abrir la navaja fácil y rápidamente, que para cerrarla no hay prisa. Prefiero que me cueste un poco más y estar absolutamente seguro de que no se va cerrar a menos que yo lo quiera. En cuanto al filo, no creo descubrir nada si digo que es increíble, con un perfil plano/convexo, y que se nota que Antonio está especializándose en barberas. Prefiero no descubrir aquí las pruebas de corte, que saldrán en un próximo tema. Sólo un adelanto: es, sin lugar a dudas, la pieza que mejor corta de toda mi colección. ¿Se nota que estoy encantado con ella? Y seguimos con alguna que otra imagen. Aquí con mi primera ripollesa, una Terricabres que conseguí a través de un compañero del Foro. Tanto la forma de la hoja como el cierre, de palanquilla con muelle interno, son diferentes, pero se nota el aire de familia. Se ve claramente que se trata de una navaja de trabajo, fuerte y sin concesiones en cuanto a terminaciones o ajustes. Hablando de cierres, una comparativa con otra navaja de ventana, en este caso una sevillana de J.J. Martínez. Evidentemente, y por mucho que esta familia de Santa Cruz sea capaz de realizar unas piezas muy decentes, y con una excelente relación calidad-precio, se nota que Antonio juega en otra liga. Otra comparativa, esta vez con una navaja con la que comparte ligereza y que en cierto modo, es la versión manchega de la ripollesa: una punta en cuerno de toro, sin forros, hoja en carbono y cierre de palanquilla. Pero sigue siendo otra liga. Me encanta la forma de la hoja, y si existe algo parecido a la premonición navajera, hace ya bastantes años modifiqué una Celaya de acero al carbono para conseguir una forma de hoja que no encontraba en navaja. Curioso, ¿no? Ya he dicho que la ausencia de forros y de virola hace que esta navaja sea, sin perder un ápice de contundencia, especialmente ligera. La navaja que te echas al bolsillo sin dudarlo. Pero cuando salgo al monte tengo la manía de no llevar nada en el bolsillo, así que he tenido la excusa perfecta para entretenerme un par de horas enredando con algunos retales de cuero. Que conste que no he pretendido hacer una funda que esté ni de lejos- a la altura de la navaja, sino que simplemente he aprovechado que me apetecía hacer algo en cuero para preparar una especie de envoltorio para llevarla con comodidad. Es un tipo de funda de cinturón muy común en la Sierra Morena cordobesa, con un cierre muy simple que funciona aceptablemente bien. Repito, que el objetivo no es hacer la funda, sino entretenerme un rato, sin más herramientas que la propia navaja, una lezna y dos agujas. Y si habéis llegado hasta aquí, mi más cordial enhorabuena, porque vaya peñazo que me ha salido entre unas cosas y otras. Quiero felicitar y agradecer a Antonio Pedrosa que haya hecho esta navaja. Sé que todas sus piezas cuentan con su mayor atención, pero me consta que esta en concreto la ha hecho para mí. Gracias, Maestro. Y a mi amigo Íñigo, ¿qué le voy a decir que él no sepa? Un abrazo muy fuerte. Saludos calurosos (45 º a la sombra) desde Sevilla.
